Por si no teníamos suficiente con el escándalo del decimoctavo cumpleaños de Lamine Yamal —sí, ese con enanos contratados como animación, pistolas de fondant sobre la tarta y billetes falsos decorando el salón—, ahora sabemos que su padre, Mounir Nasraoui, está imputado en el procedimiento penal que investiga la pelea en la que él también acabó apuñalado.
Lo adelantaba Crónica Global en exclusiva horas antes de que se viralizaran las imágenes de una fiesta que, más que un 18º aniversario de un jugador del FC Barcelona, parecía la graduación del próximo 'capo' del cártel de Sinaloa.
Y sí, el padre del jugador está citado a declarar como imputado el próximo 21 de julio. ¿El motivo? Supuestamente, le rompió la nariz al hombre que acabó apuñalándolo. La pelea se originó el 14 de agosto de 2024 en el barrio de Rocafonda de Mataró porque, atención, un niño de dos años le mojó con una manguera cuando paseaba por la calle. Y, claro, lo más lógico en ese contexto es que uno acabe con la cara rota y el otro con un par de puñaladas...
Y en serio nos preguntamos escandalizados: ¿cómo es posible que Lamine Yamal celebre su mayoría de edad glorificando las armas, el dinero fácil y una estética propia de una 'narcoserie' de Netflix? Pues seguramente porque ha crecido en un entorno en el que se ha confundido ser alguien conocido con tener la libertad de hacer cualquier cosa; donde se ha transmitido que la violencia se puede justificar si eres famoso, rico o tienes buena zurda. Y en el que, por supuesto, se ha destacado que con dinero se puede comprar todo. Incluso, la impunidad.
Aquí el problema no es solo una fiesta hortera con pistolas de azúcar fondant y no sé cuántos miles de euros invertidos en joyas con muchos brillos. El problema es el mensaje. Ningún adulto de su entorno le ha dicho que ser malote no mola. Que ir de gánster, tampoco. Y que no puede ir celebrando la vida con revólveres en el pastel por mucho que sean de azúcar fondant.
Tampoco, nadie en su entorno le dijo “oye, quizá esta temática no sea la mejor para un chaval de 18 años que es referente de miles de niños”. Nadie. Muchos menos su padre, que, en lugar de frenarle los pies a su hijo y enseñarle que no todo vale, se dedica a pegarse con otros vecinos del barrio.
Alguien con dos dedos de frente tendría que haberles dicho, al padre y al hijo, que hacer apología de las armas, aunque sean de mentira, no es un buen mensaje. Que estas armas matan. Pero si el padre está demasiado ocupado protagonizando peleas por manguerazos infantiles, ¿qué esperamos del hijo?
Lo preocupante no es la fiesta. Oye, que con su dinero haga lo que quiera y lo celebra mucho y por muchos años. Lo preocupante es lo que representa.