¿Por qué este título si yo pienso que la crisis sanitaria acabará bien?
¿Por qué este título si yo pienso que de esta terrible pandemia generalizada vamos a salir y que con esfuerzo, dedicación y complicidad esto va a ir a mejor?
¿Por qué este título si, a pesar del confinamiento, los empresarios están dando el callo e intentando buscar formulas para reinventarse y poder seguir ofreciendo su servicio a quién toque y cuando toque?
¿Por qué este título si con el ejemplo tan evidente de los sanitarios que están yendo mucho más allá de sus posibilidades y capacidades nos dan cada día una lección de compromiso, adhesión y empatía?
¿Por qué este título si la gran mayoría pensamos que de ésta hay que salir más solidarios, menos dogmáticos y más generosos?
Pues porque a pesar de todo ese gran saco de buenas intenciones y riesgos y ahínco de muchos esto acabará, en Cataluña, socialmente mal.
Y, ¿por qué? Pues, y solo fijándonos en lo último sin ir a cazar lo anterior, porque se está utilizando, aún ahora, esta pandemia para hablar de nosotros y vosotros. Para hablar de ellos y los otros. Para hablar de lo que hace esa España y esta Cataluña.
Porque, de manera torticera y tendenciosamente calculada se utiliza, ahora más que nunca, marcando una pretendida diferencia conceptual, el castellano para hablar de “El gobierno de España” frente al Govern de Catalunya.
Porque la visión paranoide de la realidad les lleva a asociar fechas de hace tres siglos al número de mascarillas recibidas.
Porque ya hay muchos, y entre ellos el máximo responsable de gobernar esta autonomía, que aceptan la abyecta frase de que “si hubiésemos vivido en un país independiente hubiese habido menos muertes”. Es demasiado vil pensar eso, demasiado rastrero y, sobretodo, demasiado despreciable dejar que quede dicho en voz alta.
Y así, de nuevo, con esa inquina rabiosa para con los que no son de los suyos que no es ni gratuita ni nos saldrá (a nadie) gratis se habla desde el podio de la bandera dada a Cataluña por Gifré el Pilós .
No es gratuita porque no es inocente: hablar en castellano del Gobierno de España, cuando se ha dicho en catalán hasta hace un mes, es voluntariamente tendencioso y malicioso para minusvalorar una gestión frente a la otra. Para cuestionar la voluntad del bien común. Para promover burdas e infames zancadillas.
Esa voluntad de aversión malintencionada para catapultar cualquier empeño de búsqueda de consenso que nos permita una meseta de paz en momentos que se prevén tan y tan delicados es una vergüenza que no les debería salir gratis. Como no saldrá gratis a ningún comerciante, empresario o botiguer de Cataluña este desprestigio voluntario intencionado para con todo lo que sea del resto del Estado Español. Nos pasará factura a todos.
¿Dudamos acaso que cualquier familia, si tiene la suerte de que este verano pueda irse unos días de vacaciones, escogerá el turismo nacional al internacional?
¿Dudamos acaso que esa misma familia cuando escoja destino, seleccionará pensando también cómo será recibida y la simpatía que se le tiene allí dónde va?
Y con estas actitudes de España nos roba, España nos pega y ahora España nos mata… ¿piensan acaso estos catalanes puros, auténticos y sublimes que habrá alguien que coloque a Cataluña como el epicentro de sus anhelos turísticos?
Si yo fuera madrileña, asturiana, andaluza o gallega y el gobierno de una autonomía de mi país estuviese vilipendiando, calumniando lo que soy y lo que represento y utiliza su anhelo de independencia para segmentarizar a la población de mi país, les aseguro que escogería cualquier otro sitio en el que las premisas propagandísticas de radicales nacionalistas paranoicos no me acusaran de nada.
¿Duda alguien que el coronavirus ha pillado a todos: médicos, científicos, políticos, responsables de la gestión sanitaria de cualquier territorio, desprevenidos? ¿Duda alguien de la buena voluntad para poder dar respuesta a la tremenda crisis sanitaria, social y económica que tenemos?
De todo esto que estamos viviendo solo se puede salir lo menos herido posible sin reproches entre administraciones.
Yo no desconfío del compromiso y tesón de todos, (y digo todos, los de aquí y los de allá) para hacer las cosas lo mejor que se pueda intentando minimizar los riesgos humanos, sociales y económicos que están por venir.
Saldremos de esta crisis sanitaria aunque sea con el cuerpo, el alma y el bolsillo llenos de heridas, pesares y agujeros pero, de nuevo, si el nacionalismo que divide y aísla rige nuestro criterio …no vamos bien y… esto… acabará mal.