Existe una preocupación creciente en muchos ámbitos de la vida española, públicos y privados, porque las ayudas de los fondos europeos, los llamados NGEU (Next Generation European Union), no están llegando con la celeridad anunciada. Mas allá del dato y la noticia, debemos intentar averiguar qué sucede y qué remedios se pueden aplicar para desbloquear esta situación. Peligrosa por las implicaciones que pueda tener en la reactivación de la economía española.
Estamos ante unas ayudas de carácter público, que por consiguiente deben cumplir los requisitos de transparencia y libre concurrencia. La convocatoria del Next Generation es extraordinaria y temporal. Son 140.000 millones para repartir entre 2021 y el 2023, entre subvenciones y préstamos. De ahí su importancia, por su cuantía y temporalidad. Lo impulsa la propia Unión Europea, que es la última instancia de validación de todo el proceso, y sus correspondientes certificaciones y los diferentes Estados miembros son los canales de difusión y recepción de las diferentes solicitudes de los programas de los fondos europeos.
En el caso de España, con un Estado descentralizado, las Administraciones autonómicas podrían tener un papel relevante. Surge la pregunta: ¿por qué tenemos estos famosos cuellos de botella? España ejecutó bien las ayudas del Feder en los años 90, para modernizar las infraestructuras de todo el país. Muchas Administraciones hicieron obras con estos recursos. Las ayudas del Feoga para la agricultura también se ejecutan bien.
Permítanme, pues, aventurarme en algunas hipótesis. No olvidemos la crisis del 2008, cuando, para frenar el gasto público, el mantra en Europa fue la austeridad. Muchos países, España entre ellos por su situación económica, dictaron muchas normas de control del gasto público (reducción de deuda, congelación de trabajadores y salarios en el sector público). Por consiguiente, la mayoría de las Administraciones en España vieron cercenadas sus capacidades de gasto y gestión.
En este contexto hay que añadir las normas que también se dictan para corresponsabilizar a los funcionarios, con referencia expresa a interventores y secretarios para controlar el gasto, especialmente el supuestamente indebido. El mensaje era ‘aquí no se gasta y ojo en qué se gasta’.
Este cóctel de factores nos lleva en la actualidad a una situación de cuasi parálisis. Las convocatorias de subvenciones con años de tradición en el funcionamiento avanzan, funcionan. Nadie tiene dudas. No sucede lo mismo con estas nuevas convocatorias extraordinarias, con las nuevas líneas. Se hacen más complejas y difíciles de evaluar. Entramos en la desconfianza sistémica. Entre Administración y administrado. E incluso entre Administraciones. Si analizamos las cantidades asignadas hasta el presente, gran parte son dentro del perímetro público. El marco legal lo permite. Sin embargo, con el sector privado estamos en una harina de otro costal. La garantía de transparencia y libre concurrencia debe prevalecer siempre, las sombras del amiguismo son muy largas, por ello hay que habilitar circuitos jurídico-técnicos complementarios (notarios, censores jurados…) que validen y den fe legal de muchos miles de expedientes (pensemos en las pequeñas, micro y medianas empresas) y que descarguen la tarea del funcionario desbordado y preocupado por no cometer errores. No olvidemos que los programas habituales se deben continuar gestionando y, por lo tanto, los fondos Next Generation son un programa sobrevenido; muchas veces, los responsables públicos desconocen la dinámica técnica de muchas de las nuevas convocatorias. La realidad y la legalidad no van al mismo ritmo en muchas de estas nuevas situaciones.
Tal vez haya algunos que puedan pensar que se pierde el control público, que se pervierte la puridad legal. Hay mucho fedatario público en los límites externos de la Administración. El peligro es que nos bloqueemos. No sirve de mucho tirarse los trastos a la cabeza. Todos los grupos políticos gobiernan Administraciones. Este dato debería obligar a todos a ser prácticos. Dar a conocer los calendarios de publicación de las diferentes convocatorias puede ayudar al resto de Administraciones, pero, en especial, a las pequeñas y medianas empresas a planificar y optimizar sus recursos. Disponer de información con tiempo también genera seguridad y confianza. Los trámites administrativos no demandan alharacas, se pide gestión, innovación, profesionalidad, rigor y mucha tecnología bien aplicada.