Josep Maria Sala (Barcelona, 1945) lo ha sido todo en el PSC. Ahora se mantiene en un segundo plano, pero sigue siendo una referencia. Forma parte del consejo nacional del partido, y participa en multitud de actos con entidades sociales de todo signo. Entró en prisión por el caso Filesa, que afectó al PSC y al PSOE, aunque el dirigente socialista siempre negó la participación de los socialistas catalanes. Fue secretario de organización del PSC y tiene ahora una cierta mirada nostálgica por un mapa político catalán que mantenía un equilibrio entre CiU y los socialistas. En esta entrevista con Crónica Global, con su verbo ágil que no ha perdido, Sala señala que se deberá afrontar un nuevo “pacto” interno en Cataluña, pero que todo pasa por una moderación, desde todos los flancos: “Se debe volver a la moderación, en términos nacionales”, señala, para advertir, de forma clara, que la burguesía catalana “ha estado dormida”. Sala, que prepara un libro sobre "los momentos del PSC", asevera: “Hemos asistido a un fracaso estratégico de la burguesía catalana”.
--Pregunta: ¿De todo lo que ha ocurrido en Cataluña, tiene la culpa el nacionalismo, que iba a derivar, por fuerza, hacia esta situación?
--Respuesta: El nacionalismo catalán, como tal, no. El nacionalismo catalán tenía una posición reformista. A partir de un momento da el salto hacia planteamientos radicales y ese es el problema. El nacionalismo está en Cataluña, pero lo que ha habido es una deriva hacia el independentismo.
--¿Debía derivar hacia eso?
--No, nosotros también éramos partidarios de una sociedad sin clases, pero eso no te condiciona para las acciones más inmediatas. También ha sucedido en el País Vasco. El PNV querría tener la independencia, pero han considerado, tras un fracaso inicial, que era mejor lo que practican ahora. El problema es la deriva, teniendo en cuenta que pueden encarrilar la situación, como lo ha hecho el PNV.
--¿Puede reconducirse hacia posiciones catalanistas?
--Será difícil, pero nos podemos encontrar con un nacionalismo moderado, que no podrá ser, claro, el mismo de antes. Cuando recuperamos la democracia, Convergència no era catalanista. Se declaraba ya nacionalista. Éramos los socialistas y el PSUC, los catalanistas. Luego ellos adquirieron esa etiqueta. Pero creo que se habrán dado cuenta de que la independencia es un camino que no ha llevado a ninguna parte, y que deberán rectificar.
--¿En qué momento cree que se produce esa deriva y por qué?
--La crisis económica fue importante. La pérdida del liderazgo de Jordi Pujol también. Creo que esas dos cuestiones explican la deriva clara en Convergència. Porque en el caso de ERC, la apuesta independentista ya existía. Eso les lleva a dar el salto, una apuesta de los propios dirigentes, de Artur Mas, que les lleva a sumarse a ERC.
--¿Considera que eso es esencial, el papel de los dirigentes?
--Totalmente. Sí, el problema es ahora el vacío en la dirección de Convergència. Las direcciones marcan el rumbo. Esquerra tiene un plan más definido, pero todos se dejan arrastrar también por la CUP.
--Algunos intelectuales cercanos a Ciudadanos han considerado que el PSC es, en realidad, el legado de Jordi Pujol, de la misma forma que Tony Blair fue el legado de Thatcher, según dijo la exprimera ministra británica.
--No, para nada. Me parece poco acertada esa expresión. Nosotros somos los de siempre. Somos socialistas, catalanistas y federalistas. Y no nos vamos a mover. No somos los herederos de Convergència, una fuerza política conservadora. Somos lo que somos, y ese es el éxito del PSC. No hemos cambiado las siglas. Nos definimos como socialistas y catalanistas por las mismas razones. Convergència jamás ha sido federalista.
Entrevista a Josep Maria Sala / CG
--Pero se puede entender que el PSC siguió las reglas de juego que había marcado el pujolismo, que nunca dio un golpe en la mesa.
