Un psicópata carismático llamado Artur Mas
Los psicólogos han detectado que en nuestra sociedad cada día hay más personas que sufren trastornos nerviosos, y alteraciones emocionales, sin que haya lesión física del sistema nervioso. De hecho, la literatura norteamericana ha bautizado la edad contemporánea con la expresión 'Edad de la ansiedad’. Pero no quiero hablar de neurosis, sino de una patología aún más preocupante: la de los psicópatas.
La psiquiatría clasifica cuatro tipos de psicopatías, y una ellas la cuarta, llamada 'psicopatía carismática', es la más peligrosa.
Son personas muy egocéntricas, saben contactar con la gente y son persuasivos, pero, paradójicamente, carecen de empatía; son incapaces de sentir remordimiento si lo que provocan son destrozos emocionales sobre las personas
No es una broma de mal gusto, pero Artur Mas tiene todos los síntomas descritos por la medicina clínica. Empero, antes de describirla, conviene aclarar de lo que estamos hablando, porque existe la falsa creencia de que un psicópata de película es Norman Bates, el asesino del motel tenebroso de 'Psicosis', de Alfred Hitchcock.
Algún psicópata puede llegar a ser un asesino, pero hay policías, abogados, ferroviarios, curas o paletas que también lo son, pese a que no hayan matado ni a una mosca. Es lo que tiene el cine, marca estereotipos que quedan para siempre en la mente del espectador marcados en fuego. Como bien saben, Artur Mas pertenece a otra profesión: el político.
Como no soy psiquiatra, Mas tal vez no lo sea, pero lo que sí es seguro es que presenta todos y cada uno de los síntomas que aprenden los estudiantes de psiquiatría. Me lo contó un doctor de mi quinta con treinta años de experiencia a sus espaldas, y hoy quiero compartirlo con ustedes porque esconder un candil debajo de la cama no alumbra las entendederas de nadie.
Este tipo de personas tienen tres características comunes: son personas muy egocéntricas, saben contactar con la gente y son persuasivos, por eso el calificativo de carismático; pero, paradójicamente, carecen de empatía; son incapaces de sentir remordimiento si lo que provocan son destrozos emocionales sobre las personas.
Esta descripción clínica la hizo la psiquiatra Rebecca Horton.
Que Artur Mas es un ególatra sólo hay que verlo en su semblante. Es un auténtico Narciso. Está encantado de haberse conocido. Esa imagen está bien definida en la caracterización que hace Bruno Oro en el programa Polònia. Se nota que la vida siempre le ha sonreído. Es un niño bien nacido con una hogaza de pan bajo el brazo.
Que sabe contactar con la gente y tiene dotes persuasivos, segunda característica, es evidente. Probablemente, es el político más persuasivo desde los tiempos del presidente Felipe González. Sabe conectar con el oyente. Domina la escena como nadie. Llega a la gente, pero esta habilidad natural no es de doble dirección, porque no tiene empatía; ponerse en la piel de quien piensa lo contrario de él.
Precisamente por eso no le importa romper el sentimiento más común que existe en Cataluña: sentirse español y catalán o viceversa. Esta afirmación no es mía, sino que es lo que dice el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), dependiente de la Generalitat. Otra cosa son lo que salga en unas elecciones, porque en las autonómicas un 40% del censo se abstiene, y las estadísticas oficiales se hacen sobre el 100% de la población, votantes y abstencionistas.
Como le falta empatía, tercera característica, no tiene remordimientos por los daños que puedan ocasionar sus actos, porque se siente inocente: el culpable de todos nuestros males pasados, presentes y futuros es otro. Es de España con la escusa de que no ha querido negociar un concierto económico como el vasco. Él representa a toda Cataluña. Toda Cataluña está con él. Vuelvo a la primera característica: es un ególatra.
Como el fin justifica los medios, otro síntoma, moldea la realidad a la conveniencia de sus intereses, por eso no duda en avisar de que si alcanza un escaño de más no dudará en continuar con su objetivo separatista, aunque el número de votos que obtenga no tenga esa mayoría. Lo justifica diciendo que Rajoy le obliga a tomar el camino de la épica.
En realidad todos estos puntos, denominador común del psicópata carismático, se retroalimentan.
Por estas razones un sicópata carismático es el peor psicópata que existe, porque es una personaje público y con poder. No necesita manchar sus manos con gotas escarlatas…
PD: Mi próximo escrito será el de la confesión que me hizo Jordi Pujol, el PPP (padre putativo político) de Mas. Jordi Pujol: la independencia de Cataluña es inviable.