¿A dónde van a parar las pastillas de jabón de los hoteles?
Shawn Seipler es el fundador de Clean the World, una ONG que se dedica a reciclarlas para distribuirlas entre las comunidades vulnerables
5 junio, 2022 00:00Hace 13 años, Shawn Seipler vivía felizmente con su esposa y cuatro hijos en Orlando, era propietario de dos viviendas y se ganaba muy bien la vida como vicepresidente de una multinacional tecnológica, un empleo que le gustaba, a pesar de que le obligaba a viajar cuatro o cinco días a la semana por ciudades del norte de Estados Unidos.
“Me crié en el sur de Florida, soy de sangre caliente. Así que cuando me tocaba viajar a Mineápolis, donde estaban mis mejores clientes, siempre volvía al hotel al final del día para darme una ducha caliente, abrigarme y beberme un cóctel”, explica por e-mail este empresario estadounidense de 46 años. Una de esas noches, se encontró preguntándose a sí mismo: “¿Qué harán con esa barrita de jabón o esa pequeña botella de champú inacabada cuando me vaya? Si mi ruta habitual suele ser Nueva York el lunes, Chicago el martes, Mineápolis el miércoles, ¿por qué nunca se me ocurrió llevármelas de ciudad en ciudad?”.
Un millón de barritas a la basura ¡al día!
Movido por la curiosidad, llamó a la recepción del hotel y lanzó la pregunta a la recepcionista. Esta, que ya lo conocía de otros viajes, le animó a tomarse otro cóctel y olvidarse del asunto. Pero Seipler insistió, y la mujer tuvo que decirle la verdad: los tiraban todos a la basura. Esa misma noche, desde la habitación del hotel de Mineápolis, se puso a investigar y hacer sus cálculos:
Teniendo en cuenta que en 2009 en Estados Unidos había 4,6 millones de habitaciones de hotel con una ocupación media del 60%, significaba que cada día se tiraban a la basura cerca de un millón de barras de jabón, solo en su país. La cifra le pareció tan desorbitada, que entonces se puso a investigar si habría alguna forma de reciclar todas estas barritas. La respuesta era fundirlas y convertirlas en una pastilla nueva. Ahora solo faltaba pensar qué podía hacer con todas esas pastillas de jabón reciclado. En internet encontró la respuesta: en 2009, cerca de 9.000 niños menores de 5 años morían a diario por culpa de una neumonía o una diarrea, dos enfermedades que podían dejar de ser mortales si esos niños tenían acceso a una pastilla de jabón y aprendían a lavarse las manos.
Desde un garaje
“Todo lo que tengo que hacer es averiguar cómo poner el jabón reciclado en manos de estos niños”, pensó Seipler desde la habitación de su hotel en Mineápolis. Unas semanas después, fundaba Clean the World, una organización con sede en Florida dedicada al reciclaje y distribución de jabón recogido en hoteles para salvar vidas en todo el mundo.
“Cuando llamé a mi familia alemana para contarles que quería dejar mi trabajo en la multinacional para ponerme a recoger restos de jabón por los hoteles para reciclarlos y salvar vidas de niños de todo el mundo, me dijeron que no lo hiciera”, recuerda Seipler, que es medio alemán, medio puertorriqueño. Entonces se dirigió a sus familiares boricuas, y le ofrecieron su apoyo enseguida. Juntos empezaron a contactar con los hoteles de Orlando y convirtieron el garaje de su primo en el centro de operaciones: allí almacenaban las barras de jabón usadas, que luego raspaban con un pelador de patatas y trituraban en una picadora de carne. El siguiente paso era ponerlas a hervir en ollas de cocción lenta hasta conseguir una masa que rellenaría los moldes de la nueva pastilla de jabón. “Nos llevaba 24 horas hacer 500 pastillas de jabón”, recuerda el emprendedor por e-mail.
El Covid-19 lo cambia todo
Trece años después, Clean the World ha donado ya cerca de 70 millones de pastillas de jabón recicladas y está presente en 127 países, especialmente en Filipinas, Zambia, Estados Unidos, Haití, y Honduras. La misión de Seipler sigue siendo la misma –salvar vidas de niños a través de la mejora de la higiene—, aunque en los últimos años ha expandido su programa de servicios para poder dar alcance a otras comunidades vulnerables, desde los afectados por desastres naturales o conflictos bélicos, a las personas sin hogar.
“La pandemia de Covid-19 ha cambiado la forma en que el mundo ve la higiene. La misión de Clean the World se ha vuelto más importante que nunca, y el hecho de que cada vez se sumen más hoteles a nuestra red de colaboradores es una prueba de ello”, asegura, orgulloso.
Jabones, duchas y talleres educativos
Además de distribuir jabones reciclados y ofrecer otros servicios como duchas móviles y talleres educativos de higiene personal, Clean the World, que forma parte del Grupo Mundial WASH (Lavar) de las Naciones Unidas, está al pie de cañón cuando se trata de ayudar ante desastres humanitarios. Durante los últimos años, la ONG ha distribuido jabón entre refugiados sirios y somalíes y ha atendido a decenas de inmigrantes latinoamericanos atrapados en la frontera entre Estados Unidos y México. En la actualidad, trabaja en un proyecto para repartir 200.000 kits de higiene –jabón, cepillo de dientes y dentífrico— en Ucrania y los países fronterizos de Polonia y Rumanía, a donde llegan cientos de miles de refugiados ucranianos que huyen de su país por la invasión rusa.
“En un futuro próximo queremos seguir expandiendo nuestra red de hoteles colaboradores. Queremos abrir operaciones en Australia, China y Medio Oriente”, explica Seipler, orgulloso. También están trabajando en un nuevo programa de microempresas sociales en África e Hispanoamérica, de modo que organizaciones locales puedan fabricar el jabón ellas mismas a partir del jabón de los hoteles que les envíe Clean the World. Otra novedad es el futuro lanzamiento de un sistema que permita a los huéspedes de un hotel “seguir el recorrido de su barra de jabón” después de usarla. También están explorando otros productos que puedan crear a partir del plástico reciclado de los recipientes de jabón.
Reducir la mortalidad infantil por falta de higiene
No obstante, Seipler no olvida nunca la misión que lo llevó a crear Clean the World: contribuir a la tarea de reducir la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años a causa de enfermedades relacionadas con la falta de higiene. Según dijo a Efe, de 2009 a 2020 el índice ha disminuido un 65%.
Seipler habla con ternura de las madres a las que entregan cada año seis millones de pastillas de jabón, mujeres víctimas de una “pobreza abyecta” que agradecen que con esos productos desperdiciados en los países avanzados quizás no tendrán que seguir enterrando a sus hijos. “El momento de mayor orgullo para mí es cuando me dicen: 'Oramos para que no solo nos traigas más, sino para que puedas llevar jabón a otras madres del mundo que están sufriendo igual que nosotras'”, explica.