Pere Aragonés ya es candidato de ERC y tiene garantizada la presidencia este año porque los presupuestos han sido prorrogados, pero le queda por delante un camino lleno de espinas. El president ha puesto todos los focos en la negociación con Madrid pero las asignaturas suspendidas las tiene en casa. Lean la sequía. Los pantanos están al 16% y cuando las restricciones sean duras el Govern no podrá refugiarse en la bandera porque le quedará el culo al aire. 

Tras una reunión en la cúpula, al menos eso nos cuentan aunque nadie confirma, Oriol Junqueras decidió dar un paso al lado. La Ley de Amnistía, a pesar de los problemas, verá la luz pero la disponibilidad del presidente de ERC para encabezar la candidatura republicana se podría retrasar hasta casi la campana de la convocatoria. El quítate tú para ponerme yo no hubiera sido un buen eslogan electoral para un partido, ERC, que no está viviendo su etapa más boyante. Además, si Aragonés se presenta y pierde, como todas las encuestas señalan, puede que se le abra al carismático dirigente republicano su ventana de oportunidad. Hoy la tiene cerrada y forzar la situación hubiera dejado a los republicanos sin líderes para afrontar una nueva etapa. Junqueras da un paso al lado pero se guarda los ases en la gatera. 

El president ufano con su designación nos anunció una crisis de gobierno que, visto lo visto, es una “supuesta” crisis. Laura Vilagrà será vicepresidenta y Sergi Sabrià viceconsejero. Seguirán haciendo lo mismo pero con “galones”. La designación de Sabrià, el jefe de la sala de máquinas, pone en evidencia también que el nombramiento de Patricia Plaja como portavoz del Govern pasará a la historia sin pena ni gloria. No ha aportado nada y no se vislumbraba que pudiera aportar en la recta final de la legislatura. Sabrià al menos hay que reconocerle que tiene mili y el colmillo afilado, muy necesario para afrontar los duelos que le esperan con Junts, siempre dispuesto a aguar la fiesta al Govern, y con el PSC que sigue disparado en las encuestas. 

Sin embargo, los cambios no han sido del agrado en ERC. Los “junqueristas” han arrugado el entrecejo porque los de Junqueras no han sido agraciados ni con un mínimo premio de consolación. Cuando se montó el gobierno fueron purgados de forma ostensible de la Plaza de Sant Jaume y tuvieron que buscar refugio en Calabria y algunas consellerias. Ahora no les ha tocado ni la pedrea. No es extraño que de forma lacónica un dirigente republicano dijera sin más comentarios “se ha equivocado”. 

Con este escenario, Aragonés tiene un año para recuperar posiciones. Un año para hacer lo que hasta ahora no ha hecho: gobernar. Por diferentes motivos, siempre esgrimidos como excusas, el president ha eludido tomar decisiones que hicieran saltar chispas, pero gobernar es eso: provocar chispas, algo que el president con su carácter excesivamente conservador y poco arriesgado ha evitado. Como conclusión se le acusa de no tener carisma. Seguramente ni a él ni a su entorno les debe agradar que se lo digan pero se lo ha ganado a pulso.

Ahora tiene las cosas de cara pero soy pesimista. No espero medidas inversoras en materia de agua, ni siquiera una crítica profunda al modelo educativo, menos aún un esfuerzo en sanidad y menos una decisión -al menos eso- sobre la ampliación de El Prat. En política se debe llevar la iniciativa y no solo administrar de forma reactiva. Como no espero cambios llego a una última conclusión: hasta febrero del 25 un año más perdido.