La coyuntura económica actual es muy diferente a la de la mayoría de las décadas precedentes: penaliza mucho al ahorrador y favorece en gran medida al deudor. Es una consecuencia de dos principales factores: una insatisfactoria recuperación de la zona euro y la utilización en el reciente pasado de la política monetaria como único recurso para generar un incremento de la demanda de bienes y servicios.
La política fiscal, el otro gran instrumento para aumentarla, ha actuado en los últimos años en sentido contrario a la monetaria. Mientras que la primera ha sido contractiva, la segunda ha tenido un carácter ultraexpansivo. Esta última constituía una característica imprescindible para conseguir a la vez el retorno del crecimiento y la disminución del déficit público. Así, mientras en 2010 éste se situaba en el 6,2% del PIB, en 2018 solo era del 0,5%
En la actualidad, en España los ahorradores obtienen por sus nuevos depósitos a plazo fijo un 0,05%. Una cifra que supone una remuneración ínfima y es la más reducida de la zona euro. En cambio, los deudores soportan un escaso coste por su endeudamiento. Incluso, en términos de poder adquisitivo, algunos pueden ganarlo endeudándose.
Entre otros, dicha ganancia la consiguen los que tienen contratado un préstamo hipotecario a tipo de interés variable desde hace más de una década. Al ser el euribor a un año negativo (en mayo se situó en el -0,134%), pagan un tipo inferior al que equivaldría a la inflación (en el pasado mes alcanzó el 1,2%).
Increíblemente, la mayoría de los ahorradores se conforma. En los últimos años, muchos han trasladado una sustancial parte del importe de sus depósitos a plazo fijo a cuentas corrientes, pues han desistido de realizar cualquier inversión inmobiliaria o financiera con un cierto nivel de riesgo. Por ello, el dinero depositado en ellas está en su máximo histórico (664.229 millones de euros en el pasado abril).
A pesar de las ventajas de incrementar el endeudamiento en la presente coyuntura, el saldo vivo del crédito otorgado a las familias para la compra de vivienda disminuye año tras año. En la actualidad, se sitúa en 512.620 millones y se encuentra un 22% por debajo del máximo histórico alcanzado en diciembre de 2010.
La fragilidad de la recuperación de la zona euro ha quedado demostrada al descender el crecimiento del resto de la economía mundial. En el pasado año, el PIB de la Unión Monetaria Europea creció un 1,9% y en el actual, según el BCE, solo lo hará en un 1,1%. No obstante, en los dos últimos meses, han incrementado las probabilidades de que la caída en su ritmo de expansión sea superior a la inicialmente esperada.
Aunque la austeridad del sector público ha desaparecido en la eurozona, es muy difícil que los principales líderes europeos lleguen a un acuerdo para articular conjuntamente una política fiscal sumamente expansiva. La ideología liberal de algunos de ellos y el elevado nivel de deuda pública / PIB de determinados países impedirán que tal acuerdo fructifique.
Sin embargo, a diferencia de hace unos años, aquella no será contractiva. Por tanto, en los próximos --aunque sea de forma insuficiente-- ayudará a incrementar el PIB de la eurozona. El principal papel le volverá a corresponder a la política monetaria. Una vez más, a Draghi, ya en el final de su mandato, le ha tocado volver a salir al rescate de la economía.
La pasada semana dejó muy claro que han cambiado las condiciones para el regreso de una intervención excepcional. Hasta dicha fecha, era necesario que la economía emporara. A partir de ella, bastaría con que no mejorara. Las principales medidas extraordinarias a adoptar serían dos: la vuelta de la compra neta de deuda pública y privada y la bajada de los tipos de interés oficiales. En el corto plazo, la última probablemente sería la adoptada.
En la eurozona existen tres tipos oficiales: la facilidad marginal de depósito, la de crédito y el de intervención. El primero es el que cobran o pagan los bancos por el dinero que depositan en el BCE, el segundo es el que éste percibe por prestarles dinero y el tercero es el mínimo que aquél obtiene en las operaciones destinadas a financiarlos.
Su tipo de interés actual es -0,4%, 0,25% y 0%, respectivamente. Por tanto, ya existen tipos negativos en la zona euro. Los pagan al BCE los bancos a los que les sobra liquidez. En 2018, las entidades españolas abonaron por dicho concepto alrededor de 400 millones €.
No obstante, en otras naciones también los abonan las empresas a los bancos por los depósitos (cuentas corrientes y plazos fijos) que tienen en ellos. En 2018, este era el caso de Bélgica, Holanda y Alemania que sufragaban un promedio del 0,2%, 0,09% y 0,08%, respectivamente.
En cambio, en ningún país de la zona euro, ni una sola entidad se ha atrevido a cobrar un tipo de interés por el dinero depositado en ellos por las familias. La diferencia está en que, para la operativa diaria de las empresas, supone un gran inconveniente tener el dinero en una caja fuerte. En cambio, para muchos hogares, no lo sería dejarlo debajo del colchón.
En definitiva, aunque el BCE baje el tipo de intervención al -0,10%, dudo mucho que el banco le cobre a usted ningún tipo de interés por tener en él una cuenta corriente o un depósito a plazo fijo. Sin embargo, es posible que la entidad le aumente la comisión anual por el mantenimiento de la primera. Si así lo hace, constituirá un incentivo adicional para reducir su liquidez e invertir a medio plazo en activos financieros o inmobiliarias.