Hablar y decidir entre todos
Barcelona en Comú se presentó a las elecciones abanderando una política más participativa en la que se tuviera en cuenta a la ciudadanía. Pero claro, una cosa es predicar y otra muy distinta, dar trigo.
Decir que no quiere hablar con estos tres partidos equivale a negar la palabra a casi la mitad de la población que el pasado 24 de mayo depositó su voto en las urnas
De entrada, Ada Colau dijo que no tenía nada que hablar ni con CiU, ni con C’s ni con PP. Sorprende que alguien que se ha postulado como la alcaldesa de todos –y así debería ser, efectivamente– decida que no quiera hablar con la 2ª y 3ª fuerzas más votadas. Entre los tres partidos sumamos 297.084 papeletas o, lo que es lo mismo, el 42,47% de los votos emitidos. Decir que no quiere hablar con estos tres partidos equivale a negar la palabra a casi la mitad de la población que el pasado 24 de mayo depositó su voto en las urnas para que nosotros fuésemos su voz en el Ayuntamiento de Barcelona. Me parece difícil justificar una actitud así.
En el caso concreto de C’s, tengo auténtica curiosidad por saber a qué se debe esa negativa, qué es lo que hay en nuestro programa que le resulte tan deleznable como para negarse a hablar con nosotros. Quizá es por nuestra propuesta de construir un parque de vivienda pública siguiendo el modelo holandés –sociale huurwoningen– según el cual alrededor del 50% de las viviendas son sociales. Supongo que no les debe interesar hablar de ese tema y que les podamos recordar que ICV, uno de los partidos que conforman BeC, formó parte del gobierno municipal durante los tripartitos y nunca se encargó de crear dicho parque. Pese a que el Ayuntamiento ha estado casi siempre gobernado por fuerzas de izquierdas, Barcelona en una de las pocas ciudades que carece de él. Ada Colau no surgió de la espuma del mar cual Venus y su partido tiene la herencia que tiene, por mucho que la intente ocultar.
Sin embargo, esta cerrazón a hablar con estos tres partidos no se ha quedado ahí y, a los pocos días de ser investida como alcaldesa, su equipo decidió de manera unilateral retirar la candidatura de Barcelona como sede de los juegos de invierno. Esta propuesta fue una idea personalista del alcalde Jordi Hereu en un momento en el que Madrid estaba poniendo todo su empeño en ser sede olímpica de los juegos de verano. Si bien la propuesta no desencadenó una oleada de entusiasmo en la ciudadanía, esto no parece motivo suficiente para tomar una decisión así sin consultarla ni tan siquiera con ERC y PSC, los partidos que le dieron su voto para que pudiera ser alcaldesa con mayoría absoluta.
La candidatura encabezada por Ada Colau consiguió el 25,21% de los votos. Si tenemos en cuenta la abstención, el apoyo se reduce al 15% y con este escaso respaldo popular han decidido no solo por toda la ciudad de Barcelona sino también por las otras poblaciones de los Pirineos implicadas en el proyecto. Los alcaldes de Puigcerdà, Albert Piñeira, y de la Seu d’Urgell, Albert Batalla ya han pedido reunirse con Ada Colau pero, qué duda cabe, hubiera sido mejor que la reunión se hubiera tomado antes de tomar la decisión y no después.
Lo más curioso de toda la historia es el argumento dado por Gerardo Pisarello. Según el número 2 de BeC, el que el anterior alcalde, Xavier Trias, propusiera hacer una consulta sobre el tema es la prueba evidente de que no hay consenso popular. ¿Cómo es posible que el simple hecho de plantear una consulta presuponga ya el resultado? Porque si tomamos su argumentación como ejemplo, cada vez que su partido decida realizar una consulta se le puede responder que no se moleste en hacerla, porque tan solo plantearla ya demuestra claramente que no hay consenso, así que la respuesta es “no” de entrada, sin necesidad de desplegar todo la logística que implica una consulta ciudadana.
Cabe recordar que BeC presentaba la participación popular como uno de los leitmotiv de su programa, por lo que acaban de perder una estupenda oportunidad de demostrar su voluntad de llevar esto a cabo al no consultar a los barceloneses sobre el tema en cuestión. Y no sirve decir, desde luego, que estos juegos van en contra del modelo de ciudad de su programa porque hay que recordarle, una vez más, que aunque sea la fuerza más votada, sus votantes no son más que una minoría con respecto al conjunto de la ciudad y que la ciudad ha de ser del gusto de todos y no tan solo de sus seguidores. Y ERC y PSC harían bien en plantearse si darles su voto en el acto de investidura fue una buena opción al comprobar lo poquito que tienen en cuenta sus opiniones.