El próximo 19J se celebrarán las elecciones autonómicas andaluzas. La mayoría de las encuestas indican que el PP engulle a Ciudadanos, con lo que conseguiría alzarse con el mayor número de escaños, el PSOE se estanca con un candidato con escasa capacidad de arrastre, Vox continúa creciendo aprovechando el grado de crispación y confrontación que poco a poco va intoxicando a la sociedad española, y UP confirma el destino histórico de la izquierda de la izquierda, su instalación en la división interna después de un caótico cierre de candidatura.
Analizando con rigor la gestión de estos cuatro últimos años son escasos los logros de la gestión del gobierno de la Junta. En estos años se ha producido el desplome de la convergencia con la UE, el PIB por habitante de Andalucía ha retrocedido en cinco años más que la media española y es inferior al 75% de España. El peso de la industria andaluza en el conjunto del país se ha reducido un 10%. La crisis de la pandemia ha supuesto en Andalucía la desaparición de más de 20.000 empresas lo que supone una disminución del 7,7%, la mayor de todas las comunidades autónomas. La Andalucía gobernada por el PP sigue liderando las tasas de pobreza, paro (especialmente el juvenil), precariedad y temporalidad en el empleo de todas las CCAA.
El milagro de Moreno Bonilla también se ve desmontado en lo que a fiscalidad y servicios públicos se refiere. En el periodo 2020-2021 se produce una pérdida del 11,6% en la recaudación y en el 2021 un incremento de la deuda de 1.200 millones de euros. El servicio sanitario andaluz sigue siendo de los peores de España. Pese a contar con 2.350 millones de euros adicionales del Gobierno central, Andalucía lidera, junto a Cataluña, las listas de espera de pacientes. En el terreno educativo, hay 2.000 unidades educativas públicas menos, especialmente en zonas rurales, y se han puesto a 3.000 docentes en la calle. La gestión del PP no ha representado ninguna modernización ni avance en lo económico y social, ni mejora en los servicios públicos (dependencia, educación, salud).
A pesar de los datos negativos apuntados, el enigma de estas elecciones es que el partido que preside la Junta figura como favorito en las encuestas.
El PP se ha convertido en el partido institucional de Andalucía, poco a poco ha ido sustituyendo a la estructura clientelar del PSOE. Una sociedad subvencionada cambia fácilmente de dueño. La izquierda desmovilizada se instala en la abstención. No existe entusiasmo con las derechas reunidas, pero sí se constata un creciente descontento ciudadano con la gestión del Gobierno PSOE-UP, que a pesar de sus logros sociales y económicos no son percibidos como tales por gran parte de la población.
El PSOE, que gobernó Andalucía durante casi 40 años, se presenta con un candidato de bajo perfil y con una organización muy debilitada incapaz de recordar a los ciudadanos los avances y la modernización de Andalucía durante los años de gobierno socialista. El PP es el nuevo partido institucional que necesita que no suba la temperatura ni el ruido durante la campaña electoral, lo que supone que Ayuso tendrá una mínima participación en ella. En el escenario andaluz el PP no confronta con Vox, no necesita a la destroyer Ayuso, sino que aspira a sumar los votos de Cs. Unidas Podemos a la deriva enfangada en sus rencillas cainitas. Por último, Vox un partido ultranacionalista y antieuropeísta, que necesita el ruido, la confrontación, las descalificaciones y que ha encontrado en la chulería tabernaria de una mujer, Macarena Olona, a su lideresa guerrera.
Las izquierdas cometerán un grave error si sitúan a Vox en el centro del debate, por el contrario, deben situar en el eje de su campaña las preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos. Según el último barómetro de la Junta, siete de cada diez ciudadanos, hablan del desempleo, el encarecimiento de los precios y el ineficaz funcionamiento de la economía cotidiana como los grandes problemas de Andalucía. Todo ello se manifiesta en un creciente grado de desafección hacia toda la clase política que se ubica en Madrid. Pocos se posicionan en términos de enfrentamiento izquierda vs derecha.
Hay demasiado ruido y palabrería huera, pocas ideas y propuestas poco realizables. Andalucía sigue necesitando una sociedad civil capaz de organizarse al margen de las prebendas institucionales, superando la dependencia institucional de las instituciones que la gobiernan. Un estado del bienestar eficaz y eficiente que garantice las condiciones y calidad de vida de sus ciudadanos. Unas empresas con capacidad de innovación, investigadores con presupuesto y una clase trabajadora organizada con alto nivel de cualificación. El reto, sin duda, es aprovechar su capital humano e innovador para entrar en la modernidad.