Como es ampliamente conocido, el análisis DAFO de una empresa permite diseñar la estrategia en la que se basará para afrontar su futuro. Se trata de una fotografía a través de la cual se establecen las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de una organización. Un análisis interno y externo del entorno en el que se desarrolla la actividad para mejorar su rentabilidad, funcionamiento y posicionamiento en el mercado. Este análisis se puede aplicar a cualquier estructura y, por supuesto, también a un país. Vamos pues con un pequeño resumen --sólo selecciono 10 ítems-- de lo que yo creo que son las debilidades internas de España en estos tiempos de coronacrisis.
1. Importantes desequilibrios macroeconómicos de partida: iniciamos esta batalla contra la mayor crisis económica conocida con demasiado paro, déficit y deuda pública. No se aprovecharon los seis años de crecimiento económico por encima de la media europea para sanear las cuentas y ajustar el gasto público de una administración pública mastodóntica. Ahora tenemos poco colchón para hacerle frente a la crisis y necesitamos sí o sí de la ayuda europea para mantener los pilares fundamentales de nuestro estado del bienestar.
2. Gobierno populista y con poca experiencia: el Consejo de Ministros está formado por personas con poca experiencia profesional, escasa trayectoria de gestión pública, con limitada cintura política, con demasiados dogmas ideológicos muy escorados a posiciones de ultraizquierda y poco “savoir faire” en grandes negociaciones europeas. Las tensiones territoriales internas tampoco ayudarán a salir unidos de este trance.
3. Sectores estratégicos muy afectados: el turismo y la hostelería en general representan un porcentaje (directo e indirecto) muy elevado de nuestro PIB. Nuestra “gallina de los huevos de oro” sufrirá especialmente el impacto del confinamiento a nivel mundial a corto plazo y una crisis reputacional derivada de la nefasta imagen internacional proyectada por España por su mala gestión de la crisis humanitaria del Covid‐19.
4. Poco peso de la industria: nuestro país no ha logrado que la industria llegue al 20% del PIB (ahora representa un 16%) que la Unión Europea fijó como óptimo para este año 2020. Eso lastrará nuestro potencial exportador, innovador y la creación de empleo. Además, el tejido industrial español es especialmente vulnerable ante la crisis económica dada su estructura mayoritaria de micro pymes y su endeudamiento considerable.
5. Política fiscal poco competitiva: en España es alto el “esfuerzo fiscal” (algunos aún no se han enterado de que no es lo mismo que “presión fiscal” teórica). Los españoles tenemos que trabajar un promedio de 178 días al año para cumplir todas nuestras obligaciones con el fisco, es decir, la mitad del año trabajamos por y para el Estado. Resulta absurdo que PSOE y Podemos pretendan atornillar aún más al sector privado, auténtico motor económico del país, a pesar de esta enorme losa tributaria. El plan fiscal que necesita España es justo el contrario si pretende reactivar el consumo interno (ver curva de Laffer) y aumentar las inversiones empresariales.
6. Desequilibrio entre el sector público y privado. En plena crisis del coronavirus, España tendrá el sector público más sobredimensionado de la historia. El peso del estado sobre el PIB es elevadísimo (51,5% según las estimaciones gubernamentales y 10 puntos más que hace una década) y todo parece indicar que la coalición gobernante pretende que siga subiendo. No es sostenible que sólo el 35% de la población sostenga el pago de todos los sueldos y subsidios públicos. Actualmente hay más población inactiva (jubilados, estudiantes...) que ocupados del sector privado (asalariados y autónomos), mientras que los empleados que perciben un sueldo público superan al número de trabajadores por cuenta propia.
7. Elevados costes energéticos: los electrointensivos españoles requieren un suministro competitivo Este año, de nuevo, pagarán casi 20€/MWh más que alemanes y franceses, debiéndose en un 50% a la diferencia de precio en los mercados eléctricos y en un 50% a los costes regulados y las compensaciones existentes en cada país. Asuntos como las compensaciones del CO2 indirecto, la retribución del servicio de interrumpibilidad y compensaciones de los costes regulados (peaje de transporte y cargos de financiación de las renovables) son algunos temas que se deberían revisar.
8. Insuficiente I+D+I: debemos estimular y facilitar la inversión en innovación, desarrollo tecnológico y digitalización. La estrategia Europa 2020 fijaba el objetivo de llegar al 3% de inversión en I+D sobre el PIB. En España estamos en el 1,24%. Invertimos en actividades muy alejadas del mercado, sin efecto multiplicador ni capacidad de atracción de nuevas actividades ni de inversiones complementarias. Este hecho seguramente está muy relacionado con que de ese 1,24% del gasto en l+D sólo el 53% del mismo está financiado por las empresas. Estas cifras contrastan notoriamente con las de Alemania (3,0% de gasto en l+D sobre el PIB, 68% financiado por las empresas) y Francia (2,3% y 65%, respectivamente).
9. Formación: es necesario fomentar la cultura industrial dentro del sistema educativo español (muy alejado de la demanda de profesionales de las empresas). Además, hay que Impulsar una política de formación que incentive el talento y la formación a lo largo de toda la vida laboral. Debemos premiar a los grupos y profesores universitarios que transfieren tecnología en el entorno.
10. Demasiada burocracia y demasiada “volatilidad” jurídica: la regulación que deben cumplir las empresas y autónomos en nuestro país es injustificada, desproporcionada y discriminatoria. Hay demasiadas administraciones elaborando continuamente leyes diferentes y contradictorias, algo que atenta contra la necesaria unidad de mercado para ser eficientes y competitivos en un mundo global. Estas son nuestras principales debilidades internas, a mi humilde entender. No todo depende de la ayuda europea vía transferencia o préstamo. Aquí tenemos mucho por hacer y nuestros futuros acreedores lo saben.