Isabel Díaz Ayuso es toda una líder. Todo el mundo habla de su discurso en la Asamblea de Madrid donde dijo que no se pondría un pinganillo y que si se hablaba en catalán o en euskera se iba de la Conferencia de Presidentes. Pero, esa mente brillante dijo algo más: “el catalán es la lengua de los catalanes”. No es un meme, es una realidad. La señora Ayuso añadió “para hacer provincianismo con el secesionismo catalán”. En dos frases la presidenta de Madrid ha dicho una verdad como un templo y una perla del catetismo de baja estofa en el que se transmuta el rancio nacionalismo madrileño arraigado en el Madrid DF.

El catalán es la lengua de todos los catalanes, sean independentistas o no, porque el idioma es de todos al margen de la ideología política. Es tanto como pensar que el independentismo es étnico. Si la señora Ayuso se paseara por Cataluña vería que el catalán lo hablamos todos. Desde los socialistas a los populares, de los secesionistas a los unionistas. Cierto que hay sectores intolerantes que quieren desterrar el castellano, y hasta día de hoy con escaso éxito. Con tanto éxito como el de aquellos que quieren desterrar al catalán. Y un pequeño apunte para la señora Ayuso. España es plural y transversal y los no independentistas catalanes hablamos catalán porque es un idioma más español, porque es tan español el catalán, el gallego o el euskera como el castellano. Por si no lo sabe la presidenta de Madrid le aporto un dato: 7291 en gallego. 7291 en catalán. 7291 en euskera. 7291 en castellano. Hasta ella lo puede entender.

Sin embargo, Ayuso montó este numerito para sus propios intereses. Marcó distancias con sus compañeros del PP en la cumbre de presidentes y le dio la mañana a Feijóo el domingo con una entrevista en ABC definiendo su papel de palanganero en el congreso del PP. Todo un ejemplo de deslealtad, sin duda. Será Feijóo el líder pero la línea política la marca Ayuso. En la manifestación, un poco escuchimizada por mucho que intenten decir que fue un éxito, también puso su impronta arrancando aplausos por su radicalidad. Feijóo intentó huir a la centralidad pero fracasó.

El líder del PP es un propio enemigo. Tenía una semana a favor. Escándalos ciertos o prefabricados, los jueces dándolo todo y va Feijóo y monta una manifestación fiasco con poca gente y dónde Ayuso le robó la merienda y las chuches. Ese era el objetivo de Ayuso: imponer su discurso de radicalidad y marcar el paso a Feijóo. Se erigió en tres días como líder de una España uniforme y homogénea -que solo existe en las mentes caluntarientas del nacionalismo español que bebe de las fuentes del pasado imperialista- y en la única que representa lo más rancio del ultraliberalismo.

Los pinganillos de la pinganillos fueron solo una excusa, pero también es un elemento revelador. Ayuso expulsó de España a catalanes y vascos. Para ella no son españoles sino unos meros provincianos. Todo un lema de campaña electoral. Feijóo hoy no es presidente por los pobres resultados en Cataluña y Euskadi. Ahora con el desprecio de Ayuso el PP puede tener todavía más problemas en estas comunidades y no despreciemos su incidencia en Baleares o Valencia. Feijóo hace lo mismo -véase lo que hizo en Europa- pero sin el ardor guerrero y patriotismo de taberna del que hace gala la señora Ayuso. ¿Funcionará Ayuso como líder en España?

Ayuso es la reencarnación del trumpismo en España. Su discurso difiere bien poco del de Vox -sin contar la charlotada en francés de Abascal- y mucho menos de Silvia Orriols. La líder de la ultraderecha catalana usa y abusa de las mismas formas de abuso que la presidenta de Madrid. Con una diferencia. Una no quiere ni oír ni hablar en otro idioma que no sea el mal llamado español, negando la existencia de la plurinacionalidad, y la otra no quiere hablar en castellano. Solo en catalán. Una reunión entre ambas acabaría en una guerra de pinganillos. Las pinganillos, ambas, están en eso, negar una realidad para insuflar ánimos a sus más bajas pasiones. Es el nivel cateto de la política.