Modelos de pisos cebra

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Qué son los pisos cebra y por qué triunfan en Cataluña: “Un fast food inmobiliario que se ha normalizado”

La proliferación de estas construcciones se ha convertido en un fenómeno en toda España

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La imagen se repite en periferias y nuevos desarrollos urbanos de toda Cataluña: bloques residenciales altos, de estética monocroma y franjas horizontales blancas y negras que recuerdan al lomo de una cebra. 

Durante años pasaron desapercibidos, pero hoy forman parte del paisaje urbano catalán y español. Son los llamados pisos cebra, un fenómeno inmobiliario que acumula seguidores y detractores, y que plantea preguntas clave para el futuro del urbanismo y la vivienda.

Aunque no está claro dónde nació el término, una cuenta de Instagram llamada @bloque_cebra lo popularizó. Está gestionada por jóvenes arquitectos que buscan documentar la aparición masiva de esta tipología. 

Lo que empezó como un ejercicio irónico entre colegas se convirtió en un archivo ciudadano con miles de ejemplos, muchos de ellos ubicados en Cataluña. La viralidad de la cuenta, explican sus responsables, responde a la necesidad de poner nombre a una tendencia que crecía sin ser identificada: “había que etiquetarla para que cualquiera pudiera reconocerla”.

Cómo son

Su seña de identidad es clara: bandas oscuras que agrupan ventanas y balcones, alternadas con franjas claras que actúan como superficies opacas. Este patrón se repite planta tras planta, creando fachadas homogéneas y fácilmente replicables. 

Más que un estilo arquitectónico, los especialistas lo describen como un “sistema productivo”: edificios concebidos desde criterios de eficiencia económica antes que desde una reflexión urbanística.

Críticas recibidas

Los arquitectos críticos con este modelo advierten que muchos de estos proyectos “no se diseñan, se tramitan”. Las causas son múltiples: promotores que buscan reducir tiempos y costes, normativas municipales centradas en alturas y volumetrías pero no en la calidad arquitectónica, y despachos obligados a encajar proyectos en hojas de cálculo. 

Todo ello ha favorecido que este tipo de edificios prolifere de forma masiva. La situación ha generado un paisaje intercambiable entre municipios catalanes como Lleida, Girona o Sabadell y ciudades de toda España.

Los expertos señalan que el auge de los pisos cebra coincide con una década de intensa construcción residencial tras la crisis de 2008. Para muchos promotores, este tipo de edificio se ha convertido en un producto seguro: se vende rápido, resulta atractivo en catálogos y se adapta a distintos rangos de precios. 

Esa versatilidad explica que en Cataluña convivan versiones de lujo con terrazas corridas y fachadas ventiladas junto a promociones más económicas basadas en paneles prefabricados.

Lujos y calidad

Los profesionales que analizan el fenómeno hablan de una “normalización progresiva”. La analogía más repetida es la de la rana hervida: la transformación del paisaje ha sido tan gradual que muchos ciudadanos no percibieron el cambio hasta que se volvió omnipresente. 

A ello se suma un imaginario comercial muy potente. Piscinas, pistas de pádel, gimnasios comunitarios, suelos porcelánicos que imitan mármol y viviendas con amplias zonas privadas forman un paquete aspiracional que ha sido escuchado. Pero ¿a qué coste?

Un modelo que reconfigura barrios

En Cataluña, los mapas de @bloque_cebra señalan concentraciones claras: zonas de crecimiento en Lleida como la Bordeta, nuevos ejes residenciales en Girona o periferias metropolitanas de Barcelona donde la construcción reciente ha replicado este patrón. 

Arquitectos como Jorge López Conde o Íñigo Berasategui advertían hace unos meses en El País sobre la homogeneización del entorno construido. Los pisos cebra, dicen, no se adaptan a la climatología ni a los materiales tradicionales de cada territorio.

Su replicabilidad genera una imagen urbana repetitiva y descontextualizada. Además, la relación con el espacio público es mínima: fachadas cerradas, bajos comerciales vacíos y recintos privados que refuerzan la idea de urbanizaciones encapsuladas. 

Otros arquitectos alertan también del impacto interior: suelos vinílicos que imitan madera, encimeras que simulan piedra natural y elementos prefabricados pensados para reducir costes.

Qué dicen los promotores

Las promotoras, sin embargo, defienden el modelo. Argumentan que se trata de un producto que funciona, que responde a lo que el comprador busca y que se adapta a los estándares actuales, especialmente en aislamiento y eficiencia energética. 

Explican que la construcción industrializada reduce la necesidad de mano de obra cualificada, escasa en el sector, y acelera los plazos sin comprometer la calidad técnica. Destacan que el auge de las fachadas ventiladas y las grandes piezas industrializadas viene marcado por el Código Técnico de la Edificación, que exige mayores niveles de eficiencia y aislamiento

Un futuro igual

La estética blanca y negra es, según el sector, el resultado natural de combinar terrazas corridas con materiales contemporáneos y vidrios oscuros, una tendencia predominante tanto en Cataluña como en el resto del país.

Los colegios profesionales subrayan que la calidad arquitectónica debe adaptarse al entorno y alertan del riesgo de generar ciudades sin identidad. La aparición de barrios de estética uniforme y escasa mezcla de usos es ya una realidad.