Todo estaba escrito. El lunes se reunía la Comisión Bilateral para cerrar el acuerdo de financiación singular. Solo se conocían generalidades, pero todos se afanaban a marcar posición. Los populares lanzando bombas de racimo “ante la nueva concesión” y la iletrada presidenta de Madrid lanzando su soflama habitual conforme “es una sentencia de muerte”. Vamos, el “España se rompe” habitual. En el bando indepe, de los del perro del hortelano que no atinan ni a facilitar que se retire el 30% de vivienda pública en Barcelona, era un engaño de calado. En el Govern, prudencia, en ERC, su anuncio habitual de “no nos fiamos” y, en el Gobierno de España, se oían quejosos y lastimeros gemidos, básicamente desde el Ministerio de Hacienda.

La primera señal de que la cosa no iba bien se empezó a vislumbrar el domingo. El president Illa no acudiría a la Bilateral. La ministra María Jesús Montero tampoco. No era plato de gusto para la ministra acudir a bendecir el acuerdo de financiación singular siendo candidata en Andalucía y con Juanma Moreno Bonilla deshojando la margarita para convocar elecciones. Cuando se conoció el acuerdo también se entendió que no hiciera acto de presencia Salvador Illa.

Como escribió en su columna el director de La Vanguardia, Jordi Juan, “Buena música, pero sin letra”. Se ha avanzado: sí. Se asume la recaudación de algunos impuestos --como dijimos en estas páginas, el IRPF de 2026 era, y es, un imposible-- y se sientan las bases de la nueva Agència Tributària de Catalunya. Se acordó el funcionamiento, pero se dejó sin concretar la financiación y lo más importante: los dineros de la cosa. A partir de este punto, fiesta y desmadre mediático.

El PP lanzado, con Page de paje de sus andanadas, por el robo pactado a los españoles. La cosa es que el robo no existe si no te llevas nada. Todo se debe concretar en el Consejo de Política Fiscal y Financiera y en el Congreso. ¡Ah! Y por cierto, lo pactado el lunes en Barcelona sobre la Agència Tributària es lo que recoge el Estatut. El problema es que en Can PP y en Can Page, el Estatut no es lectura de referencia. Al margen de este detalle, que muchos pasan por alto, la cosa pinta fea.

En el CPFF el Gobierno tiene mayoría con el apoyo de Cataluña porque el 50% de los miembros son del Gobierno, pero la inmensa mayoría de comunidades están en contra y en el Congreso las cosas no están mejor porque Junts, que se ha rasgado las vestiduras en público, no votará nada que pueda beneficiar a ERC. Para colmo, el Gobierno no está en su mejor momento. La otrora fortaleza de Sánchez ahora es una mera entelequia que aguanta por la inutilidad de un PP que alienta un mensaje catalanofóbico que solo aumenta las sacas electorales de Vox.

La financiación singular con este panorama no saldrá adelante. Es necesaria, sí, e incluso se podría generalizar al resto de comunidades, también, pero la intencionalidad política va en contra. Estoy convencido de que la nueva financiación solo verá la luz con un gobierno de diferente color. Después de 12 años no estaría mal, pero con la extrema derecha lanzada viento en popa a toda vela se hace difícil contemplar esta posibilidad. El acuerdo no ayuda. No es concreto y deja todo al albur. Se preparó todo para celebrar una fiesta, pero no nos engañemos: fue un coitus interruptus por mucho que se intente disimilar el gatillazo.