Cataluña es un país en declive económico, en plena decadencia política y sobre todo condenado a la irrelevancia si no se produce un cambio significativo el 14-F. Ha llegado el momento de recuperar el tiempo perdido, las energías dilapidadas y la reputación desvanecida como consecuencia de un periodo de absoluto desgobierno.
La reconstrucción de Cataluña exige un nuevo gobierno que se preocupe por la solución de los problemas que afectan a los ciudadanos y que sea capaz de encarar la profunda crisis económica derivada de una gestión nefasta, a la que se ha sumado una crisis sanitaria de dimensiones desconocidas. Nuestra sociedad ha vivido en pocos meses un cambio tecnológico de muchos años. Uno de los ejes principales de la reconstrucción catalana pasa por responder a este reto y ayudar a construir en coordinación con el resto de España un sistema de ciencia, tecnología e innovación.
“La crisis sanitaria ha puesto a la ciencia en un lugar preeminente de la sociedad española y en la toma de decisiones de las administraciones, poniendo de manifiesto el papel de la ciencia y del acceso al conocimiento como palancas esenciales en los planes de reconstrucción de España y de la UE”. La crisis también ha hecho aflorar la insuficiencia del sistema de ciencia e innovación en sectores estratégicos determinantes y la necesidad de desarrollar un modelo de investigación paneuropeo abierto y sólido. Disponer de una fuerte apuesta inversora en I+D y el uso inteligente de la tecnología es un poderoso instrumento para combatir de la forma más eficiente cualquier pandemia sanitaria.
Los recortes presupuestarios de la década 2010-2019, llevados a cabo por un Gobierno de España miope, profundamente conservador y carente de estrategia de Ciencia, Tecnología e Innovación, colocaron a nuestro país a la cola del I+D+i europeo. Cataluña se sumó a esa lógica perversa siendo una de las regiones europeas con menos dinamismo en investigación, invirtiendo un porcentaje del PIB en I+D+i por detrás del País Vasco, Madrid y Navarra, y muy por debajo de la media de los países de la UE.
Obsesionado por la secesión, el Govern ha subordinado su estrategia en el campo de la innovación, la ciencia y la tecnología a una actividad de agit-prop. Su “estrategia” se ha basado en la elaboración de Planes Estratégicos, escasamente operativos y poco eficientes, como el Pacto Nacional por la Sociedad del Conocimiento y el Pacto Nacional por la Investigación y la Innovación, con escasa dotación presupuestaria, bajos niveles de ejecución y ausencia de organismos que controlen su desarrollo. Relevante la paralización en los últimos años de la red de centros de investigación que creó el conseller Mas-Colell.
El Govern, en su permanente obcecación por la confrontación, no ha sido consciente de la necesidad de la cooperación institucional para abordar la ejecución de proyectos de alto contenido tecnológico. Solo han tenido viabilidad aquellos proyectos con la participación y financiación de organismos internacionales y que se vehiculan a través del Gobierno de España. Citemos entre ellos, el Barcelona Supercomputing Center (BSC), una gran infraestructura científica, donde participan el gobierno español, la Generalitat y la UPC y que acoge a uno de los tres superordenadores europeos de última generación, el Mare Nostrum 5 y que durante la pandemia ha participado en investigaciones relacionadas con el virus. Otro ejemplo sería la sede en Barcelona de la Agencia de la UE Fusion for Energy, vinculada al proyecto ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor).
A nivel estrictamente nacional, otro referente de colaboración institucional con el Gobierno de España sería la apuesta del Consorcio de la Zona Franca, conjuntamente con el Ayuntamiento de Barcelona, para convertir la sede central de Correos en un hub de actividad económica destinado a equipamientos al servicio de la economía digital, la formación, el conocimiento, la investigación y el emprendimiento.
Incluso el proyecto de la llamada "NASA catalana" (New Space), destinado a invertir en la nueva economía del espacio y ayudar a mejorar la conectividad 5G y el desarrollo de nuevos servicios digitales, es una excelente idea que exigiría la coordinación estatal para poder captar los fondos de recuperación europeos. Proyecto condenado al fracaso si solo se limita a ser un instrumento de agit-prop y un nuevo business reservado a empresarios vinculados al procés, que reciben subvenciones y adjudicaciones directas a través del tráfico de influencias y al abrigo del poder político.
El futuro tecnológico de Cataluña necesita a Barcelona y su entorno metropolitano como hub tecnológico y del conocimiento, incrementando el gasto público y privado en innovación e impulsando la colaboración entre las administraciones, las empresas, las universidades y los centros tecnológicos.
Lo que Cataluña necesita el 14-F es un Govern capaz de superar el procés y de reconstruir el tejido productivo, económico y social, destruido por una década de desgobierno. Lo que Cataluña necesita es un Govern capaz de abordar el futuro y garantizar las condiciones que respondan al reto del cambio tecnológico.