--No quisimos romper la sociedad, cosa que no ha hecho Ciudadanos, por ejemplo, que ha seguido un modelo distinto, de tesis y antítesis. La negación del otro lado no lleva a ninguna parte. El PSC intenta integrar la sociedad, otra cosa es que se hayan cometido errores. Y se cometieron, de forma más táctica que estratégica, como fue la apuesta por el derecho a decidir. Hubo amenazas de algunos miembros de la dirección, que llevaron en la campaña electoral (2012) a defender el derecho a decidir. No teníamos que haberlo hecho. Pero esos mismos que hicieron un chantaje interno, ahora están en otro lado: en Convergència, o en Esquerra, o en stand by.
--Si chantajeron o no, el hecho es que estaban dentro del PSC, y eso quiere decir que el PSC podía defender esas posiciones en algún momento.
--Lo que pasó es que no resistieron la deriva de Convergència hacia los planteamientos independentistas. Pero los fundadores del partido siguen, y hay muchos que están en esa posición de stand by.
--¿Son recuperables?
--Lo que defiendo es que se debe tener una actitud positiva, en general, y, en particular, con algunos. Con Marina Geli, por ejemplo, lo que veo es que era muy combativa con la política de Sanidad de Convergència y ahora está con ellos. Luego está Ernest Maragall, que también se ha ido, a ERC. Quim Nadal, en cambio, está en stand by, es una persona que respetamos mucho. Y repito que los fundadores siguen en el PSC.
--¿Obiols?
--Sí, Obiols, y otros, con sus distintos puntos de vista.
--A los partidos les cuesta mucho admitir errores. ¿Lo fue, en el caso del PSC, el Estatut, la formación de los gobiernos tripartitos con ERC?
--Los tripartitos fueron una oportunidad de acabar con largos años de gobiernos pujolistas y convenía ese cambio. La única posibilidad era aquella. El balance es razonablemente positivo. En el tema del Estatut, hay que decir que Pujol fue más prudente, y no se metió en esa cuestión. Quizá se debía haber empezado por una reforma constitucional, para cubrir un nuevo Estatut, aunque admito que hubiera sido imposible con el PP.
--Se podía haber hecho otra cosa, y no un nuevo Estatut.
--Sí, pero también era una promesa electoral de ERC. Se había llegado a un acuerdo, aunque, después, la metodología no era la correcta. Se ofreció la redacción al Institut d’Estudis Autonòmics, presidido por Carles Viver Pi-Sunyer, uno de los ideólogos del movimiento. Pero repito que ni el Estatut ni la sentencia posterior del Tribunal Constitucional explican lo ocurrido. Fue la crisis económica y la situación de Pujol, con su caso en Andorra, más aquella campaña de Artur Mas como líder que iba a llevar a la tierra prometida, lo que impulsó la deriva independentista.
--Pero es que no había datos. Era rumorología que Pasqual Maragall recogió.
--¿Entonces se equivocó Maragall?
--No, no. Se le reconoció veinte años después. Se comprobó. Pero en aquel momento no había elementos de prueba. Convergència se transformó, se cambió el nombre, y cometió con ello un gran error, como admiten ahora sus propios dirigentes.
--¿No se equivocó el PSC con su política en relación a los medios públicos de la Generalitat?
--Ocurrió más en el segundo tripartito, producto de la negociación, y de nuestra posición, más débil que en el mandato anterior, donde tuvimos a Caterina Mieres al frente de Cultura. Luego quedó en manos del republicano Tresserras. Y se prefirió tener la política educativa que Cultura, aunque fue a parar a manos de Ernest Maragall, que no sé si fue la mejor decisión. Pero los tripartidos ejercieron su papel. Se cerró una etapa larga del pujolismo. Y tuvimos de presidente a José Montilla, una persona que no tenía raíces familiares en Cataluña, y eso fue importante.
--Ahora, si se aproximan posiciones en Cataluña, y aterriza el independentismo, ¿es el momento para un nuevo pacto interno, para el fin de la política del consentimiento, como dice Antón Costas?
--Hombre, sí. Se ha roto el consenso social, eso está claro y se reconoce. Hay cuestiones como la política cultural o lingüística que precisan de un nuevo consenso. Se debe intentar recuperar el consenso del inicio de la democracia, y se debe abandonar el radicalismo independentista. Se ha de volver a la moderación, en términos nacionales, y eso lo representa el PSC.
