La farmacéutica barcelonesa Esteve, una de las más antiguas de España, ha experimentado en los últimos tiempos una honda transformación. A finales de 2019 vendió Pensa, su potente filial de medicamentos genéricos, por 330 millones contantes y sonantes. Esa ingente masa de recursos no permaneció ociosa. Solo un mes después, se utilizó íntegramente para adquirir la alemana Riemser.
El objetivo cardinal de ambos trasiegos reposa en centrar la actividad del consorcio en los fármacos hospitalarios propios y, a la vez, avanzar en su expansión internacional. Pensa aportaba la mitad del giro consolidado del grupo. Así que su salida del perímetro corporativo supuso una draconiana mengua de los ingresos. Gracias a Riemser se recuperó parte del terreno perdido.
Los frutos del cambio de orientación ya empiezan a recogerse. En 2021 el plan estratégico se cumplió con creces. Las ventas ascendieron un 21% hasta 550 millones y el beneficio neto rondó los 14 millones.
Las raíces de la saga farmacéutica Esteve se retrotraen a mediados del siglo XVIII, cuando Tomás Esteve Gabanyac, campesino de la Cerdanya, cursa estudios de farmacia, se traslada a Manresa y se hace cargo de la botica del Hospital de Sant Andreu.
Su hijo Tomás Esteve Florensa sigue la tradición. Abre en 1787, en el centro histórico de Manresa, una farmacia que todavía subsiste y funciona en poder de la dinastía.
Las siguientes hornadas de la familia perseveran en el oficio hasta que Antonio Esteve Subirana decide dar un paso al frente. En paralelo al negocio comercial, aborda de lleno la producción industrial. Para ello, monta su propio establecimiento en el jardín de su casa de Manresa en 1929, con el nombre de Laboratorios del Dr. Esteve.
En 1949 acontece otro hito señalado en los anales de la casa. El médico británico Alexander Fleming, descubridor de la penicilina y premio Nobel, efectúa una visita a España. En el curso de ella, conoce en persona a Antonio Esteve y el emporio que está erigiendo, de cuyos progresos ya tenía noticia.
El máximo impulso del conglomerado florece cuando toman el mando sus inmediatos sucesores, los hermanos José, Juan y Montserrat Esteve Soler. Bajo su rectoría, la empresa crece como la espuma. A comienzos de los años ochenta del siglo pasado alcanza el liderazgo del mercado nacional y se sitúa por delante de gigantes de la talla de Almirall, Antibióticos, Bayer, Beecham, Sandoz, Abelló y Geigy. Se mantiene en la cima del ramo durante toda la década hasta que, a principios de los noventa, cede la primacía a Almirall, propiedad de Antonio y Jorge Gallardo Ballart.
Desde 2005, el gobierno de Esteve corre a cargo de la tercera generación, encarnada en el presidente Albert Esteve Cruella. Le acompañan en el consejo de administración Silvia Gil-Vernet Esteve, Joaquín Monleón Pagés, Julio Rodríguez Izquierdo, Javier Cano Lucaya, Santiago Descarrega Anmella, Jesús María Caínzos Fernández, Xavier Freixes Portes, Jacques Tapiero, Alessandro Banchi y Jordi Esteve Escoda. Este último representa ya la cuarta generación.
Tras casi un siglo de historia, Esteve luce más vigor y robustez que nunca. La holding Corporación Esteve alberga unos activos de más de mil millones y un patrimonio de casi 700. Sus tentáculos se extienden por medio mundo y sus medicinas llegan a siete millones de personas.
Los Esteve poseen el 83% del capital. El 17% restante está en manos de Joaquín, Eulalia y Francisco Monleón Pagés. Tal paquete procede de la época fundacional del laboratorio. A la sazón, el iniciador del negocio, Antonio Esteve, tenía a su servicio un director administrativo de toda confianza, a quien cedió un buen lote de acciones.
Grupo Esteve no se ha planteado seriamente dar el salto a la bolsa, tal como hizo en su día su colega Almirall. Pero quién sabe. El futuro no está escrito. El opíparo lanzamiento bursátil de Almirall, acaecido en 2007, brinda un ejemplo luminoso del espectacular pelotazo que los dueños de Esteve podrían llegar a propinar. Como decimos por estos andurriales, “de més verdes en maduren”.