Tobías Saied en uno de sus vídeos de YouTube Captura de pantalla - Canal de YouTube Toby Saied
Trabaja 12 horas al día y su empresa factura 20.00 euros al mes, pero él cobra 900: así vive Tobías, dueño de una agencia de marketing en Barcelona
Gran parte de los ingresos de la empresa se reinvierten para asegurar su crecimiento y continuidad, una situación común en pequeños negocios emergentes
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El emprendimiento digital se ha convertido en uno de los caminos preferidos por muchos jóvenes que buscan independencia económica, flexibilidad y la posibilidad de crear un proyecto propio desde cero. En redes sociales y podcasts proliferan testimonios que presentan esta vía como un acceso rápido al éxito, con ingresos elevados y una vida profesional sin jefes ni horarios. Sin embargo, la realidad que hay detrás de la mayoría de proyectos emergentes se parece poco a ese relato optimista.
Bajo la superficie de cifras llamativas y crecimiento aparente, abundan historias marcadas por largas jornadas, reinversión continua y un nivel de sacrificio personal que rara vez se muestra en público. La brecha entre lo que factura una empresa y lo que realmente percibe su fundador suele ser enorme, especialmente en los primeros años. Y es precisamente en ese contraste donde encaja la experiencia de uno de los emprendedores que más atención ha despertado recientemente en Cataluña.
Quién es Tobías
La trayectoria de Tobías Siaed, fundador de Eximia Studio, es un ejemplo claro de esta cara menos visible del emprendimiento. En su canal de YouTube, el joven empresario reconoce abiertamente que el camino ha sido “difícil” y que solo la constancia le ha permitido avanzar. Su agencia de marketing digital, con sede en Castelldefels, nació en 2021 y ofrece servicios que abarcan desde publicidad online y SEO hasta producción audiovisual y desarrollo web.
Según su propio testimonio, la compañía alcanza una facturación de 20.000 euros mensuales, una cifra que podría sugerir estabilidad económica. Sin embargo, esa impresión se desvanece cuando se observan los números con detalle y se analiza el funcionamiento interno de un negocio que todavía está en plena fase de construcción.
La otra cara del éxito
A pesar del volumen de ingresos que maneja Eximia Studio, Tobías asegura que él mismo solo cobra 900 euros al mes. Su jornada, además, supera habitualmente las 12 horas diarias, casi todos los días de la semana. Esta diferencia entre facturación y remuneración personal rompe con la imagen idealizada del emprendedor que obtiene grandes beneficios desde el primer momento y revela la tensión económica que afrontan muchas pequeñas agencias en su etapa inicial.
Gran parte del dinero que entra en la empresa se destina a reinversión, una estrategia habitual en negocios que buscan consolidarse: ampliar equipo, asumir nuevas herramientas, cubrir gastos operativos o reforzar la presencia comercial. En estos casos, el beneficio personal del fundador queda relegado a un segundo plano, a menudo durante años.
Sacrificio y constancia
Tobías lo explica sin rodeos. Su semana laboral se extiende a tardes, noches, fines de semana y festivos. Gestiona campañas, coordina equipos, resuelve incidencias y planifica el rumbo de la empresa. Todo ello, asegura, forma parte de una apuesta a largo plazo. “Llevo tres años construyendo mi futuro, aunque aún no haya llegado el retorno”, afirma. Esa visión de resistencia es común entre jóvenes emprendedores que trabajan desde Cataluña para competir en un mercado saturado y cambiante como el del marketing digital.
La incertidumbre es una constante. Él mismo admite que no siempre sabe si cada decisión es la correcta, pero insiste en la importancia de avanzar: “No sé si lo estoy haciendo bien o mal, pero lo hago. Y al final, eso es lo importante”. Su relato desmonta la narrativa triunfalista que circula en redes y devuelve al emprendimiento su dimensión más cruda: la de una carrera de fondo que exige una enorme fortaleza emocional.
Una realidad compartida
El caso de Eximia Studio no es aislado. Detrás de muchas empresas que presumen de cifras crecientes hay fundadores con sueldos modestos y un nivel de dedicación que supera cualquier jornada convencional. Este “lado oculto” del emprendimiento cuestiona la idea del éxito inmediato y pone en el centro el peso de la reinversión continua, la disciplina y la capacidad de sostener un proyecto cuando los resultados económicos tardan en llegar.
Mientras la empresa siga destinando recursos a crecer, quienes la impulsan deberán asumir un coste personal significativo. Aun así, muchos —como Tobías— mantienen la fe en el proyecto y avanzan con la convicción de que construir algo propio, desde Cataluña y con visión de futuro, también es una forma de éxito. Uno que no siempre se mide en sueldos, pero sí en perseverancia, aprendizaje y capacidad de transformar una idea en una realidad tangible.