2023 pasará a nuestra historia como el año en el que se confundieron valores, la política se hizo pequeña y la ciudadanía se quedó huérfana en la solución de sus problemas.

Una aparente y superficial bonanza económica provocada por el mantenimiento, en ocasiones artificial, del empleo y por la creciente oferta de subsidios y paguitas, unida a una educación cada vez peor, han hecho de 2023 un año en el que no ha pasado casi nada, aunque en realidad ha pasado casi todo. Los bares y restaurantes siguen llenos, la gente continúa viajando, pero la realidad dista mucho de ser idílica, aunque en la superficie todo parezca ir bien porque, de vez en cuando, nos podemos tomar unas gambas con cerveza.

Lo peor no es la inflación, ni la deuda, ni el subempleo, ni los bajos salarios, ni el modelo económico. Lo peor es el deterioro de los valores de una sociedad que cuando despierte se dará cuenta de que está mucho peor de lo que cree y harán falta muchos años para recuperarnos. De entrada, nuestro PIB per cápita era en el año 2000 el 88% del de la media de los países de la OCDE. Ahora solo es el 76%. Y en educación los datos del último informe PISA son demoledores, caemos en todo.

Un discurso y una protagonista en televisión estos días jalonan nuestra realidad. Por un lado, un claro y duro mensaje de S. M. el Rey en Nochebuena, centrado en la defensa de la Constitución y las instituciones, es un claro reflejo de la crisis que estamos viviendo, con políticos trasteando con sus votos para mantenerse en el poder aun a costa de perder credibilidad en cada envite y hundir a sus partidos en un descrédito sin precedentes.

Por otro, la presencia de una deportista más que normal en las campanadas de La 1 es un fiel reflejo de hasta dónde ha llegado el petardeo patrio. Un desgraciado comportamiento de un presidente de federación a quien habría que haber echado por gañán hace mucho tiempo ha convertido en referente de un falso feminismo a quien fue protagonista de una fea anécdota y cuya reacción fue, como poco, confusa.

Cuando los políticos piensan en lo suyo en lugar de lo público, cuando se compran votos con concesiones inasumibles, cuando un poder trata de salirse de sus límites, algo serio ocurre. Cuando Hamás y los hutíes felicitan a nuestro Gobierno mientras nuestros aliados naturales nos dan la espalda, algo serio ocurre. Cuando se insulta al líder de los populares europeos de la peor manera que se puede insultar a un ciudadano alemán, algo serio ocurre. Cuando se abuchea en el Parlamento Europeo al presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, algo serio ocurre.

Es difícil de entender lo que está pasando por la cabeza del presidente del Gobierno. Por un lado, es innegable su éxito personal en las elecciones de julio. Se echó la campaña a la espalda y en un torero dejadme solo logró unos resultados inimaginables tras la derrota en las autonómicas. Pero de igual modo que son de alabar su carisma y capacidad de resistencia, tampoco se entiende cómo ha destrozado su imagen en España, pero, sobre todo, en el entorno europeísta y atlantista. De ser candidato a todo, de parecer íntimo de Macron y Rutte, a ser prácticamente repudiado por todos. Ya puede olvidarse de la Secretaría General de la OTAN o de la presidencia de la Comisión de Europea, puestos a los que parecía candidato natural. En menos de seis meses se ha cargado una imagen bien construida en seis años.

Los continuos cambios de opinión, antes conocidos como mentiras, las alianzas con partidos que, aunque legales, no representan a lo más centrado de nuestra sociedad, la obsesión por colocar en instituciones y parece que ahora hasta en empresas a personas afines, son el caldo de cultivo para un 2024 lleno de broncas. Si hasta 35 directores generales de la administración del Estado no son funcionarios, algo nunca visto y cada vez hay más embajadores que no son diplomáticos, incluso en la ONU, la entrada de la SEPI en Telefónica parece el inicio del siguiente capítulo de la conquista del poder absoluto, no siendo descartables compras de acciones de otras empresas estratégicas por parte de la SEPI.

Si en 2023 ha habido cosas que nos han asombrado, preparémonos para lo que nos depara 2024.