Stax Records, la casa del 'soul' en Memphis
El sello discográfico creado por Jim Stewart en 1957 en la ciudad de Memphis, reunió en su catálogo a toda una galaxia artistas que cambiaron la música popular norteamericana y conectaron la música negra con la contracultura
7 agosto, 2024 04:17No se puede contar la historia de la música popular estadounidense -y mundial- del siglo XX sin tener en cuenta la aportación afroamericana y sus diversos estilos, que viajaron con la migración económica desde el Sur rural al norte industrializado e influyeron en el pop planetario. Y no se puede contar la historia de la música afroamericana sin tener muy en cuenta varios sellos discográficos pequeños, aparte de gigantes como Capitol, Atlantic o CBS.
En el ámbito del jazz, Blue Note, fundado en Nueva York en 1939 por Alfred Lion y Max Margulis, dos judíos alemanes que huyeron de Hitler; Prestige, creado por otro judío, Bob Weinstock; Verve de Norman Granz e Impulse! de Creed Taylor. En el ámbito del blues, Chess Records de Chicago, fundado en 1950 por el judío bielorruso Leonard Chess y su hermano Phil. Y en el ámbito del rhythm & blues y el soul hay dos contendientes enfrentados: Motown, nacido en Detroit en 1959 de la mano de Berry Gordy Jr. -el único negro de todos los productores mencionados-, y el sureño Stax, creado por Jim Stewart, en Memphis en 1957.
Aunque ambos se dirigían al público afroamericano y suspiraban por llegar también al blanco, Motown y Stax representaban estilos confrontados. El primero, ubicado en el norte industrializado, se caracterizaba por un sonido más pulido y sofisticado, manufacturado y empaquetado para llegar a amplias audiencias. El segundo, en cambio, era fruto de un contexto sureño menos elegante y su sonido era más rudo. También más puro, más próximo a las raíces.
Sobre Stax se han escrito un par de buenos libros -Soulsville U.S.A.: The Story of Stax Records de Rob Bowman y Respect Yourself: Stax Records and the Soul Explosion de Robert Gordon (ninguno de ellos traducido al castellano)- y ahora se suma una recomendable serie de cuatro episodios estrenada en HBO: Stax: Soulsville U.S.A de Jamila Wignot, autora de un magnífico documental anterior sobre el coreógrafo afroamericano Alvin Ailey, no estrenado en España. La historia del sello es interesante en primer lugar por su relevancia musical, pero también porque explica muy bien el contexto histórico, sociológico, empresarial y racial en el que se desarrolló su trayectoria llena de vaivenes.
Stewart, empleado de banca y violinista aficionado que tocaba en un grupo country, decidió crear una modesta discográfica orientada hacia esa música y el rockabilly. Para realizar la inversión inicial, pidió ayuda a su hermana, Estelle Axton, que se apuntó a la aventura. Empezaron en un almacén en las afueras de Memphis, que reconvirtieron en estudio, con un Ampex 350 mono. El primer nombre de la empresa fue Satellite. Stewart decidió ampliar horizontes musicales contratando a Chips Moman, un productor especializado en r&b y en 1959 sacaron el primer single de este estilo: Fool In Love de The Veltones.
Promocionando el disco, Stewart conoció a un dj de WDIA, una emisora para oyentes negros de la ciudad. Su nombre: Rufus Thomas, también cantante y showman, al que le propuso grabar para ellos. Con el gran Rufus -autor de temas como Walking the Dog y Do The Funky Chicken- llegó su hija Carla. Juntos grabaron el exitoso dueto de Cause I Love You, y ella consiguió el primer hit nacional con Gee Whiz.
Entre tanto, Stax se había trasladado al centro: al 926 East de la McLemore Avenue, en una zona de población negra de la ciudad segregada. El local elegido fue el Capitol Theatre, un viejo cine, del que conservaron la marquesina de la entrada. Junto al estudio, los hermanos abrieron una tienda de discos que gestionaba Estelle y atraía a jóvenes negros del barrio, algunos de los cuales acabarían trabajando en la empresa. Además, la tienda servía para testar sus nuevas grabaciones entre los chavales.
Como eran una discográfica regional, para lanzar sus discos en el mercado nacional necesitaban un buen distribuidor y Stewart se fue a Nueva York a negociar con Jerry Wexler de Atlantic. Wexler era un apasionado de la música afroamericana y contaba con artistas como Ray Charles y después Aretha Franklin. El primer acuerdo se selló con un apretón de manos entre caballeros, pero en 1965 el mandamás de Atlantic pidió que firmasen un contrato cuya letra pequeña el ingenuo Stewart no se leyó con detenimiento. Esto acabaría teniendo consecuencias nefastas para su empresa, que desde 1961 ya se llamaba oficialmente Stax y contaba con algunos sellos subsidiarios como Volt.
