El historiador Miguel Ángel del Arco, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Miguel Ángel del Arco: "El franquismo usó el hambre para dejar claro quién era el vencedor y el vencido"
El historiador publica 'La Hambruna española', que causó 200.000 muertos, a partir de una investigación exhaustiva en la que derrumba el mito franquista del desastre de la República y la 'pertinaz sequía'
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Miguel Ángel del Arco Blanco buscaba “falangistas, brazos en alto”, y se encontró con una situación muy concreta: políticas encaminadas a dejar claro quién era el vencedor y el vencido, utilizando el hambre, la imposibilidad de acceder a alimentos para subsistir. Del Arco es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Granada y acaba de publicar La Hambruna española (Crítica) con una conclusión clara y es que se derrumba uno de los mitos del franquismo, la idea de que fue la República, los factores externos y la “pertinaz sequía” los factores que provocaron el hambre en la larga posguerra. “El franquismo usó el hambre para dejar claro quién era el vencedor y el vencido”, señala en esta entrevista con Letra Global.
El historiador deja constancia de la política nefasta del primer franquismo, que provocó unos 200.000 muertos por hambre y por las enfermedades derivadas de la falta de alimento. Los años más crueles para una población derrotada fueron los inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, entre 1939 y 1942. En 1941 la situación fue especialmente dura, y también en 1946.
¿Cómo se interesa por la cuestión del hambre en el franquismo?
Viene de una experiencia personal, y es que la mujer que me cuidaba de pequeño siempre me decía que lo peor había sucedido en la posguerra, no en la Guerra Civil. Yo estaba inmerso en una investigación sobre el falangismo, buscaba falangistas, brazos en alto, el elemento falangista en la dictadura, y me encontré con el hambre, con la leche en polvo, con las muertes por inanición. El hambre fue clave para explicar la posguerra, pero los años especialmente duros fueron los comprendidos entre 1939 y 1942, con 1941 como año destacado y cruel, y también un año suelto, un poco después, en 1946, en el sur, muy recordado por los andaluces. El concepto de hambruna, que se entiende a nivel internacional, es analizado, por sus causas y por cómo se utiliza políticamente. En el libro se cotejan muchos archivos y se traza el mapa del hambre, con el número de víctimas dentro de las bases globales. He buscado todas las evidencias posibles. La hambruna, como concepto, es algo importante.
Miguel Angel del Arco, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
¿Se provoca esa hambruna desde el poder, o no se quiso impedir, con el objeto de que pareciera algo natural por las circunstancias históricas?
Sí, las hambrunas se utilizan como arma de guerra para aniquilar al enemigo. Sucedió con el régimen nazi o con el genocidio en Gaza. Hay otras hambrunas, como la que ocurrió en Ucrania, con Stalin. Hay división entre los historiadores sobre si fue o no un genocidio. En el caso de España lo que se puede sostener es que la hambruna fue la consecuencia de una política que fue un desastre. Los vencedores utilizaron el hambre para enriquecerse, utilizaron el alimento como un arma de control y propaganda. Otra cosa fue en las cárceles, donde se utilizó para acabar con los que se consideraron culpables, contra los republicanos.
¿Se privilegió a los adeptos del régimen?
Hay dos elementos esenciales. Frente a la hambruna es importante quién eres. Los que tenían menos recursos, los que estaban en posiciones más bajas, no podían acceder a los alimentos. Los salarios se congelaron, y los precios eran altos. Políticamente se utilizó. En los años cuarenta no se contrataba a los no afectos. Estaban expuestos al hambre. Los más golpeados fueron los niños. La mortalidad infantil fue enorme, los de menos de un año, y también los ancianos y los menos capacitados. El franquismo usó el hambre para dejar claro quién era el vencedor y el vencido.
Portada del libro de Miguel Ángel del Arco
Lo que expone en el libro es la dificultad para hablar con los que sufrieron ese hambre. No quieren hablar de ello. No se admite.
