Bien. Muy bien. Que dimitan los que gritan. Que se vayan los que amenazan. Tanto tiempo esperando ser ministro y ahora quieren que usted se vaya por una visita nocturna. Hombre, no. Un poco de seriedad. Levantarse de madrugada, (¿o no se había acostado?), ir a esas horas al aeropuerto, casi en pijama, en coche utilitario sin calefacción, un buen rato buscando qué avión era el suyo, al fin lo encuentra, una dama dentro (bueno, no está mal), policía por todos los lados, (que no salga del avión), hombre, un poco de elegancia, que se tome un café calentito en la sala, aquí hace un frío de ‘collons’, saludos protocolarios, otro café para entrar en calor, charla de entretenimiento (¿o charla de otros temas importantes?), volver a acompañarla al avión (que no pise suelo de España), pues la llevo en brazos. Uno es lo más elegante que sabe y puede y le montan este teatro toda la semana… No hay derecho. Usted, señor ministro Ábalos, siga ahí. Como debe ser.
Vayamos por partes. ¿Por qué fue usted al aeropuerto si no tenía viaje programado? Se supone que obedeciendo órdenes. Porque la persona que estaba dentro del avión no era ningún ministro de Fomento o de Obras Públicas, ni nada similar. No le tocaba a usted. ¿A quién le tocaba ir y no fue? Dígalo ya. Si no piensa irse, dígalo. ¿Qué orden le dieron y qué encargo fue a cumplir? Si no piensa irse, dígalo. Adelante. Pero la verdad. Tanta mentira, ofende. Tantas versiones, encabronan.
Queremos la verdad y luego siga de ministro. Se lo merece. Por hacer el trabajo sucio que otro, u otros, no se atrevieron a hacer. ¿Qué vino a hacer a España la tal Delcy Eloína Rodríguez? ¿Quién la invitó a venir? Dígalo ya. Si no piensa irse, dígalo. Y le tendremos siempre admiración. Será ministro perpetuo, o casi. Si no hay explicación política ¿cuál es la verdad de esta semanita que nos habéis dado? Vamos, empiece a hablar. Luego, siga de ministro. Como debe ser.
Seguirá de ministro. Aquí no dimite ni Rita. Ya lo sabe usted. Ha ocurrido en su gobierno, en el anterior. ¿Dimitió la anterior ministra de Justicia, Dolores Delgado? No. Lo dijo claro y usted lo recuerda. “Ni las cloacas, ni la derecha, ni la extrema derecha me van a amedrantar”. Lo recuerda, claro. Fue reprobada en el Senado y en el Congreso. ¿Y qué? Nada. No se fue. Y eso que estaba Villarejo por el medio. Duró hasta el final. Y ahora tiene la recompensa de ser la Fiscal General. ¡Anda ya! Lo ve usted claro, ¿verdad ministro? El que resiste, gana. Tiene usted el ejemplo en casa. A seguir ahí. Como debe ser.
Podemos poner ejemplos de los contarios, o sea, del Partido Popular. Porque sí que se rasgan las vestiduras porque usted ha hecho una visita nocturna a Barajas. Pues hay que decirles que, de momento, usted no está reprobado por el Congreso. Ellos tienen varios ejemplos. Como Rafael Catalá, también, ¡oh casualidad!, titular de Justicia con Mariano Rajoy de presidente. Fue el primer ministro reprobado por el Congreso. Abrió camino, pero no dimitió de nada.
Otro ministro reprobado por el Congreso fue Cristóbal Montoro por el tema de la Amnistía Fiscal de 2012, que tuvo bemoles el tema. No se fue. También fueron reprobados los ministros de Exteriores, Alfonso Dastis, y el de Interior, Juan Ignacio Zoido. Y no hemos terminado. Otro reprobado fue el ministro en funciones de Interior Jorge Fernández. Otro que tiene mucho de qué hablar. Nadie se fue. Se debería predicar con el ejemplo, pero los Populares no han dado ejemplo. Ladrar, mucho ladrar, porque han perdido el poder. Pero ejemplo, ninguno. La algarabía pasa. Usted, a seguir. Como debe ser.
Quede claro una cosa. Nos dirá la verdad. ¿Dirá la verdad? ¡Milagro! Puede ocurrir un milagro. Dice por qué madrugó tanto, por qué fue a correr por el aeropuerto, qué recado le llevó a la Delcy Eloína y qué recado recogió de la Delcy Eloína. Y todos nos quedamos más tranquilos. Y usted sigue de ministro. Todos contentos. Con suavidad. Nada de chulerías, como que a usted nadie le hecha, que después de tanto esperar ha venido “para quedarse” en el Gobierno toda la vida.
Los años pesan y hay de dar paso a los jóvenes. Como en el deporte. Con muchos años se pierden todos los partidos o se llega el último en la carrera de 100 metros. Eso no. Y luego la culpa al contrario o al árbitro. La culpa a la Oposición y a la prensa por hacer preguntas. ¡Qué preguntas! Con mala intención. ¿Qué hacía usted de madrugada con una señora en el aeropuerto? No puede ser estas preguntas. Hay que respetar la vida privada. Estamos de acuerdo, señor ministro. Respeto. Que luego se entera todo el mundo, incluso la ‘propia’ y ahí sí que aparecen los problemas. Un respeto. Y así usted puede seguir de ministro. Como debe ser.
En esa visita nocturna al aeropuerto no habrá tenido nada que ver el vicepresidente Iglesias, ¿no? No es por nada, por quedar tranquilo. Que Guaidó no pisara La Moncloa nada tuvo que ver Iglesias, ¿no? Vale. Si la Eloína no pisa la pista de Barajas con el cargo que tiene, no va a pisar el Guaidó La Moncloa. Faltaría más. Cada cosa en su sitio y la Delcy Eloína tomando café en un buen sofá. Sin tocar el suelo. Que quede claro. Zapatero tampoco ha tenido nada que ver con el aeropuerto y la chica. Vale. Nos vamos entendiendo.
Un principio de gobierno de Pedro y Pablo bastante animado. ¿Cuál será el próximo episodio? ¿Lo sabe usted, ministro Ábalos? Por nada, por curiosidad. Nos lo dirá en breve, porque seguirá como ministro, ¿no? Claro que seguirá. Como debe ser.