El músico y artista Paolo Conte en una actuación

El músico y artista Paolo Conte en una actuación WIKIPEDIA

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Paolo Conte está vivo y bien y expone su pintura en Asti

El músico de 'Azzurro' dice: "De vez en cuando saboreo breves momentos de serenidad. Son ligeros, pasan pronto, pero a veces logro alcanzarlos. Reconocerlos. Y entonces sí, algunas veces soy feliz"

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De vez en cuando consulto la prensa italiana, y no lo hago porque me interese la política del vecino país, sino por si encuentro alguna noticia sobre Paolo Conte (Asti, 1937). Soy uno de los afortunados miles de españoles que conocen bien sus canciones, tan musicalmente complejas como poéticamente logradas. Conte tiene la extraña habilidad de ponerse en la piel del hombre común y conferirle un sentido de grandeza conmovedor.

El otro día salió en Il Corriere della Sera una entrevista con él, con motivo de la exposición Paolo Conte Original en el Palazzo Mazzetti de Asti, donde se reúnen ciento cuarenta acuarelas, óleos y dibujos suyos, pues además de compositor y cantante tiene gusto por la pintura, con la que también ilustra las portadas de sus discos.

Su gran y merecida reputación internacional nació de un malentendido. Su primer gran éxito, el que le decidió a cantar él mismo sus canciones (cuando aún ejercía de abogado, en el despacho en su ciudad natal, Asti, despacho que compartía con su hermano, también abogado y músico) fue cuando compuso para Azzurro --una letra melancólica del poeta Vito Pallavicini sobre ciertas largas tardes solitarias y desocupadas en que el aburrimiento da paso a los recuerdos infantiles y las meditaciones melancólicas--, una melodía exaltante.

Portada de un disco con las mejores canciones de Conte

Portada de un disco con las mejores canciones de Conte

Pasa algo parecido a algunas cantatas de Bach: parecen alegres o serenas, pero si atiendes a la letra: “Querido Dios, ¿cuándo me llevarás” o “Ya he tenido bastante”, la cosa cambia… 

Así, Azzurro il pomeriggio é troppo azurro e lungo per me. (Azul, la tarde es demasiado azul y larga para mí…). Adriano Celentano estrenó esta canción en 1968 aplicándole su habitual y divertido histrionismo macho-energético. Se convirtió en una especie de himno oficioso italiano. Hizo la fortuna de Paolo Conte, lanzó su carrera como compositor y le decidió a cantar él mismo. Tiene una docena de discos soberbios. De vez en cuando, con motivo de algún festival, se ha dejado caer con su orquesta o sólo con su piano por Barcelona, donde creo que le hizo de embajador el cantautor de la nova cançó  Pi de la Serra.

En la entrevista del Corriere, Conte, que cuenta ya con 88 años de edad, dice: “Cuando alguien me llama ‘artista’  o ‘pintor’, ¿sabe lo que hago? Lo mismo que he hecho durante toda mi vida en las canciones: hablar de otras cosas. Es una forma de pudor. Hablar del presente no me va”.

La periodista le pregunta de dónde viene el encanto lírico de sus letras: “De la poesía”, responde Conte. “Empecé con la lírica griega: un día, siendo niño, en una revista femenina que mi madre se había olvidado leí una poesía de Seferis. Luego llegó Kavafis, y de ahí pasé a Campana, Sbarbaro y Montale. He sido y sigo siendo un devorador de versos”.    

Paolo Conte

Paolo Conte FESTIVAL JAZZ BARCELONA

Hablan de pintura, y la entrevistadora le pregunta si “cada nota tiene un color. Conte responde de inmediato: “Sí, el do es un blanco sucio, el re bemol es negro, el fa es rojo, el mi bemol es azul, el re natural es marrón”.

Hablan de su canción-himno Il maestro ­­--“Il maestro é nell’ánima, e nell ánima per sempre resterá….”. ¿En quién pensaba al componerla?: “En general, me fascinan las figuras de los grandes como Verdi o Von Karajan… pero en este caso pensaba en Arturo Benedetto Michelangeli (virtuoso pianista italiano, 1920-1995) “maestro que durante un periodo abandonó Italia” (de hecho, murió en Lugano) “creo que por polémica contra algunas decisiones gubernamentales, y cuando los discípulos iban a encontrarse con él él a menudo rehusaba verlos”.

Las respuesta de Conte son breves, lacónicas, precisas. Cuenta que al principio se inspiraba para sus canciones en Scott Fitzgerald, pero que luego comprendió que prefería Hemingway, “más con los pies en el suelo, menos vanidoso, más abrupto”.

Me gusta especialmente esta secuencia de la entrevista (de Roberta Scorranese):

P.-- ¿Cuál ha sido el adiós más doloroso de su vida?

R.-- Mi madre. Pero no hago clasificaciones.

P.-- ¿Quizá porque su madre lloró escuchando sus canciones?

R.-- Por cosas mías.

Paolo Conte da siempre la sensación, tanto en lo que escribe como en lo poco que dice en las entrevistas, de ser un hombre sabio, sensible, algo desengañado y retraído. Acaba la entrevista del Corriere preguntándole Scorranese qué es lo que más feliz le hace:   

--Una cosa que quiero explicar bien: de vez en cuando saboreo breves momentos de serenidad. Son ligeros, pasan pronto, pero a veces logro alcanzarlos. Reconocerlos. Y entonces sí, algunas veces soy feliz.