Wexler estaba tan entusiasmado con el sonido Stax que les cedió a algunos de sus artistas, como Wilson Pickett -que no tuvo continuidad por conflictivo- y Sam and Dave, un dúo con un directo arrollador, que se convirtió en uno de los mayores éxitos de la casa. Otros artistas relevantes de esta época fueron Don Covay, William Bell, Albert King y Eddie Floyd (con su potente Knock On Wood). Sin embargo, el gran descubrimiento de esta etapa fue Otis Redding, uno de los nombres clave que hizo evolucionar las muy pautadas bases rítmicas del r&b hacia el terreno mucho más rico en matices del soul (las otras dos figuras centrales de esta evolución fueron Solomon Burke -que grababa con Atlantic- y Sam Cooke).
¿En qué consistía el sonido Stax, que el aficionado detecta a los pocos compases? Era la suma de varios factores. En primer lugar, los equipos de compositores que nutrían a los artistas de canciones, entre los que destacaba el formado por Isaac Hayes y David Porter. Otras discográficas, como la Motown, trabajaban con este sistema, pero en Stax era menos compartimentado y los compositores podían también meterse en la cabina y ejercer de productores, como en el caso de Hayes.
En segundo lugar, disponían de unos músicos fijos, los autores materiales del sonido. La banda fue bautizada como The Mar-Keys, incluía una contundente sección de vientos y tenía la particularidad -inaudita en Memphis- de que era mixta. En el estudio colaboraban blancos y negros, algo que fuera no podían hacer, porque en la ciudad regía la segregación. Esta banda dio pie al grupo instrumental Booker T. & the M.G’s, capitaneado por el organista afroamericano Booker T. Jones y que contaba con el guitarrista blanco Steve Cropper. Se les buscó a toda prisa un nombre para lanzar un tema con madera de hit surgido de una de las jam sessions: el inmortal Green Onions. Tercer factor clave: el propio estudio, que al ser un cine reconvertido poseía una sonoridad propia, imperfecta pero que dotaba a las grabaciones de personalidad.
En 1967 Stax consiguió penetrar en nuevos mercados. Por un lado, organizaron una gira europea de sus estrellas, con parada especial en Londres, donde sus temas se habían hecho muy populares gracias a Radio Caroline, la mítica radio pirata que emitía rock 24 horas al día desde un barco, para esquivar la legislación británica. Ponían a los Beatles, los Rolling Stones, los Kinks, los Who, los Animals… y piezas de Stax. Segundo acontecimiento: Otis Redding actuó con los Mar-Keys en el Monterrey Pop Festival. Entre tanto hippy, eran los únicos que iban con traje, pero con su ímpetu sobre el escenario -echen un vistazo a la actuación, es impresionante- conectó la música negra con el mundo de la contracultura.
Redding ya tenía en su haber varios hits, entre ellos Respect, una canción con carga política que se haría muy célebre en la gloriosa versión de Aretha Franklin. Empeñado en llegar a lo más alto, el cantante encadenaba una gira tras otra, de modo que los Mar-Keys no podían acompañarlo porque eran los músicos del estudio. Redding descubrió entonces a unos adolescentes que estaban en el último año de instituto y se hacían llamar los Bar-Kays, y los contrató como banda para sus directos.
El 10 de diciembre de 1967 Otis y los Bar-Kays tenían una actuación en Madison, Wisconsin, después de haber grabado un show televisivo en Cleveland. Las condiciones climatológicas eran malas, pero como el cantante disponía de su avioneta privada, decidieron volar con ella. Se estrellaron en el lago Monona y fallecieron seis de los siete ocupantes, entre ellos la estrella, de veintiséis años, y cuatro de los miembros de la banda. El único superviviente del accidente fue el trompetista Ben Cauley. También se salvó el bajista James Alexander, porque no cabía en el avión y esperó a otro vuelo. De manera póstuma, Stax publicó la canción más célebre de Redding: (Sittin’ On) The Dock of the Bay, que anunciaba nuevos caminos que ya no pudieron recorrerse.
Sin embargo, la pérdida de su máxima estrella no fue el único desastre que trajo 1967. Ese año Atlantic fue adquirida por Warner y al desaparecer Wexler, a Stewart le ofrecieron unas condiciones que no le convencían y rompió el acuerdo de distribución. Entonces emergió una cláusula del contrato firmado un par de años antes que no se había leído con atención y que decía que en caso de ruptura de las partes toda la producción de Stax publicada pasaba a ser propiedad de Atlantic a perpetuidad. Traducido: perdieron todo su catálogo. Y como guinda de las desgracias: el 4 de abril de 1968 Martin Luther King fue asesinado en el Motel Lorraine de Memphis, que frecuentaban los músicos de Stax, porque era el único que permitía que blancos y negros confraternizaran en su piscina.
