Lo de gobernar está sobrevalorado. Lo importante es estar en el poder. Pere Aragonés ha adelantado elecciones porque su débil gobierno se quedaba sin el premio gordo de los presupuestos. De hecho, en tres años de legislatura su actividad legislativa ha sido nula. Y lo peor, ha presidido un ejecutivo que se ha caracterizado por no tomar decisiones.
Un gobierno gobierna, y por gobernar es criticado, algo que genera sarpullidos al candidato/president. Sobre la mesa las carpetas pendientes se acumulan, sin soluciones of course, y no podrán ser abordadas por el próximo gobierno como mínimo hasta julio. En ese momento, el agua ya no será un bien escaso, sino que será inexistente durante varias horas al día en el área metropolitana de Barcelona, y los pagesos -recibidos a bombo y platillo en el Palau de la Generalitat- verán como sus cosechas se van a pique.
Aragonés lo podía haber evitado y no ha querido. Pactó con el PSC los presupuestos pero no los tenía atados. ¿Por qué tanta prisa en llevarlos al Parlament? ¿Para qué se los tumbaran? Visto lo visto parece que sí, que a Aragonés le temblaron las piernas de tener que afrontar recortes en el agua de boca en pleno verano, con los hoteles llenos, por cierto. Es mejor convocar elecciones y hacer mutis por el forro, y evitar responsabilidades. Tenía otra alternativa. Negociar hasta que tuviera los votos en la saca y luego llevarlos al Parlament, pero el gen suicida de ERC se ha puesto de manifiesto. Patada adelante y esperar que la suerte “nos acompañe”.
El gran aliado de Aragonés han sido los Comunes. Mejor dicho, Colau. Espero que las elecciones los pongan en su sitio y los alejen de veleidades surrealistas. El Hard Rock es una mera excusa para esconder su única aspiración: entrar en el gobierno de Barcelona. Como Collboni no se traga ese hueso Colau tumba los presupuestos catalanes, de paso los españoles, le da una bofetada con la mano abierta a Yolanda Díaz -evidenciando que no pinta un colín en los Comunes- por no hacerla ministra y ni siquiera candidata a las europeas y la pone a pies de los caballos porque la vicepresidenta pondrá a Cataluña como colofón de tres derrotas electorales en seis meses tras Galicia -más que derrota descalabro- y Euskadi donde serán testimoniales. Por cierto, la presencia de los Comunes en la zona donde se ubicará el complejo de ocio es irrelevante.
Seguro que los Comunes, y también Aragonés evidentemente, serán conscientes de que tendrán que dar explicaciones a sanitarios, maestros, policías, bomberos y un sinfín de colectivos que habían puesto esperanzas en esos 2400 millones que ayudarían a paliar necesidades. No lo serán, porque eso de gobernar está sobrevalorado. No he oído en estos días ni a Jéssica Albiach ni a Pere Aragonés decir que los presupuestos de 2025 no serán tan expansivos como los que se han tumbado porque vendrá el tío Paco -léase Unión Europea- con las medidas de ajuste fiscal.
Lo que me parece ridículo es lo de Junts. Ni comen ni dejan comer. Por la mañana del miércoles Albert Batet espetó a Aragonés “O presupuestos, o elecciones”. Por la tarde, Turulll le afeó al president que convocará elecciones por sectarismo. El jueves, rizando el rizo, Junts acusó a ERC y PSOE de pactar una fecha para evitar la candidatura de Puigdemont. Criticar a alguien por una cosa y la contraria es enfermizo. Ciertamente lo de gobernar está sobrevalorado y Junts ha sido un gran ejemplo. Hemos de recordar que este movimiento mesiánico -no es un partido- fue el culpable de que Puigdemont y Torra fueran presidentes de la Generalitat. Serán recordados por muchas cosas, algunas esotéricas, pero no por gobernar.
El único que habla de que hay que gobernar, recuperar el tiempo perdido, tomar decisiones es Salvador Illa. Bienvenido sea que un candidato hable en estos términos. Esta será la clave en estas elecciones. Si el diálogo político será este o volveremos a los coletazos del procés o del “y tu más”. Esperemos que el 12-M será un cambio de etapa, una nueva etapa, y que no entremos en un callejón sin salida, que es también más que posible. Que nadie descarte que los números queden tan envenenados que vayamos a una repetición electoral. Ya saben, gobernar está sobrevalorado.