Tomen asiento. Les va a hacer falta. Susana Díaz, la inminente líder del PSOE postsanchista, que ahora es un reino sin corona, sin cabeza, sin democracia, sin congreso a la vista y donde la sangre derramada por la conspiración todavía mana espesa desde las ventanas del palacio de Elsinor, ha dicho esta semana, tras oír que Sánchez está dispuesto a entregarse en los brazos de Podemos (de momento es un amor platónico; el contacto carnal vendrá después), que los socialistas no están para "personalismos". En realidad, no están para nada porque han desaparecido igual que un vulgar azucarillo en el café, diluidos entre los jacobinos que prometen guillotinas y cielos de amor arcoiris y la derecha abúlica de Rajoy (Mariano).
El porvenir de los socialistas es el de una bisagra oxidada: o girar hacia los jacobinos (como quiere Sánchez) o sustentar al partido de la Gürtel (la opción de Díaz). Ambas fórmulas suponen dejar de ser autónomos
Dice Díaz que "el PSOE es mucho PSOE", lo cual es una perfecta tautología. También proclama la urgencia de "reconstruir un proyecto autónomo de la derecha y de Podemos". De estos últimos lleva años huyendo. Del PP resulta imposible: al investir a Rajoy, Díaz y su gestora (tanto monta, monta tanto) han convertido en un guiñapo al partido que hasta ahora representaba a la socialdemocracia en España, condenándolo a la irrelevancia por la vía del entreguismo súbito. El porvenir de los socialistas es el de una bisagra oxidada: o girar hacia los jacobinos (como quiere Sánchez) o sustentar al partido de la Gürtel (la opción de Díaz). Ambas fórmulas suponen dejar de ser autónomos. No way, como dicen los norteamericanos.
Muchos militantes todavía andan preguntándose cuál es la ganancia de este asombroso suicidio a cielo abierto. No existe. El asalto cuartelero a Ferraz tuvo otras causas: los intereses fenicios de los patriarcas más la obsesión de Díaz por prevalecer aunque sea sobre las ruinas. Por eso no sabemos si tirarnos al suelo cuando la oímos decir, con la sonrisa de quien está encantada de conocerse, que no es tiempo de "personalismos". Que lo diga la Reina de la Marisma, mismamente Ella (lo escribimos siempre así, en mayúsculas), es una ironía cruel del destino. No existe un régimen más personalista, a excepción de Corea del Norte, que el susanato que padecemos en el castigado Mediodía. La Querida Presidenta, cuyo método de dominio consiste en exterminar a quienes no le besan el anillo, confía en que una amnesia general le devuelva las opciones de una coronación bajo palio, al estilo de Almonte, que es lo que siempre ambicionó. No parece probable: la memoria --todavía-- es una facultad individual. Hay muchos ojos mirándola para eludir la ley exacta de los clásicos: carácter es destino. Su único proyecto político es Ella. No hay nada más. Así que podemos decir que el PSOE ha pasado a mejor vida. Lo que viene será otra cosa: probablemente el peronismo rociero© en su versión carolingia, variante imperial. Para Díaz, el Parlamento es una cámara de siervos con vicario; no hay más fuente de poder que el presupuesto público y los medios y la televisión --Canal Sur es un ejemplo-- deben funcionar como el espejo de Blancanieves.
El PSOE ha pasado a mejor vida. Lo que viene será otra cosa: probablemente el peronismo rociero© en su versión carolingia, variante imperial
Trasladar este populismo institucional --el peor de los posibles, pues se financia con el dinero de todos-- a escala estatal aniquila cualquier posibilidad de que los socialistas ilustrados resuciten algún día. Quien a estas alturas del siglo aún habla del pueblo elegido y de su tierra, quien dicta la catequesis evangélica de Santa Evita, aunque no se declare como tal, coincide bastante con el perfil psicológico del egocentrismo demagógico. Díaz, que heredó el gobierno en Andalucía, pretende construir un imperio tribal con las herramientas de la política posmoderna: sentimentalismo procaz, la conversión de la sociedad en el corro de la patata --como dice nuestro admirado Ramón de España--, sectarismo generoso y victimismo infinito. Un cóctel insoportable. No es broma. La hegemonía que persigue Díaz exige la sumisión de todo el arco parlamentario. Su Peronísima es así. Lo irán ustedes viendo. Probablemente entonces piensen seriamente en el exilio. Que sea interior o exterior ya es cosa suya.