Ya está vendido todo el pescado en la lonja de las opas sobre Abertis. Florentino Pérez y los italianos de Atlantia han decidido distribuirse el botín en amigable componenda. Los pequeños accionistas, convidados de piedra, asisten al espectáculo pasmados e indefensos. El parto de los montes ha durado justo diez meses.
Atlantia abrió el fuego con su primera oferta pública de adquisición, en mayo del año pasado. Algo más perezosa, la constructora madrileña ACS, del inefable Florentino, tardó unos meses en reaccionar. Lo hizo en octubre, por medio de su filial alemana Hochtief, que lanzó su propia opa.
Los ahorradores se las prometían muy felices. Una guerra de apostantes podía disparar la cotización hasta las nubes. Los grandes fondos de inversión de cuño anglosajón olisquearon la plusvalía rápida. Y compraron títulos de Abertis a porrillo. Ahora se quedan a dos velas, inermes como el resto de los ciudadanos de a pie.
Lo que tirios y troyanos desconocían es que Florentino Pérez y Giovanni Castellucci, gerifaltes de ACS y Atlantia, andaban desde hacía bastante tiempo en negociaciones ultra secretas para concertarse y repartirse la pieza.
Lo que tirios y troyanos desconocían es que Florentino Pérez y Giovanni Castellucci, gerifaltes de ACS y Atlantia, andaban desde hacía bastante tiempo en negociaciones ultra secretas para concertarse y repartirse la pieza
Este descarado contubernio recuerda el viejo aforismo de las reuniones de pastores y las ovejas muertas. Con sus pactos bajo cuerda, los pastores Pérez y Castellucci han pulverizado el sueño dorado de la legión de modestos accionistas de la casa. Capitalismo de amiguetes, se llama este tipo de apaños. La CNMV, como acredita una larga tradición, se ha puesto al lado de los poderosos. A los humildes, que los zurzan. Así funciona el mercado bursátil español.
Según los acuerdos de los dos gigantes, Atlantia retira su opa. Y sólo sigue adelante la de Hochtief. Así se siega en flor todo atisbo de competencia y de pujas al alza. Luego ambos colosos van a constituir una sociedad que tomará el control de Abertis. Los italianos se reservan la mitad más una de las acciones de la nueva entidad. De donde se infiere que quienes van a cortar el bacalao son los de la península de la bota. Y aquí paz, y después gloria.
Bodas de oro
Es de recordar que el decreto que pone en marcha las autopistas catalanas, las primeras de pago de España, lo aprueba en 1966 un consejo de ministros celebrado en el palacio de Pedralbes. El ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz cuenta con el respaldo entusiasta del comisario del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó.
La prensa barcelonesa saluda la medida con hondo escepticismo. “Es una iniciativa faraónica que difícilmente se llevará a cabo. Más que un proyecto de autopistas, parece un proyecto de utopistas”, escribe un medio.
Un año después, se constituye Autopistas Concesionaria Española, S.A. (Acesa), precursora de Abertis, por iniciativa del banco barcelonés Unión Industrial Bancaria (Bankunión), fundado en 1963.
Esta institución financiera tenía de líder al benemérito José Ferrer Bonsoms, secundado por el cementero Casimiro Molins Ribot. La dirección general de Bankunión se confió a un jovencísimo y muy capacitado Isidro Fainé Casas.
La visión de futuro, altura de miras y austera honradez de aquellos próceres contrasta con la mediocridad y codicia insaciable de muchos de los primeros ejecutivos contemporáneos.
El extraordinario desarrollo económico y el auge turístico que ha experimentado Cataluña en el último medio siglo no habrían sido posibles sin la decisiva contribución de las vías de alta capacidad de Abertis-Acesa.
La CNMV, como acredita una larga tradición, se ha puesto al lado de los poderosos. A los humildes, que los zurzan. Así funciona el mercado bursátil español
Abertis celebró el año pasado sus bodas de oro. Apenas hubo festejos. Y para más inri, la empresa anunció el 10 de octubre último el traslado de su sede social al paseo de la Castellana de Madrid. ¿Motivo? “La inseguridad jurídica generada por la situación política en Cataluña”.
Ese simple cambio transforma la veterana firma catalana en madrileña de cabo a rabo. Por todas las trazas, seguirá en la capital del Reino. Tanto ACS como Atlantia abrigan la intención de mantener allí el cuartel general societario. Bien puede decirse que ha fenecido la vieja Abertis vernácula, una de las compañías más potentes y rentables de esta comunidad durante los últimos cincuenta años.
Pelotazos siderales
El grupo que surja tras el enjuague Pérez/Castellucci será muy distinto del actual. No se puede descartar en absoluto un final aciago como el que ha vivido Endesa.
La compañía estatal italiana Enel se apoderó de la mayor eléctrica nacional gracias al “patriotismo” de la familia Entrecanales, que no dudó un instante en propinar el pelotazo del "pase" a los transalpinos, con una plusvalía estratosférica de por medio.
Luego Enel amputó a Endesa todas las filiales iberoamericanas que ésta había erigido durante muchos lustros de paciente trabajo. La actual Endesa queda reducida a sus actividades en España, con los abonados de Cataluña como principales clientes cautivos.
De lo poco que se mantiene en pie de la eléctrica, los italianos arramblan cada año un dividendo equivalente al 100% de los beneficios generados. Para ellos, Endesa es como una vaca a la que ordeñar hasta dejarla en los huesos.
Con esos precedentes y sabiendo cómo las gastan los oligarcas mesetarios tipo Florentino, no será de extrañar que Abertis acabe sus días descuartizada y con sus despojos adjudicados a ACS, Atlantia o al mejor postor.