Hubo que reconstruir desde cero y en esta segunda etapa intervino de forma crucial Al Bell, un ambicioso afroamericano que había entrado en la compañía como promotor y ascendió a copropietario, desplazando a Estelle Axton, que se vendió su parte y abandonó la compañía. El plan de Bell consistía en rescatar grabaciones del archivo que no se hubieran publicado y construir un nuevo catálogo con un programa muy agresivo de nuevos lanzamientos: 28 discos en un año, lo que bautizó como The Soul Explosion. El primer hit de la nueva etapa fue Who’s Making Love de Johnnie Taylor, pero la bomba llegó con el salto de Isaac Haynes de compositor y productor a cantante. Lo había intentado con un primer disco que fracasó, pero, en estos momentos de necesidad desesperada, le dieron carta blanca para hacer lo que le diera la gana y grabó un álbum que parecía un suicido, pero vendió tres millones de copias.
Hot Buttered Soul, el elepé de 1969, incorporaba propuestas tan radicales como una versión muy peculiar de doce minutos de Walk On By, el tema de Burt Bacharach y Hal David que había popularizado Dionne Warwick, y una versión de dieciocho minutos de By the Time I Get to Phoenix de Jimmy Webb. En unos tiempos en que las radios ponían canciones de tres minutos, parecía una locura, pero arrasó.
Musicalmente el disco rompía esquemas y abría nuevos caminos con osadas orquestaciones y coros. Además, tenía una dimensión política -eran tiempos de Black Power- y una elevada carga sexual, con sensuales gimoteos. Hayes vivió unos años de gloriosa creatividad que llegan hasta el doble álbum Black Moses. Además, compuso la banda sonora de Shaft de Gordon Parks (una figura a reivindicar, como cineasta y como fotógrafo) y ganó el Oscar a la mejor canción. Se convirtió en una estrella e incluso se lanzó a una carrera actoral con una discreta película del género blaxploitation titulada Truck Turner (de lo que hizo después ante las cámaras destaca su aparición en 1997: rescate en Nueva York de John Carpenter y su participación en South Park poniendo la voz al personaje de Chef).
Visto con ojos de hoy, Hayes puede parecer un hortera, con ese aspecto de pimp que cultivaba: largos abrigos de piel, sombreros extravagantes, gafas de sol, cochazos y el añadido de unas cadenas de oro sobre su torso desnudo que supuestamente simbolizaban la superación de la esclavitud. Pero no se dejen engañar por las pintas. Fue un genio que hizo avanzar pasos de gigante a la música negra, en una época en la que el soul se conectaba con el rock y la psicodelia y derivaba hacia el funk de la mano de Sly and The Family Stone y los dos grupos que se sacó de la manga ese genio loco llamado George Clinton: Parmiament y Funkadelic (otro hito: el agónico y larguísimo solo de guitarra de Maggot Brain tocado por Eddie Hazel).
La discográfica de Memphis tocó el cielo de nuevo en 1972 con la organización del concierto Wattstax en Los Ángeles, considerado el Woodstook negro y filmado para la posteridad. Pero, de nuevo, desde la cumbre se precipitó al abismo. El incansable Al Bell, obsesionado con el crecimiento de la empresa, había firmado un ventajoso acuerdo de distribución con Clive Davis, entonces al frente de CBS. Al poco tiempo, Davis -un productor con mucho olfato- se vio envuelto en un escándalo de drogas y desvío de dinero y lo fulminaron. Al poco tiempo renació fundando Arista, pero a los nuevos ejecutivos de CBS que heredaron su cargo el acuerdo con Bell les parecía disparatado y pidieron renegociarlo. Este se negó y CBS se dedicó a boicotear la distribución de los discos de Stax para meterlo en cintura.
Con problemas de liquidez por la caída de las ventas, Bell negoció un préstamo con un banco de Memphis, Union Planters, y se produjo el siguiente desastre. El banquero que le había concedido el crédito fue acusado de robar dinero de la entidad y Bell fue acusado de cómplice. Al final fue declarado inocente, pero para entonces Stax ya estaba en situación ruinosa. A la desesperada, lograron sacar al mercado un último hit, Woman to Woman de Shirley Brown, pero ya era demasiado tarde.
La empresa entró en bancarrota y con el tiempo el catálogo fue comprado primero por Fantasy y después por Concord, pero su época de gloria ya había quedado atrás. Su logo, una mano chasqueando los dedos, representa la esencia del soul más puro. Hubo dos estudios legendarios en Memphis, sin los que no se puede explicar la historia de la cultura norteamericana del siglo XX: el de Sun Records, donde grabaron Elvis, Jerry Lee Lewis y Johnny Cash, y el de Stax, Soulsville U.S.A., como se leía en la marquesina del viejo cine.