La junta extraordinaria que Inmobiliaria Colonial celebra dentro de pocos días marcará un hito señalado en sus anales. Criteria, brazo inversor de la poderosa Fundación La Caixa, tomó el pasado marzo un 3% de Colonial y pactó suscribir una próxima ampliación de capital. Con ello alcanzará alrededor de un 17% de la casa y pasará a ser su principal socio. Para redondear el trasiego, le aportará, de mutuo acuerdo, varios edificios de su pertenencia.
La operación tiene miga, pues el grupo La Caixa fue dueño de Colonial durante un largo periodo de tres lustros, a partir de 1991. En efecto, a comienzos de los años 90 Colonial giraba en la órbita del madrileño Banco Central, presidido por el murciano Alfonso Escámez, un ágrafo de incultura enciclopédica, a quien el rey emérito distinguió con el título de marqués de Águilas, su ciudad natal.
El Central andaba a la sazón necesitado de efectivo y vendió Colonial a La Caixa, encabezada por Juan Antonio Samaranch, marqués de Samaranch.
Entre otros activos, la potente promotora poseía una de las famosas torres color azabache de La Caixa en la Diagonal, así como varios bloques erigidos detrás de ellas, compuestos por viviendas, oficinas y un vasto aparcamiento.
Colonial permaneció en el regazo de La Caixa hasta 2006. Los gestores de la caja avizoraron por aquel entonces que se estaba incubando una crisis del sector del ladrillo. Se anticiparon a ella mediante la venta de la compañía a un avispado ladrillero sevillano, Luis Portillo.
La firma de la transacción no pudo ser más oportuna, pues un año después estalló la burbuja. La onda expansiva arrastró a Portillo, que fue incapaz de afrontar la devolución de los créditos contraídos.
En consecuencia, los bancos financiadores tomaron el control y acordaron encomendar el salvamento a una pareja experimentada, Juan José Brugera y Pere Viñolas. Brugera conocía los entresijos de la empresa, pues no en vano había sido su máximo ejecutivo durante 15 años.
Colonial figura entre las firmas más veteranas de su ramo cotizadas en la bolsa. Se constituyó en 1946, en el seno del legendario banco barcelonés Hispano Colonial, bajo la rectoría de Darío Rumeu Freixa, barón de Viver.
Este singular caballero tenía, entre otras llamativas costumbres, la de circular por Barcelona a bordo de un vistoso carruaje de caballos conducido por dos lacayos con librea verde.
El Hispano Colonial era dueño de extensos terrenos de la Diagonal, procedentes de una antigua finca de las Corts y de la masía Torre Rodona, que el banco había hecho suyas a comienzos del siglo XX. El gobierno de la época obligó a los bancos a segregar sus activos en bienes raíces y trasladarlos a sociedades independientes. Por ese motivo el banco dio en aplicar semejante acervo al montaje de Inmobiliaria Colonial.
Además, la entidad bancaria participó de forma relevante en magnas obras que se desarrollaron en la ciudad. Por ejemplo, sufragó el acondicionamiento de la plaza de España con motivo de la Exposición Universal de 1929. Asimismo, contribuyó a la apertura de Vía Layetana mediante la compra de deuda municipal.
El retorno de Criteria-Caixa a Colonial entraña un curioso viaje de ida y vuelta. Además, encierra una sustancial diferencia respecto del acontecido tres décadas y media atrás.
En ese momento, las sedes sociales tanto de La Caixa como de Colonial radicaban en Barcelona, que las había visto nacer. Ahora, cuando ambas vuelven a unir estrechamente sus destinos, La Caixa se aposenta tan campante en Palma de Mallorca y Colonial reside en el castizo paseo de la Castellana madrileño.
Por cierto, la asamblea extraordinaria citada al principio de este escrito, se congregará en la Villa y Corte. Así es habitual desde 2017, cuando la institución se vio forzada a huir de Barcelona por las intentonas separatistas del Govern.