--¿En qué temas se debería actuar?
--Las posibles salidas pasan por una reforma del Estatut, con una Constitución que la pueda cubrir bien; por competencias que no queden al albur de los gobiernos de turno en Madrid; y por una financiación mejor. Todo ello con una reforma constitucional, con perspectiva federal. A nivel interno, se debe reflejar mejor la pluralidad. Proteger el catalán, pero no en detrimento del castellano. Y ver, en la cuestión de las infraestructuras, qué se puede hacer, porque hemos visto cómo están algunas zonas del territorio, tras las últimas tormentas, como en las Terres de l’Ebre.
--¿Y en los medios de comunicación de la Generalitat?
--Sí, también, porque ahora transmiten la posición dominante del gobierno catalán. En los medios privados hay más pluralidad. Los públicos se dirigen solo a una parte de la sociedad catalana.
--Porque, ¿quién ha roto el contrato? El ensayista Juan Claudio de Ramón señalaba que él no cree que el constitucionalismo lo haya roto. ¿O el independentismo ha defendido algunas verdades?
--En el diagnóstico, puede ser que haya algún punto de encuentro, pero no en la práctica. El independentismo se ha equivocado, es un proyecto que no va a ninguna parte. Es inviable. El tema, sin embargo, es que desde los extremos no hay solución. Hay dos millones de personas en cada parte. Y, desde los posicionamientos del PP o de Ciudadanos esto no tendrá arreglo. Ciudadanos no tiene una terapéutica adecuada para el país. Tiene la de negar, y eso cronifica el problema. Las críticas que lanzan al PSC no se basan en la verdad. Somos federalistas, defendemos la cultura popular catalana, desde las entidades más clásicas a las procedentes de la inmigración, o de las nuevas migraciones. ¡En Convergència a esas expresiones se les daba cobertura desde Bienestar Social!
--Pero Ciudadanos se nutrió de dirigentes del PSC
--De votantes del PSC, de dirigentes poquitos. Muy pocos. Al principio sí, con la inmersión lingüística, hubo un polo de atracción hacia Ciudadanos. Pero durante mucho tiempo tuvieron tres diputados. Luego, con nuestra debilidad, con el derecho a decidir, incrementaron su peso, porque no nos vieron suficientemente fuertes con la deriva independentista.
--¿Esa debilidad puede aparecer de nuevo ahora?
-No, hemos aprendido. Tenemos la posición que hemos querido tener, con una recuperación de la confianza. Pero deberemos explicar muy bien la situación, con el Gobierno español al frente, con la idea de que es posible alcanzar una Cataluña más razonable.
--¿Le puede perjudicar al PSC esa nueva relación del PSOE con Esquerra, que aparece ahora como un posible aliado?
--Yo creo que no, porque en Cataluña se ha preferido que haya un Gobierno de izquierdas, y ese clima radical que se ha creado en contra de ese Ejecutivo, nos ayuda a cerrar filas aquí. El eje derecha-izquierda sigue siendo muy importante, después de haber quedado difuminado durante un tiempo.
--¿Ha tenido siempre el PSC un complejo de no salir a ganar en las elecciones catalanas? ¿Se lo puede creer ahora?
--Se nos ha criticado siempre de eso. Ahora debemos salir a ganar, en diputados, aunque sea difícil por una ley electoral que habrá que cambiar de una vez en algún momento.
--¿Cómo se sale a ganar?
--Trabajando mucho, y creyendo en ello, en que es posible. Esta vez con Miquel Iceta es posible. Debemos transmitir que al país le conviene que la nueva etapa la encabece alguien que mire a los dos lados del abismo. Y creo que los catalanistas moderados que no tienen refugio y los no independentistas se convenzan de que hay un partido no independentista que puede ganar las elecciones. Que es un voto útil. Y si quedamos como primer partido, muchas cosas se podrán cambiar. Cuando se habla de un nuevo tripartito, creo que no se tiene en cuenta que es una fórmula del pasado. Ya no existe.
