Es, desde luego, un tipo ingenioso, aunque su maliciosa acidez y amargura disimuladas tras los chistes (“Extras”) siempre me han hecho observarlo con desconfianza, como a un amigo simpático, pero al que intuyes desleal o traicionero.
A veces, la agresividad y el desparpajo son señales de un espíritu independiente, desafiante y juvenil, pero a menudo son signo sólo de… desparpajo y agresividad. Es el caso que nos ocupa. “Me permito ser impertinente e hiriente, pero con gracia, y me pagan por ello. ¿A que soy cool?”.
Pero como algunas veces me ha hecho reír, y eso es impagable, todo se lo permito, todo se lo paso a Ricky Gervais…
…todo, salvo la foto con mensaje que ha colgado en las redes del ciberespacio.
La foto, en elegantes grises, impacta. Vemos a Gervais adusto, vestido de negro, sentado, dignamente erguido en una butaca, con una expresión grave en el rostro, que aunque de normal es algo carnoso, tendente a la obesidad, aquí se ve ligeramente algo demacrado como si acabara de superar alguna enfermedad peligrosa. Con elegante ademán sostiene en la mano una copa balón llena hasta la mitad, y la tiende al espectador en un gesto franco y fraternal.
El mensaje adjunto dice así: “When life gets you down and you feel unloved and worthless, just remember you’ll be dead one day. Have a great weekend” (“Cuando estés hundido, y sientas que nadie te quiere y que no vales nada, piensa que un día morirás. Que pases un buen fin de semana”).
Un chiste de humor negro, y al mismo tiempo un consejo sensato y consolador, lúcido y humanista: “No te preocupes tanto por futesas. Disfruta de la vida, porque es breve”.
Es un mensaje que llega directo al corazón, porque quién no se siente así a veces, y quién no piensa esas cosas. Viendo esa imagen pensé por un instante que Gervais es un Séneca, y que al margen de su fama y riqueza es un tipo que ha visto y conoce el lado de la sombra. Que había querido transmitir una reflexión honda, una verdad accesible, quizá, como he dicho, tras superar algún percance de salud.
Pero al cabo de un instante me di cuenta –¡no sin indignación!– de que sobre la mesita que tiene al lado el insólitamente grave Gervais descansaba una botella de vodka, con la etiqueta bien a la vista, de una marca que no conozco, pero seguro que es de lujo, “exclusiva”.
¡El compasivo y sensato consejo que Gervais me estaba transmitiendo, aquella lección de vida, obvia pero profunda, aquel memento mori no era más que otro anuncio publicitario!
El listo de Gervais ha logrado incorporar la filosofía estoica a la publicidad comercial, y encima de alcohol, menuda apropiación sacrílega.
Gervais abre así un camino que no sé adónde nos llevará.
Espero anuncios de Speedo (o de Meyba, si esa marca aún existe) con el mensaje “No te bañarás dos veces en el mismo río, ni una sola vez lo harás”.
Se anunciarán lujosos cruceros por el Mediterráneo en trasatlántico de la compañía Costa Armatori con el mensaje “Navegar es preciso. Vivir no es preciso”.
Para vender cualquier herramienta de bricolaje Leroy Merlin puede recurrir a Leibniz: “En el ámbito del espíritu, busca la claridad; en el mundo material, busca la utilidad”.
Las Cuevas del Sado se harán publicidad con el aforismo de Nietzsche: “¿Vas con mujeres? No te olvides el látigo”.
Un anuncio de una compañía de viajes de aventura por el desierto del Sahara u otros lugares exóticos y remotos te seducirá con una foto de un rosado amanecer sobre las dunas y la frase “El infierno son los demás. Sartre”.
Te venderán enciclopedias y cursos online o presenciales de mil disciplinas bajo el apotegma “El conocimiento es poder”, que según creo es de Bacon.
En las tiendas de mascotas, una sentencia de Diógenes: “Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”.
Las inmobiliarias anunciarán parcelas y terrenos con la famosa sentencia final de Cándido: “Hemos de cultivar el propio jardín. Voltaire”.
Te reclutarán para el ejército o para cualquier compañía de mercenarios con Heráclito: “El principio de todo es la guerra”.
Estas frases venerables le darán a los anuncios un empaque, una dignidad, sensacional. Mientras compras todas esas cosas irás rumiando las sentencias de los grandes filósofos transformadas en espots.
Las agencias publicitarias contratarán a pensadores partidarios de la felicidad, como Savater o Javier Gomá, como copy, para que espiguen en la historia de la filosofía eslóganes eficientes, liberados por el tiempo de los derechos de autor.
Luego se puede seguir con los versos de los poetas.
Gracias, Ricky Gervais. Te detesto.