Enrique Faes, durante la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Enrique Faes: "Falange presionó para que el franquismo no perdonara a los evasores fiscales"
El historiador publica 'El agente suizo', sobre la figura del suizo Georges Rivara, que en la España de finales de los cincuenta gestionaba cuentas en Suiza de empresarios, altos cargos y gente con dinero, desde Florenci Pujol a Marujita Díaz
Más información; Nicolás Sesma: "Los tecnócratas de Franco querían un ciudadano consumidor sin derechos políticos"
La historia que se cuenta en El agente suizo, Fuga de capitales en la España de Franco (Galaxia Gutenberg) es ilustrativa. Supone, a partir de un caso, la explicación de un periodo y de un régimen, el franquismo. El autor de esta investigación, narrada como si fuera un thriller, --el lector estará pendiente durante todo el libro de un misterio-- es el historiador Enrique Faes, el mismo que ya deslumbró con la biografía Demetrio Carceller (1894-1968) (Galaxia Gutenberg).
Faes forma parte de una nueva generación de investigadores que sabe narrar, y que muestra al gran público algo que estaba reservado a los especialistas: el franquismo fue poliédrico, con muchas caras, y contó con auténticos profesionales en todos los ámbitos. Se acabó el análisis simplista o la condena fácil sobre todo el periodo de la dictadura: es necesario el matiz, la cirugía.
Cuando España estaba a punto de cambiar de rumbo, cuando los tecnócratas del Opus Dei iban a salvar al régimen a través de los planes de Estabilización, a finales de los años cincuenta, presionado el franquismo por Estados Unidos para que se abriera al exterior con la ayuda de instituciones internacionales como el FMI o el Banco Mundial, estalla un escándalo financiero que desborda a todo el consejo de ministros de Franco: a finales de 1958, se destapa una red organizada por un banco suizo que facilita la evasión de capitales.
Y Franco permite algo inusitado: la publicación en el BOE de hasta 369 nombres investigados y multados por tener divisas y acciones en empresas extranjeras depositadas en cuentas de la Société de Banque Suisse. Los curiosos tienen a su disposición el BOE en su página web. El 9 de marzo de 1959 aparece toda la lista de "evasores".
El agente que viaja a España ya desde inicios de los años 50 es Georges Rivara, un joven suizo, con buena planta, atractivo, un rostro "muy conocido en determinados ambientes de Barcelona".
Enrique Faes, en el transcurso de la investigación que realizó para su libro sobre Demetrio Carceller, se encontró con un tesoro: 20 cajas repletas en el Archivo general de la Administración en Alcalá de Henares.
Estaba el sumario judicial con toda la información sobre el agente suizo, que fue detenido y retenido durante un año en España. Estaban los nombres de todos los acusados, con enormes sorpresas: desde el padre de Jordi Pujol, Florenci Pujol, hasta Marujita Díaz, pasando por Alfonso Escámez, --al que no se le encontró ninguna cuenta a su nombre-- o por altos cargos de la Administración franquista, de Falange y de empresarios catalanes del textil.
Enrique Faes, profesor de Historia Social y de Pensamiento Político en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), señala en esta entrevista con Letra Global que el momento en el que se destapa esa red financiera es clave para España, porque estaba a punto de cambiar de rumbo. “Es clave, porque todo estalla en 1958, y España estaba ya incorporándose en las instituciones internacionales, como el Banco Mundial o el FMI. Y el caso desata tensiones internas en el seno de la dictadura, que nunca fue monolítica”.
¿En qué sentido? El historiador se refiere a las familias del régimen. “Falange aprovecha el momento, porque ya iba denunciando el ejercicio plutocrático de las élites mientras la situación económica no era nada boyante para el conjunto de los españoles, como consecuencia de la política autárquica del régimen”.
Lo que está en juego es el equilibrio que ha querido mantener el dictador Franco entre las familias que le acompañan desde la Guerra Civil. Falange presiona para que los que han sacado dinero fuera de España, para los que juegan con la moneda, comprando divisas fuertes situadas en Suiza, no se vayan de rositas. ¿Hay presión, por tanto, de Falange, se inclina la balanza por esa influencia?
