El escritor Andrés Trapiello considera que la mayoría de independentistas jamás creyeron que la independencia fuera viable

El escritor Andrés Trapiello considera que "la mayoría de independentistas jamás creyeron que la independencia fuera viable"

Pensamiento

Trapiello: "La mayoría de independentistas jamás creyeron que la independencia fuera viable"

El escritor y firmante del manifiesto de Libres e Iguales sostiene que todavía faltan muchas cosas por ver en el 'procés': "Cuando se ha estructurado el delirio, lo delirante no tiene fin"

18 marzo, 2018 00:00

El escritor Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, 1953) es uno de los miembros del Comisionado de Memoria Histórica creado por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, para asesorar sobre la política de memoria. Además, es uno de los intelectuales firmantes del manifiesto de Libres e Iguales, la entidad que surgió en pleno proceso independentista y que reivindica la Constitución contra el "desafío" del secesionismo catalán. 

--En uno de sus últimos artículos en El País dice que la mayoría de los dirigentes independentistas “jamás creyeron que la independencia fuera viable”. Que lo importante era “hacérselo creer a otros”. ¿Sus votantes no tienen responsabilidad de haberse creído las mentiras? 

--Es que probablemente la mayor parte de los dos millones de sus votantes tampoco lo creyeran. Sólo que ha podido en ellos más su sentimiento nacionalista, que pasa antes por su odio o detestamiento de España y todo lo español, que por su amor a Cataluña, como pregonan. Y ahora más aún: rectificar seguramente les parece una humillación más. Se victimizan incluso hasta cuando han de reconocer un error.

--¿Cómo cree que terminará el procés? Sí, ya sé que opina que han perdido en su objetivo de secesión. Pero, ¿faltan muchas cosas por ver?

--Faltan muchas cosas por ver, como en los seriales. Cuando se ha estructurado el delirio, lo delirante no tiene fin. Quiero decir que un Napoleón de manicomio gana y pierde muchas más batallas que el Napoleón auténtico. Tiene carrete para mucho. El auténtico termina en Santa Elena. El de manicomio, jamás.

--Usted es firmante del manifiesto de Libres e Iguales. ¿Por qué este tipo de iniciativa son vistas "de derechas" en nuestro país?

--Pero lo firmaron, que yo sepa, muchas personas de izquierdas o que proceden de la izquierda. Pero la explicación es que cierta izquierda nunca salió de ese estadio al que Lenin se refirió como "infantilismo". El sapere aude, de Kant, es cosa de adultos.

 Cierta izquierda nunca salió de ese estadio al que Lenin se refirió como "infantilismo"

--En el mundo de hoy, con Macron en Francia por ejemplo, ¿cuáles son esas cuestiones que diferencian a la izquierda de la derecha?

--Ni la izquierda ni la derecha son lo que fueron. Macron, por ejemplo. En España hubo un gran proyecto para mirar de otro modo, UPyD. Acabaron con él porque entre sus principales propósitos estaba suprimir los privilegios de los territorios, privilegios fiscales, lingüísticos o en la sanidad pública. 

--Usted ha dicho que su generación no luchó para traer la democracia a España, sino "para reproducir aquí los regímenes totalitarios" como el estalinismo y el chino. ¿Fue entonces la derecha quien trajo la democracia? ¿Qué los convirtió en demócratas?

--No. La democracia la trajeron gentes que renunciaron a mucho: desde Adolfo Suárez, que renunció a los principios del Movimiento, a Santiago Carrillo, que renunció a la bandera republicana y al comunismo totalitario, o Felipe González, que renunció a la orientación marxista de su partido y a la lucha de clases. Cuando murió Franco, a mí hacía ya dos años que me habían expulsado de la Joven Guardia Roja. En medio de todo, de eso puedo estar orgulloso. Lo único.

--En su libro ‘Sólo Hechos’ critica mucho el papel del PCE. Al lado de Podemos, ¿cuál le parece peor?

--Podemos, sin duda. Es un partido tan siniestro como el PCE de la guerra, pero al haber desaparecido este (no sé si el PCE sigue existiendo, pero supongo que es irrelevante), le ha dejado el campo libre. Ha recogido en sus filas a todos los totalitarios y estalinistas como en su día el Frente Nacional de Blas Piñar recogió a todos falangistas, neonazis, fascistas y franquistas que andaban sueltos por ahí. Me parece escandaloso que en Madrid un concejal, presidente de la Comisión de derechos humanos, tenga en su despacho (que pagamos todos los madrileños) un retrato de Lenin y un póster de la Revolución Soviética. ¿Qué diríamos de otro que tuviera en el suyo un retrato de Hitler y una foto de los desfiles con antorchas de Nüremberg?

--¿Qué opina del título otorgado por el Ayuntamiento de Madrid de hijo adoptivo de la ciudad a Almodóvar? ¿Cree que se lo hubieran dado a un artista evasor fiscal (cuenta en Panamá) de derechas?

--No, desde luego; es poco probable.

--Usted forma parte del Comisionado de Memoria Histórica. ¿Hasta qué punto no hay una parte de revisionismo histórico que puede ser contraproducente? No hay personajes impolutos. Siempre pueden haber motivos para considerar que alguien no merece una calle. 

--Nosotros hemos tratado de aplicar con la mayor sensatez una ley de memoria histórica con la que algunos ni siquiera estamos muy de acuerdo o con la que somos muy críticos. Conscientes de que otros podrían aplicarla peor.

Podemos es peor que el Partido Comunista

--Arcadi Espada, también de Libres e Iguales, es más partidario de recordar la historia tal y como sucedió: con los nombres en las calles y estatuas franquistas para no olvidar las vergüenzas colectivas.

--Es un asunto controvertido. Hay pros y contras en esas y otras posturas. Como en todo, debe buscarse el equilibrio: ¿Es concebible la estatua ecuestre de Franco, la de Stalin o la de Mussolini en cualquier plaza de España, Rusia o Italia? ¿Y que a la Castellana se la siguiera llamando Avenida del Generalísimo? No lo creo. Yo prefiero la desmemoria en todo caso al masoquismo.

--Javier Cercas dice que la memoria histórica promovida por Zapatero que él defendía degeneró en "la industria de la memoria". ¿Qué hay de cierto en todo ello?

--Bueno, tampoco hay que exagerar. La cosa está entre oligopolio y minifundio. Pero para impedir los caciquismo está la sociedad democrática.