Mito, épica y leyenda de la galaxia sonora DRO

El poder omnímodo del relato USA y la vastedad de sus poderes mediáticos y audiovisuales son tales que no solo conocemos la epopeya de sus héroes culturales, políticos y deportivos, sino que también somos expertos en los lugares donde se originaron algunas de las compañías multinacionales que lo sustentan. Así, es conocido el garaje donde Steve Jobs estetizó el mundo del PC, la vanidad austera que exhibe el primer despacho de Jezz Bezzos en Amazon o la manera en que la Motown revolucionó la industria de la música desde un edificio de Detroit.

Todos ellos han sido motivo de películas, documentales y una mitificación tal que llega hasta el extremo del peregrinaje turístico. Por hacer, hasta han sido capaces de producir una película sobre la firma de un contrato de zapatillas deportivas: la regulera, Air. Ahora repasen mentalmente dónde empezaron los colosos ibéricos Inditex o Mercadona. Desconocemos el relato de nuestra industria. Hasta nos parece cutre y cómico imaginarnos una ficción sobre sus inicios, ¿no? El caso es que aquí, acomplejadillos, parecemos ser expertos en descuidar la propia historia industrial, y por ende, la musical.

'Aquellos años accidentales'

¿Dónde se grabaron los discos que son la banda sonora local de nuestra vida? ¿Qué ejecutivos y estrategias consiguieron para llevar a buen puerto los proyectos artísticos? Por eso hay que celebrar la publicación de Aquellos años accidentales (Libros Cúpula), la historia de DRO, la discográfica independiente que lo cambió todo, un libro escrito por la periodista Laura Piñero (Cartagena, 1985) que con tiempo, laboriosidad y entusiasmo narra un capítulo clave de la música en España. 

El libro se basa en los orígenes y el desarrollo de DRO, la compañía fundada en 1982 por Servando Caballar y Marta Cervera, exAviador DRO y friquis cultos avant-la-lettre. La discográfica, cuenta Piñero, nace casi por necesidad. Para sacar a la calle y llevar a las tiendas de barrio y del centro los discos de grupos que entonces eran desconocidos. Indies antes de los indies. Siniestro Total, Decibelios, Alphaville o Parálisis Permanente. Es decir: en el corazón mismo de la Movida palpita el pulso de la independencia. 

La compañía es un éxito y en los años posteriores nacen otras experiencias cooperativas y valientes como Tres Cipreses, donde estuviero Jaime Urrutia y Ana Curra, o GASA -las exquisitas Grabaciones Accidentales, creadas por el núcleo duro de los integrantes de Esclarecidos, Décima Víctima o Ejecutivos Agresivos. En la alquimia de las dos almas de esas empresas –la barrial de DRO, la sofisticada de GASA– se cifra buena parte de la magia del proyecto.

'¿Cuándo de come aquí?' SINIESTRO TOTAL

Con el transcurso de los años y las sucesivas crisis discográficas la compañía es absorbida por Warner pero, desmintiendo el discurso agorero, el espíritu de la primera DRO -siempre según el libro- consigue sobrevivir en la multinacional. Lo que parecía ser un final trágico, ideal para una película de los 90, se transforma en un relato de resistencia empresarial muy apto para estos tiempos. 

El libro es extenso -cerca de 600 páginas- pero no exhaustivo. Combina la crónica de los hechos con las entrevistas y reúne a buena parte de los músicos, técnicos y ejecutivos de la época explicándose con comodidad y espacio. Se habla de todo, claro, y llega a todos los estratos de la música: las tiendas, los estudios, los baretos. 

En ocasiones se echa de menos un poquito más de conflicto. Las heridas del pasado parecen, si no curadas, por lo menos bien cerradas. A veces se hace un poco repetitiva la estructura de las entrevistas a los músicos. Muchos repiten el esquema de llegar a la capital y fichar por DRO y luego interpretar sus éxitos, pero todo esto es peccata minuta ante la colección de testimonios que la autora ha recogido. Un problema secundario ante la energía y riqueza del excelente trabajo de Piñero.

Jesús Ordovas YOLANDA CARDO

Vemos pasar por sus páginas a la colección más rutilante de la escena de las últimas décadas del siglo XX y primera del XXI. La periodista entrevista a Juan Perro, Andrés Calamaro, Fangoria, Loquillo, Mikel Erentxun, Extremoduro, Rosendo, Jaime Urrutia o Iván Ferreiro pero también a periodistas centrales en la Movida como Jesús Ordovás y Diego Manrique. Incluso glosa las peculiaridades de las revista Discoplay y del bar Rock-Ola, además del añorado programa del circuito catalán de la 2, Plàstic.

En fin, es un gozo leerlo al arrullo de la BSO que propone el libro en un pizpireto QR. Es original y pertinente la manera en que la obra combina las batallitas de los grupos con las interioridades del negocio musical. Este es, de una manera tal vez no querida, un libro híbrido. Con un pie en la crónica empresarial y otro en los chismes. Y pone empeño en glosar las hazañas tanto de los primeros como de los segundos. 

En muchos de los libros musicales es habitual obviar el asunto pecuniario. La realidad de las grabaciones y los contratos. El libro de Piñero es muy esclarecedor a tal efecto. Es también interesante porque el relato de esos años -desde los inicios de la Movida hasta casi la actualidad- desmiente alguna de las ideas de Víctor Lenore en el interesantísimo Espectros de la Movida.

'Espectros de la movida'

La tesis de Lenore era que la Movida era una cosa casi exclusivamente de pijos, caraduras y drogatas teledirigidos para la despolitización, que supieron plagiar antes que otros las músicas y las estéticas que fueron rompedoras diez años atrás, o más. El libro de Piñero trata de poner en valor los protagonistas de aquellas músicas, que son las nuestras, y de aquellos grupos con otra perspectiva. Así construye un relato objetivo de la continuidad entre los grupos presuntamente comerciales de La Movida y los independientes de los 90 absolutamente pertinente.

El libro daría para una estupenda serie documental –anímense, productores– ya que viaja de aquí para allá, del presente al pasado, de una sala de concierto antes de un bolo, a los despachos en los rascacielos, pasando por las cafeterías de moda.