Faes es cauto. Pero se pronuncia a partir de su minuciosa investigación. “Creo que sí, es una opinión no concluyente, pero creo que hubiera sido diferente sin esa presión. Los ministerios de Comercio y Hacienda planteaban una amnistía fiscal, una repatriación de divisas que hubiera ido bien al régimen, que siempre sufrió por esa ausencia crónica. Sin la mediación de Falange, para que aparezcan los nombres de los evasores, todo pudo haber sido diferente. Se puede decir que Falange presionó para que el franquismo no perdonara a los evasores fiscales”.
El autor de 'El agente suizo', Enrique Faes, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
¿Y la figura de Franco, que pide que se exponga la cuestión en el consejo de ministros? “Estaban todos desbordados, se avecinaba un terremoto financiero y un problemón con la banca suiza, que no era cualquier banca ni cualquier país, porque la España de Franco recibió créditos desde el inicio. Franco, personalmente, no tenía un plan concreto, lo que buscó es un juego de equilibrios”.
La cuestión, a partir de un caso que se presenta como un trillar, es que el régimen vive momentos críticos y paradójicos. Porque, ¿recelaba Franco de los tecnócratas? “Es un momento delicado, porque esos tecnócratas, que son franquistas comprometidos, como Carrero Blanco o López Rodó, ven que la política económica no se puede ya coger por ningún lado”.
La paradoja es que se multa a una serie de personas por unas prácticas que están a punto de ser favorecidas. El régimen necesita una apertura económica. Los empresarios que cambian pesetas por dólares no pueden esperar un año para recibir una licencia de exportación, señala Faes. Pero debe actuar cuando se encuentra con la detención de Georges Rivara, a quien policías de Barcelona iban siguiendo desde hacía unos años, tras recibir un soplo.
Con diligencia, con “enorme profesionalidad, con prácticas avanzadas”, esos agentes, liderados por Arturo Ureta Gallardo, se toman muy en serio esa detención, y también –y eso es crucial-- el juez de delitos monetarios, José Villarias Bosch, nacido en Barcelona.
La figura de Georges Rivara –de padre con ascendencia italiana y madre suiza—educado en Ginebra, suscita un enorme interés. Acabará mal, anuncia Enrique Faes.
En el libro se comprueba el poco interés de su propio banco en defenderlo. El sector bancario lo quiere presentar como un agente “negligente”, y trata de blindar el negocio, mientras que la diplomacia suiza acaba siendo más empática.
Rivara, detenido a la salida del Hotel Avenida Palace, en Barcelona, se desmorona cuando le encuentran la lista de clientes en su coche. No sirve de nada su llamada al notario Trias de Bes, con el que mantenía una coartada: poner en marcha una inversión hispano-suiza, en el caso de que se produjeran imprevistos.
Enrique Faes, en 'Letra Global' Barcelona
“Rivara tiene la mala fortuna de ser investigado por policías que estaban enmarcados en una corriente de modernización técnica, dentro del franquismo. Es la Brigada de Investigación Criminal, que lo llevan a la comisaría de Vía Laietana, lo investigan y deciden detenerlo”, indica Faes.
La cuestión es que Rivara era conocido. Y no podía ocultarse, porque la relación con sus clientes así lo reclamaba. “Es un hombre escrupuloso, que preserva la identidad de sus clientes, pero al mismo tiempo está obligado a socializar, a acudir a partidos de fútbol, a atender a clientes en la Banca Mas Sardá. Es un rostro conocido en ciertos ambientes en Barcelona”.
Esa detención denota un cambio, señala la evolución en el seno del franquismo. “Se cumplen ahora 50 años del final de la dictadura, y sería un error pensar en que el régimen fue monolítico. Para este caso fue determinante la influencia de Falange, que se sentía marginada. Y vemos como uno de los policías, en el equipo de Ureta, había cursado la primera promoción de criminología en Barcelona. Todo camina hacia una mayor profesionalización. Los policías dejan el caso en manos del juzgado de delitos económicos, de titular único, José Villarias Bosch, que tiene esa responsabilidad desde los primeros años del franquismo. Todos los delitos económicos recaen en él”.
