Insistir tanto en que Franco puede morir definitivamente el 1-O me ha convencido. Lo reconozco. Y con la última frase que ha pronunciado Rufián en la sesión de control al Gobierno de este pasado miércoles en el Congreso de los Diputados --"A los hechos me remito"-- ha conseguido que evocase mi infancia en un pueblo de la Cataluña tardofranquista. La magdalena de Proust.
Vivimos tiempos en los que realidad y representación --entendida como imagen colectiva-- se confunden. Las declaraciones de la Forcadell al recibir un desconocido premio en Bruselas inciden también en esa práctica infantil de la pelota es mía y tú no juegas. Cataluña, ha afirmado la presidenta sin complejo ni vergüenza alguna, es un solo pueblo. Lo de la falacia de la lengua propia va de suyo. Las figuras literarias son dueñas y señoras del contenido de los discursos. Rufián y Forcadell --por poner sólo este par de ejemplos-- utilizan metáforas continuadas para explicar la realidad, como hechos probados e incuestionables. Y sí, me han convencido.
Los mensajes que circulan por las redes exigiendo que asistas a votar temprano y después a celebrarlo como un solo pueblo, me ha recordado como eran los domingos donde yo vivía, en la década de los sesenta y hasta las primeras elecciones municipales de 1979. Ese día se hacía una exhibición ostentosa del catalán como lengua A. La única actividad festiva era el baile de sardanas, en la que se entrelazaban los catalanes de pro, con algún murciano o almeriense llegado antes de los sesenta inserto, y así conformaban la imagen del único pueblo. La misa de doce era en la "lengua propia" mientras la senyera colgaba desde el campanario y mecía en el balcón del ayuntamiento, una simbología compatible con las banderas carlista, falangista y la de España con el escudo franquista, que ondeaban en los mástiles municipales.
Este proceso tiene mucho de "revolución de las clases acomodadas" en defensa de su poder --único, grande y libre--, ejercido desde tiempos franquistas, como mínimo
Franco murió, pero las élites catalanistas continuaron al frente del ayuntamiento hasta 1979. El catalanismo franquista no se inmoló sino que se metamorfoseó en votantes convergentes, alguno se encastilló en AP y los más jóvenes se alistaron en ERC y poco más tarde en la Crida. En otros escenarios sucedieron similares alianzas. ¿Es necesario recordar quiénes estaban sentados en el primer consejo de administración del Banco Industrial de Cataluña en 1965? Es una fotografía perfecta de lo mejor de las élites catalanistas franquistas, entre ellos Jordi Pujol y otros tantos apellidos ilustres, ahora con protagonismo soberanista. Como ha dicho Gabriel Tortella, este proceso tiene mucho de "revolución de las clases acomodadas" en defensa de su poder --único, grande y libre--, ejercido desde tiempos franquistas, como mínimo.
Rufián tiene razón, el 1-O puede ser el día que se entierre definitivamente al franquismo en Cataluña y que, por fin, podamos hablar de las culturas catalanas y de sus lenguas. Y que, de una vez por todas, deje de haber ciudadanos de primera y de segunda, balcones con banderas y listas negras de vecinos sin ellas. Pero me temo que no, que la herencia totalitaria continuará porque siempre habrá voluntarios para adoctrinar y seguir meciendo la cuna, Rufián el primero.