“Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda”. Esta frase, pronunciada por Mark Twain en el siglo XIX, me viene a la mente al leer el bosquejo de ley presentado en el Parlamento por En Comú Podem, el partido de la egregia alcaldesa de Barcelona Ada Colau, vinculado al Podemos de Pablo Iglesias.
Las lumbreras de En Comú pretenden con ese proyecto revertir el famoso decreto que permite a las empresas el cambio de sede social con un mero acuerdo del consejo. Así se volvería al statu quo anterior, cuando el traslado de domicilio requería la convocatoria y la aprobación de la junta general de accionistas.
Si los comunes logran la mutación normativa, es obvio que se dificultará la emigración de empresas en general, pero al propio tiempo, se levantará una barrera difícilmente franqueable para que las fugitivas retornen. Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las sociedades que querían evadirse ya lo han hecho, el remedio de En Comú Podem es sin duda alguna peor que la enfermedad.
Los lances de este tipo suelen ocurrir cuando al frente de las Administraciones figuran unos aficionados y no unos gestores competentes.
Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra, sucesivos prebostes de la Generalitat, se han hartado de achacar todos los males de Cataluña a “Madrid”. Han tildado al “Estado español” y sus dependencias de poco menos que dictatoriales, y de encarnar el franquismo redivivo.
Pero curiosamente, después de que Mariano Rajoy promulgara el decreto de marras, las corporaciones catalanas son las únicas de la península que abandonaron su terruño en estampida. Para más inri, la inmensa mayoría de ellas se ha instalado en la “odiosa” villa del oso y el madroño.
La inseguridad jurídica generada en Cataluña por los golpistas y sus secuaces es antológica. Lo mismo acontece con el infierno fiscal en que han sumergido a los contribuyentes. Mientras en Cataluña los políticos se dedican con fruición a apretar las tuercas impositivas hasta límites asfixiantes, en la Comunidad de Madrid han seguido el camino inverso, con un recorte generalizado de todos los impuestos habidos y por haber.
Las diferencias tributarias entre Cataluña y Madrid son hoy abismales. Han provocado que a la diáspora de empresas se añada la evasión de los tenedores de grandes fortunas. Hasta tal punto es así, que la especie de los multimillonarios en Cataluña corre peligro de rápida extinción.
Crónica Global viene facilitando desde el primer día el aluvión de compañías que se han largado con viento fresco. Ya superan con creces las 6.500 desde 2013. Lo llamativo es que el éxodo no ha cesado todavía.
La última sociedad de la que este medio tiene noticia no es una cualquiera. Me refiero a Energía Boreal. Para el común de los mortales se trata de una perfecta desconocida. Pero esta sociedad posee el 5% de Naturgy (ex Gas Natural). A precios de mercado, el valor de ese lote alcanza la bagatela de 1.100 millones de euros, que se dice pronto.
Hace pocos días, Energía Boreal desalojó su sede social, sita en las torres color azabache de Grupo La Caixa en la Diagonal barcelonesa. Levantó el vuelo y aterrizó en el madrileño paseo de la Castellana número 51, donde ha fijado su nueva plana mayor. Es el mismo inmueble donde radica el cuartel general de Caixabank en la capital del Reino.
Energía Boreal acaba de ampliar capital de 45.150 euros a nada menos que 120 millones. De forma paralela, ha modificado su régimen de gobierno. Se elimina la figura de administrador único, confiada hasta ahora al directivo de Criteria, Xavier Moragas Freixa, y se instaura un consejo de administración.
Encabeza dicho órgano el citado Moragas y son vocales Estefanía Collasdos López de María y Javier José Paso Luna, ambos en representación de Criteria; más Rafael Tous Godia, hijo de Carmen Godia, y Javier Amat Badrinas, abogado y representante de Liliana Godia.
El capital de Energía Boreal se reparte así: Criteria, brazo industrial de La Caixa, 79,1%; G3T, holding de Carmen Godia, 16%; y BCN Godia, de Liliana Godia, 12,1%. Es decir, de forma indirecta, las acaudaladas hermanas poseen un 1,4% de Naturgy. La tasación en bolsa de este paquete supera los 300 millones.
Grupo La Caixa y las Godia ha reproducido en Naturgy, punto por punto, el acuerdo que mantuvieron durante casi dos décadas en la concesionaria de autopistas Abertis.
En 2002, las Godia, principales accionistas de Iberpistas, la integraron en Acesa, precursora de Abertis, a cambio de un copioso cupo de acciones de ésta. Y apiñaron sus participaciones, junto con otras aportadas por La Caixa, en una sociedad de cartera titulada Inversiones Autopistas.
La entente Godia-Caixa perduró desde 2002 hasta el pasado mes de abril, cuando Atlantia y ACS lanzaron una opa sobre Abertis y tomaron el mando de la histórica firma concesionaria. La alianza resultó ubérrima para el dúo de hermanas. Durante los 16 años de feliz entente, las Godiapercibieron la bonita suma de 325 millones en dividendos de Inversiones Autopistas.
Es significativo que los gigantes empresariales Abertis, Caixabank, Criteria, Naturgy e Inversiones Autopistas, todos ellos fundados en Cataluña, emigrasen de esta comunidad a raíz del dichoso “procés”. Lo mismo hizo BCN Godia.
Da igual que los linces de En Comú Podem saquen adelante el cambio del decreto regulador antes relatado, o que fracasen en su empeño. Porque ninguno de los colosos exiliados abriga la menor intención de volver a su lugar de origen.
Este tipo de viajes societarios cuesta Dios y ayuda emprenderlos, pero cuando ya se han recorrido, raramente se embarcan en el de vuelta. Y mucho menos si se trata de compañías cotizadas en el parqué.
Los catalanes hemos contraído una inmensa deuda de gratitud con Mas, Puigdemont y Torra, por sus titánicos trabajos en beneficio de Cataluña, sus gentes y sus empresas. Nunca se lo podremos reconocer bastante.