El BBVA es uno de los cotizados en bolsa que más ha madrugado a la hora de publicar el informe de retribuciones de su estado mayor. De él se desprende que un año más, el reparto ha constituido para la cúpula ejecutiva un auténtico festival dinerario. Los dos máximos mandarines, el presidente Carlos Torres y el consejero delegado Onur Genç, amasaron casi 15 millones en total.
Esta espectacular cantidad no es estrictamente comparable con la que ingresaron en 2020, dado que ambos tuvieron en aquella ocasión la delicadeza de renunciar a la parte variable de su gratificación. Adujeron que era imperativo dar ejemplo al pueblo llano porque estaba sufriendo el azote de la pandemia.
En 2021 el virus siguió golpeando España y el planeta entero, pero los dos banqueros decidieron recuperar el momio anterior. Deben pensar que con un año de contención es más que suficiente y va que arde.
Carlos Torres, el jefe supremo de la casa, devengó en 2021 nada menos que 7,8 millones. Ello supone una suculenta alza del 81% sobre el año precedente.
A la vez, su escudero el turco Onur Genç obtuvo 6,8 millones, casi un 100% más. Dicho con otros términos, Torres se embolsó 650.000 euros mensuales y su mano derecha, 566.000. Uno y otro cosecharon en un solo ejercicio mucho más de lo que cualquier currante de este país recogerá en toda una vida de esforzados sacrificios laborales.
Conviene señalar que el repertorio de percepciones de los gerifaltes del Ibex no tiene nada que ver con la nómina de los ciudadanos corrientes y molientes. Esos gestores de postín acaparan emolumentos por los conceptos más variopintos: sueldo fijo, sueldo variable, aportaciones al plan de pensiones, complementos, dietas de asistencia a los consejos de administración, primas de seguros, remuneraciones en especie, entrega de acciones “gratis total”, etc. Además, algunos chollos se difieren durante varios años a fin de que el monto completo quede más difuminado a los ojos de los accionistas.
Para hacernos una idea de la complejidad de los sistemas retributivos que disfrutan estos oligarcas, baste señalar que el informe anual de BBVA sobre el particular ocupa un volumen de 81 páginas.
El banco, como si pretendiera curarse en salud, señala que la soldada de sus primeros espadas está en línea con la de sus homólogos de otras instituciones crediticias españolas y europeas.
La corporación más semejante a BBVA en la península Ibérica es el Santander. Su presidenta Ana Patricia Botín cobró en 2020 un total de 6,8 millones. La suma de 2021 se desconoce, porque el coloso cántabro no ha publicado todavía los datos. Pero en función de lo que declaró en 2020, el estipendio de Torres representa un 15% más. En consecuencia, y en honor a la verdad, no se puede afirmar que la recompensa de Torres sea análoga al de Ana Botín, sino bastante superior.
Lo que BBVA no detalla es si la paga de sus empleados resulta equiparable a la que perciben los trabajadores de los bancos del mercado común. Pero evidentemente no lo es. Así, lo que vale para la alta dirección no se aplica a los subordinados, en una suerte de ley del embudo que siempre beneficia a los capitostes.
Entre los miembros del consejo que no desempeñan labores gerenciales figuran unos cuantos que recolectan más de medio millón al año. En esta privilegiada categoría se encuentran Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España; José Miguel Andrés, ex presidente de la auditora Ernst & Young; y Juan Pi, ex presidente de la informática IBM.
El mandamás Carlos Torres fue nombrado consejero delegado en 2015. Cuatro años después se encaramó a la presidencia. Relevaba a Francisco González, que hubo de renunciar a la poltrona acosado por el escándalo de la contratación del famoso policía José Manuel Villarejo.
Desde su ascenso a la cima de la entidad, Torres ya se ha llevado a la faltriquera 37 millones. Además, BBVA ha transferido 24 millones al fondo de pensiones personal que Torres heredará cuando se jubile. Aún le queda mucho trecho hasta alcanzar los 160 millones que su antecesor González arrambló entre 2001 y 2019. Si le dan tiempo, todo se andará.
Dice el sabio refranero que de enero a enero gana dinero el banquero. En el caso de BBVA el verbo ganar se queda muy corto, porque los jerarcas de la cúspide literalmente se están forrando a costa de los accionistas.