Según datos publicados el 15 de julio por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, el 75% de los casos positivos de Covid detectados en Cataluña lo son sin que se establezca ninguna conexión con otro positivo. El dato más preocupante es que sólo han sido detectados entre 0-2 casos por cada uno del total de los casos positivos, lo que demuestra una escasa actuación de seguimiento y de rastreo.
Durante el estado de alarma, el gobierno de la Generalitat pedía constantemente recursos para compensar los gastos por Covid y que le dejaran ejercer sus propias competencias. Nada que objetar, pero ahora que las tienen vemos de qué forma las ejercen y cómo se gastan los recursos. No repetiré la larga lista de los errores cometidos, porque parece que se les da mal dar pie con bola y cuando le dan a la pelota, lanzan los balones fuera de campo.
Afortunadamente les cuesta seguir disimulando y tienen a la ciudadanía bastante rebotada. Por una parte, los profesionales sanitarios, ampliamente movilizados, hartos del maltrato recibido durante años: sueldos bajos, horas extras, equipos insuficientes, falta de personal, falta de coordinación y exceso de burocracia. Esta vez asustados de lo que le viene encima.
Ahora parecen aflorar los resultados de tantos años de recortes, castigando sobre todo a la atención primaria, potenciando un modelo que ha priorizado la atención hospitalaria de urgencias ante la prevención o la atención especializada. Ahora, cuando más los necesitamos, muchos Centros de Atención Primaria (CAP) están cerrados, desmantelados o en condiciones de funcionamiento muy precarias, donde se hace difícil la atención personalizada o la diferenciación entre zonas limpias y sucias.
En las dos zonas donde los contagios son mayores, Lleida y el área metropolitana de Barcelona, ya se han dado protestas ciudadanas ante lo que parece, una vez más, la exigencia de responsabilidades a la ciudadanía, pero manteniendo intacto el sistema sanitario. Una vez más, los responsables escurren el bulto, pero ahora las culpas corren hacia abajo, hacia el pueblo llano.
En el área metropolitana de Barcelona, los 13 alcaldes de las ciudades afectadas por las medidas adoptadas, de diferentes colores políticos, se quejan de falta de información y al día siguiente del decreto firmaron un comunicado conjunto en el que, entre otras cosas, manifestaron:
"Después de un día de reuniones infructuosas instadas por el presidente Torra, expresan que no se ha recibido por parte del Govern una explicación clara y coherente sobre cómo aplicar en los municipios las medidas adoptadas...(...) "Sigue sin garantizarse un sistema de detección de casos adecuado".
Los municipios han elaborado un conjunto de puntos en los que se pide mayor clarificación, como el cultural, el deportivo, el comercial y las playas.
Entre la ciudadanía se observa un cierto desconcierto a la hora de actuar, ya que no se distinguen las normas de las recomendaciones. Las normativas establecidas no guardan coherencia con lo que realmente ocurre: por ejemplo se cesan las actividades culturales, que no se consideran fuentes de contagio y se permiten las actividades de restauración, donde prolifera la asistencia de gente joven sin mascarilla, reunida en grupos numerosos.
Muchos se preguntan qué ha fallado en Cataluña, y la respuesta puede ser una larga lista de cosas. Desde luego, creo que además del desvío de recursos hacia prioridades que nada tienen que ver con la realidad, existe una profunda incompetencia, quizás porque los responsables han sido elegidos por su perfil de adhesión a la causa independentista, más que por sus capacidades de gestión; también por la falta de convencimiento que les merece la propia existencia de la Generalitat, a la que consideran un mal menor y no es más que un instrumento para ejercer su influencia y disponer de recursos; y el poco valor que tiene para los responsables el sentido de servicio público.
El hecho es que es difícil exigir a la ciudadanía que con su sacrificio les tapen sus propias deficiencias. Si la Generalitat no se cree que la atención primaria es importante, si el dinero del Covid lo invierte en tapar los agujeros de TV3, si no contrata rastreadores, si le concede un contrato millonario sin concurso público a Ferrovial (imputada por corrupción) para que haga el rastreo desde un Call Center; que concede vacaciones a los sanitarios sin contratar a nadie más… resulta poco creíble que nos diga que nosotros sí tenemos que ser responsables. Yo intentaré serlo, por la cuenta que me trae, pero dudo que sea suficiente si los gestores y políticos no ejercen de forma responsable sus competencias. Tampoco hará falta que nos confinemos, porque acabaremos siendo como los apestados cuando reconozcan nuestra procedencia.
Por cierto, a Torra se le vio contento en Madrid en el acto de homenaje a las víctimas y empieza a decir que el federalismo no le parece tan mal. Quizás echa de menos las reuniones colegiadas con sus iguales y con el presidente del gobierno, durante el estado de alarma. Quizás, después de todo ir de solanas y de “sobrao” por la vida, cansa y es más duro de lo que parece.