El lector puede pensar que no era para tanto. ¿Delito por comprar moneda extranjera? Es la España en los años cincuenta, con una administración pensada para aguantar en la autarquía, pero que se prepara para todo lo contrario.
Faes se explica: “Si hacemos historia debemos comprender lo que sucede en cada momento. En España no ha habido una cultura de cumplimiento fiscal. Pero hay que situarse en ese periodo, con una ley obsoleta, aprobada en plena Guerra Civil. Veinte años después, no tiene mucho sentido, porque España es una economía que se estira, pero no puede porque el Estado no se lo permite. Luego hay ambiciones personales, gente que quiere un cambio más real en las monedas, que compra dólares o marcos suizos. Hay intenciones poliédricas, como se apuntaba antes”.
Enrique Faes con su libro 'El agente suizo' Barcelona
¿Esos ‘evasores multados’ pueden definir un mapa de las personas ricas en España en esos años?
“Lo que marca es una tendencia, por varias razones y es que la red era muy accesible, a partir de 1.000 pesetas en adelante. Se sabía cómo hacerlo. Suponía arriesgarse un poco, pero no existía un miedo fundamentado a que una evasión de capitales significara un delito. Si acaso, una falta administrativa. Y esa mentalidad se arrastraba desde el siglo XIX".
De nuevo una paradoja. Gente del régimen, que arropa a la dictadura, pero que le hurta divisas. “En muchos casos es así, es verdad. De las 369 personas multadas está el Fiscal Jefe del Tribunal de Cuentas, por ejemplo. Hay gente de Falange, y gente del mundo empresarial y de los negocios que necesitaban dólares y que no podían esperar un año para una licencia de exportación”.
Lo que el libro explica es la sustitución de un refugio por otro. ¿Son las mismas personas que acuden a Rivara las que negociaban con el cambio de divisas años atrás en Tánger, como el padre de Jordi Pujol, Florenci Pujol?
“Es una consecuencia directa, pensando en lo que sucedió, en el cambio de soberanía, con la independencia de Marruecos en 1956. Suiza toma, efectivamente, el relevo. El despegue de Suiza en los años 60 se explica también por ese relevo, con sectores como el textil catalán, que tiene una gran participación en esas operaciones”.
¿Y Marujita Díaz? “Para los historiadores es necesario investigar sin conclusiones ya escritas. Y una de mis conclusiones es que estamos ante una red permeable, conocida y tolerada hasta cierto punto, desde los años 40 en adelante. Y toda persona que puede y quiere coloca dinero en esa red”.
Enrique Faes, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Pero, como ha sucedido en años recientes, con la operación Montoro, ¿esos evasores multados pagaron realmente las sumas exigidas, o acabaron de alguna forma amnistiados como ya pedían los tecnócratas del régimen en 1958? Los recursos se sucedían con un despacho de abogados que se convirtió en el centro de todo: el de los hermanos Garrigues, Joaquín y Antonio.
“Ocurrió lo segundo. En julio de 1959 cambió el terreno de juego, con los planes de Estabilización. Hubo muchos recursos, y a veces se aplicó con retroactividad y en otros casos no. Pero podemos ver los resultados finales: se pensó en recaudar 250 millones de pesetas, por multas o repatriando capitales. Y al final se recaudaron 60 millones de pesetas, que, viendo las multas fijadas en el BOE, se comprueba que se pagó más o menos la mitad de ellas”.
Hay muchas incógnitas que Enrique Faes no puede esclarecer. Una de ellas es “por qué el juez se lo tomó tan en serio, cuando España ya caminaba hacia otro lado”.
El lector que desee un trillar lo tendrá. El libro de Historia debe estar bien narrado. Tener gancho para un lector no especializado.
Y todos, en realidad, se podrán sentir fascinados por un hombre como Rivara, casado, con mujer e hijo –de ella-- viajante con sus libretas y apuntes por Barcelona, Madrid y Bilbao, en los años cincuenta, con su flamante Opel Olympia Rekord.
Un hombre que acaba mal. Muy mal. En Lausana.