La relación con la comida nos hace humanos. Se dice muchas veces que cuando el hambre aparece, desaparece la cultura. Hacemos cosas distintas. Robamos, algo que contraviene nuestra moral. Y encontré vergüenza flotando en el aire. Siempre se aludía a otras personas. Decían: ‘nosotros no, no pasamos hambre, pero vimos el hambre pasar por nuestra puerta’. Hay una ocultación importante. Una persona me dijo que le preguntara a los ricos cómo tanta gente pasó hambre.
El régimen franquista aludió al desastre de la República, en parte para intentar afianzar la suerte del régimen, que en esos años no está clara, con la II Guerra Mundial.
El régimen franquista construye mitos. Lanza la idea de la pertinaz sequía. Y hay un relato de silencio. Los periódicos no reflejan el hambre. Se habla de dificultades, de carestía, de problemas de abastecimiento. Y se prohíben cenas y banquetes en las imágenes del NO-DO. Hay un caso especialmente ilustrativo. Se explican las maravillas de las naranjas españolas, y un gobernador civil alerta de que la gente se puede reír de ello, porque las naranjas no se veían, se exportaban todas a Alemania como pago por los préstamos recibidos. Son decisiones políticas, por tanto, las que contribuyen a esa situación. Al mismo tiempo, el Imperio Británico bloquea la economía española, lo que ayuda a que esa hambruna sea mayor. Y lo hace porque sabe que España es aliada de Alemania.
Es aliada y cómplice con el régimen nazi.
Sí, claro. En 1942 el bloqueo se relaja, pero en determinados años esa hambruna es terrible. En los propios archivos del régimen se admite. En un pueblo de Almería, entre enero y marzo de 1942 mueren 90 personas de hambre.
¿No hay voces internas que alerten de la situación?
Hay algunas voces, como la de Higino París, un economista que tenía claro que la autarquía no tenía sentido. El franquismo defendía una ideología imperialista, de la España grande y libre, y fue una España hambrienta.
¿Se entiende que una vez acabada la guerra, alcanzado el poder, se despreciara y se humillara a los derrotados?
Lo que hay es una lógica de la victoria. Es importante para ellos, para los que ganan. Pero no tuvo por qué haber sucedido. El hambre no se puede explicar por esa situación, por la propia guerra. En Europa, después de 1947, no hay hambre. Lo que vemos es que las hambrunas tienen mucho que ver con las dictaduras, con la falta de democracia. Es un arma de guerra. Hubo hambre en Europa durante la I Guerra Mundial, pero luego, con la revolución de la química, con los fertilizantes, toda Europa va superando esa situación.
Hay un año posterior que queda suelto. ¿Qué sucede en 1946?
Hay una gran hambruna desde finales de 1945. La cosecha es mejor, sin embargo, en 1946, y con la cosecha hay jornales y eso quiere decir que algo se puede comprar y se mejora un poco la situación.
El historiador Miguel Angel del Arco, con 'Letra Global' Barcelona
¿Hay una diferencia sustancial entre campo y ciudad?
La hay. El hambre es mayor en el campo porque, aunque se produjesen alimentos, el estraperlo hace que se vendan en las ciudades, porque hay mayor capacidad de pago. El franquismo, además, no podía permitirse un racionamiento feroz en las ciudades. A una ciudad como Barcelona se la temía, porque se conocía la capacidad de respuesta, de reacción. Tampoco el racionamiento podía ser muy severo con los soldados rasos del Ejército.
En las ciudades se pasó mucha hambre. ¿Se rompe otro mito, entre campo y ciudad, entonces?
Lo que sucede es que en las ciudades la resaca de la Guerra Civil se difumina. En un pueblo, con población cenetista, por ejemplo, esa militancia política es especialmente castigada. Y eso no pasa tanto en la ciudad. En los años cuarenta hay una gran inmigración del campo a la ciudad provocada por el hambre. Los que se quedan en el campo están ligados a la propiedad. Y depende de la estructura social y económica de cada región, de si se accede al regadío o no. En Asturias, por ejemplo, hay un pasaporte para la supervivencia, con el acceso a la leche, a la carne. En las zonas de secano, en Andalucía o Extremadura, el hambre provoca que cambien los valores sociales. Una mujer de 85 años me explicó que había nacido en un sofá. Y que nació allí porque su padre estaba esperando la cría de una cabra, y eso era más importante que su nacimiento. Y, realmente, lo era, porque se trataba de pura supervivencia.
