Lo mejor del caso de la policía que se hizo novia de un CDR de Girona para conseguir datos de esos activistas estaba todavía por llegar. Van saliendo detalles a la luz gracias a que el CDR burlado las confiesa públicamente, y hay que reconocer que si lo hace para dar pena lo está consiguiendo con creces, su patetismo es difícil de igualar. En su última comparecencia, destacó con pesar que durante el noviazgo -falso, aunque él lo ignorara- llegó a visitar la casa de su presunta prometida, y la madre le siguió el juego a la hija. Que la madre de la espía disimulara ante su presunto yerno ha hecho que se rasguen las vestiduras los CDR, que no conciben que la mujer colaborara con la policía.
Madre no hay más que una, y hace lo que sea por su retoña. Si la niña es espía, a una madre no le queda otra que colaborar en sus misiones, hasta ahí podíamos llegar, a ver si se creían los CDR que al ver al bobo del activista en su casa, la señora aprovecharía un descuido de la hija para decirle a éste, susurrando, que no se fíe, que la niña no es trigo limpio, que no es lo que parece, lárgate antes de que te arrepientas. Todo lo contrario, imagino que la buena señora dedicó los días anteriores a la visita del primo de Girona -porque más que un yerno, aquello era un primo- a preparar la casa hasta el último detalle, a esconder bajo siete llaves las fotos de la niña jurando bandera con el uniforme de la Policía Nacional, sacar la bandera española del balcón, poner en un cajón el retrato del Rey que adorna el recibidor y mandar a la tintorería el uniforme de bonito que la agente guarda en casa por si se celebra algún acto oficial imprevisto y hay que asistir de gala.
No sólo eso, sino que, arriesgándose al qué dirán de los siempre chismosos vecinos, colocó una estelada en lugar bien visible de la fachada y preparó la tele para que al encenderla saliera siempre TV3, que en esta casa no vemos otra cadena y la Rahola es el camino, la verdad y la vida. Los discos de zarzuela y de la movida madrileña -tengan en cuenta que en este hogar convivían un par de generaciones- fueron sustituidos por los de Lluís Llach y rock català, quién sabe de dónde los sacó la buena mujer, una madre es capaz de revolver Roma con Santiago por una hija. Por no hablar de las horas de comer, de las cuales quedaron postergados cocidos, gazpachos e incluso espetos de sardinas, y su lugar en la mesa fue ocupado por pa amb tomàquet con fiambres variados, calçots y butifarra con judías. Lo que haga falta para que el primo, digo el novio, no sospeche. El traje de faralaes con el que la suegra se divierte de vez en cuando yendo a bailar sevillanas fue reemplazado por la falda plisada de bailar sardanas y sus correspondientes alpargatas, a saber si la madre de la agente no asistió incluso a un curso acelerado de la dansa més bella de totes les que es fan i es desfan.
Una madre al novio de su hija le oculta todo, incluso encierra en el baño los tres hijos --si los hubiere- que la niña tuvo en otra relación, recomendándoles que no hagan ruido si quieren otro papi. ¿Cómo no va a ocultar la profesión de la hija? Si la niña le dice al novio que trabaja de peluquera, pues peluquera será, y si le ha convencido de que es astronauta, la madre adornará la casa con fotos de la luna y saturno, faltaría más. En lugar de criticar a esa madre que ha hecho lo que haría cualquier madre, los de la CUP deberían admirarla. ¿O es que sus propias madres no intentarían engañar a la policía si irrumpieran en casa los agentes en busca de pruebas contra ese niño que a su edad continúa haciendo el zángano?
Como le diría la agente infiltrada al inocente que creyó haberla enamorado: madre no hay más que una, y a ti te encontré cortando una vía.