--¿Pueden fructificar esas fórmulas catalanistas, como la Lliga Democràtica con Lliures?
--Los catalanistas moderados pueden confluir en el PSC. Lo importante es que un partido no independentista gane las elecciones. Y que se sume después, que puedan cambiar las cosas. La diversidad puede estar presente en nuestras listas, con la relación actual con Units per Avançar. Si el PSC vertebra una alternativa, se sumarán los Comuns, seguro.
--En Barcelona, ¿Jaume Collboni no ha quedado lastrado por la figura de la alcaldesa Ada Colau?
--Lastrado no, lo que pasa es que tiene el coste de que los alcaldes son siempre los que se benefician de las acciones del gobierno municipal.
--¿Se beneficiará Collboni, sin embargo, de esos frutos?
--Ya se están viendo esos frutos, sí. Se ve con la promoción económica que lidera Collboni, o con las políticas de seguridad, con Albert Batlle al frente. Lo importante es que la ciudad vaya bien. Y luego ya se recogerán los frutos. Y lo digo porque sigo sin entender la posición de Ciudadanos, que no apoyó la votación de Colau, como hizo Manuel Valls, que me parece una decisión clara y comprensible.
--¿Qué ha pasado con la clase económica en todos estos años? ¿Cree que el empresariado catalán ha estado a la altura?
--Hemos asistido a un fracaso estratégico de la burguesía catalana. Ahora parece que empieza a recuperarse. Pensaron los empresarios que podrían conseguir beneficios con según qué apoyos. Pero lo que ha pasado en la Cámara de Comercio es el reflejo de ese fracaso. Se han dormido. Ahora, Foment, el Círculo de Economía o Pimec están en la buena dirección. La burguesía catalana, en un momento dado, se despistó. Esperaban sacar más frutos de Madrid, y no supieron frenar. Ahora están pagando esas posiciones, reitero, con la pérdida de la Cámara de Comercio, con unos dirigentes muy peculiares.
Josep Maria Sala durante la entrevista en Crónica Global / CG
--¿Artur Mas es recuperable?
--Es cosa de ellos, de los convergentes. Si la decisión es contar con él, que lo hagan. La gente aprende de los errores, y es evidente que al nacionalismo moderado, si quieren serlo, le falta un liderazgo. Pero no sé qué quieren hacer, mientras circulan los Puigdemont y Torra.
--Ustedes conocían la agenda 2000 de Jordi Pujol. ¿Confiaron en que nunca acabaría de aplicarla?
--Lo que sí sabemos es que Pujol no hubiera hecho todo lo que ha ocurrido en Cataluña en los últimos años. Pero sucedió lo de Andorra, y los convergentes se quedaron sin liderazgo.
--¿Cree que se puede confiar ahora en Esquerra?
--Lo hemos de comprobar. Falta tiempo. Se debe dar confianza. Si desconfías de todos, mal asunto. Veremos si entran en la vía de la racionalidad. Pero es cierto que su historia es la que es. Rompieron el acuerdo del Estatut, no apoyaron a Joan Reventós en 1980 y prefirieron a Jordi Pujol. Es una historia larga. Veremos.
--¿Qué lecciones se han aprendido por parte de los partidos políticos, tras su experiencia con el caso Filesa, que le llevó a prisión?
---Lo he dicho muchas veces, que el PSC con Filesa no tenía nada que ver, al margen de que me tocara a mí. Y al PSOE, después, no le encontraron nada más. Al PP le ha costado el Gobierno, pero la gente aprende. Y no creo que el PP vuelva a cosas como Gürtel.
--¿Qué se debe hacer ahora con los políticos independentistas presos? ¿Habrá una salida para esa situación?
--La línea del indulto y la amnistía es muy complicada. Tal vez una reforma del código penal, si se hace bien, puede ser una salida, porque es verdad que lo que ocurrió, que parecía más bien una rebelión, se encajó como sedición porque no se entendió que hubiera violencia. Quizá esa reforma del código penal, con penas más ajustadas, pudiera ser una salida, pero todo debe hacerse de acuerdo a los cauces legales, y sin la impresión de que se ha ‘chalaneado’. En cualquier caso, Cataluña necesita un poco de respiro.