¿Esos inmigrantes sufren una mayor crueldad, porque el franquismo los hace volver a los pueblos?
Sí, se agrupa a la gente y se la hace volver a los pueblos. A partir de los años 50 la situación cambia y se permite esa inmigración. De hecho, se facilita. Los alcaldes ponen autobuses para que salgan. Córdoba aumenta en pocos años en veinte mil personas, procedentes del campo.
Y eso provoca, a su vez, las quejas de los falangistas, como se refleja en la película Surcos. ¿Por qué?
Porque ven un cambio en los valores tradicionales. Esa inmigración a la ciudad supone una inversión de papeles entre hombres y mujeres. En la ciudad todo cambia. Lo vemos también a través de la literatura. En Si te dicen que caí, de Marsé, el inmigrante lucha por el pan. Más tarde, en Últimas tardes con Teresa, el inmigrante lucha por el estatus.
Miguel Ángel del Arco, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
¿Cómo se consolida el régimen?
El régimen recibe un balón de oxígeno con los cereales que llegan de Argentina, en 1949. La población, obsesionada con la comida, celebra cualquier mejora. Se había pasado del aceite de coco al aceite de girasol. Y la gente siente un alivio. La comida está en el centro de las vidas. Y cuando llegan los años 50 todo va mejorando.
¿Esa evolución es la que reclama que no se haga una crítica sistemática del régimen?
Sí, porque lo que tenemos es la fotografía final. El desarrollo se vincula a Franco y lo que había pasado antes se vinculaba a problemas externos. Franco tuvo tiempo para explicar su relato. Ahora, sin embargo, los historiadores explican mejor esa evolución, las distintas etapas. Luego está que la gente se tragó mucho, sacó adelante a sus hijos y aguantó mucho.
Lo que se muestra también es que ese franquismo, a lo largo de los años, contó con profesionales en distintos ámbitos, lo que exige un análisis muy fino.
Es que a partir de 1951 se produce un cambio en el gobierno, y los técnicos van llegando poco a poco al poder. No son técnicos sin ideología, al contrario. Pero están más preparados. Lo que nos lleva a pensar en qué manos estábamos antes. No se puede decir eso a partir del desarrollismo, cuando se deja atrás el sueño autárquico, ultranacionalista. Lo plasman algunos miembros de los gobiernos de Franco. Es impagable lo que señala José Larraz, ministro de Hacienda, en sus memorias. Es un liberal y se topa con Franco. Se ve solo y acaba dimitiendo. Por ello es importante señalar que esa etapa autárquica no tuvo por qué ser así. La hambruna que causó no tuvo por qué suceder. Porque no todas las dictaduras generan hambrunas. Se puede distribuir de forma distinta.
¿Qué recepción cree que tendrá este libro?
Bueno, me ha sorprendido la buena acogida, especialmente por parte de los medios de comunicación, aunque tengan distintas líneas editoriales.
¿Se conoce ya bien lo que fue el franquismo?
Me preocupa mucho que no se haga una distinción, y es que el franquismo no se explica sin la Guerra Civil, pero se debe desvincular los orígenes de la Guerra Civil de todo el franquismo en su conjunto. Y hablar no de franquismo frente a República, sino de democracia frente a dictadura. Y tener claro que las dictaduras no son buenas, porque no son justas. Tener claro que debe haber una división de poderes y que el papel de la prensa es fundamental. El libro muestra también que se establecen lazos de solidaridad, que las familias se ayudan, y que no se trata de rescatar las catástrofes, sino también de mostrar los elementos positivos, y tener esperanza de cara a enseñar el presente.