Una pequeña Juana de Arco en un avispero de carolingios y sarracenos. La lideresa de Ripoll, Sílvia Orriols, no se da cuenta de que vive en una ciudad inmemorial y demasiado bella como para recibir el maltrato de una distopía construida sobre los fundamentos del pujolismo mesocrático, en su vertiente más folclórica.
Su plataforma, Aliança Catalana, es un esqueje bizarro, nacido en el tronco de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC); una especie de hijo pródigo, como lo que es Vox respecto al PP. Los mentores de Sílvia Orriols, antes vinculados a la alcaldía del convergente Jordi Munell, son ex miembros del partido que fundó Pujol, voces sin rumbo que, después suicidio soberanista de la antigua Convergència, han hecho suya la ideología prusiana del lebensraum, el espacio vital entre la ciudad y sus parroquias circundantes. Han ido del adoquín a la cequia. Han formateado el odio al magrebí en la mente de sus vecinos; han convertido palabras casi indoloras en marcos mentales xenófobos y han ganado las elecciones municipales del 28-M, con el doble de votos que JuntsxCat.
Dicen que ella ha tenido a su favor el miedo cerval de la gente a la luna mora. Y no es para menos, después de los atentados de la célula yihadista de Ripoll que costó 16 muertes, en 2017, en Barcelona y Cambrils. Nadie ha podido digerir que unos muchachos conocidos por todos, como buena gente -el mecánico de la esquina, el aprendiz del horno, el becario de un despacho o el empleado en una antigua fábrica, pongamos por caso-, se convirtieran de la noche a la mañana en islamistas fríos. Aquel shock inasumible vivió su segunda crisis al aparecer la serie 800 metros, emitida en Netflix, un resumen exhaustivo de la tragedia, en la que se ve como los yihadistas preparan su atentado diciendo cosas, como “ahora os vais a enterar”.
El episodio dejó un recuerdo imborrable y Silvia Orriols ha sabido jugar sus cartas a base de repetir que “la inmigración nunca se integrará, que es el origen de muchos males y que no es posible la mezcla de dos civilizaciones muy distintas”, etc. Barbaridades para generar temor y ofrecer la solución fácil del populismo matón.
Orriols se hizo con una concejalía en los comicios de hace cuatro años. Con el tiempo, superó haber sido señalada como el grito solitario que pronto plegaría velas; y finalmente, cuajó con su discurso excluyente. El miedo es la senda de los gobiernos ultras, especialmente el miedo a los que rezan en otra lengua y se encomiendan a otro Dios. Orriols no proclama el temor a la inseguridad sino al otro.
Las ideologías autoritarias germinan bien en el caldo de cultivo de los nacionalismos. Cuando un gran nacionalista, como Jordi Pujol por ejemplo, realiza el recuento de su ideario original, acaba reconociendo su afición al hard core. Así lo hemos visto en la reciente reedición de su primer libro Des dels turons a l’altre banda del riu, un manifiesto aparentemente gandiano, por su viaje al centro del país, donde habitan entonces -años sesenta- la exclusión económica y el miedo a la libertad, tan socorrido por Erich Fromm.
Esta nueva edición de Ed Comanegra, a cura de Joan Safont, enumera los ideólogos que le llevaron al Joven Pujol al nacionalismo por encima de los modelos citando a Bergson, Bouttroux, Pigau o Malraux, sumando a su lita al cínico hitleriano Knut Hamsun a Ernest Jünger y añadiendo a Gabriele D’Annunzio, enorme escritor e ideólogo de Mussolini. Así lo desvelan los cuadernos de cárcel de Pujol, en su etapa en el penal de Zaragoza, después de sufrir un Consejo de Guerra.
Claro que Pujol ha sido siempre un antifascista, pero la verdad madura destila que el nacionalismo es en sí mismo un pensamiento envolvente que lo incluye todo, incluido el demonio del crimen político, a cambio de que su única referencia: la patria. Así aprendieron a pensar los seguidores del president en la Cataluña interior, donde el naturalismo conduce a Prometeo y al adanismo de la superioridad racial.
En el Monasterio benedictino de Santa Maria Ripoll, los monjes han elegido siempre a sus propios abades, siguiendo la regla de su dicasterio. Pero les aseguro que el particularismo de Aliança Catalana pone de los nervios a los pastores. Desde que se conoce el programa de Silvia Orriols, en el scriptorium románico de Wifredo, los capitales lloran lágrimas de junio.