The Beatles, en un mural de Liverpool

The Beatles, en un mural de Liverpool

Músicas

The Beatles

28 noviembre, 2021 00:00

Con ellos empezó todo. Por lo menos, para los de mi generación. Y también acabaron algunas cosas. En su Inglaterra natal, la sequía sexual, según sostenía Philip Larkin en uno de sus poemas. En España, según mi propia impresión (que igual no coincide con la realidad), una larguísima postguerra a la que pusieron fin el turismo y los Beatles. Más de medio siglo después de haberse separado, John, Paul, George y Ringo siguen vendiendo discos y disfrutando de plena actualidad, pues la industria audiovisual no para de encontrar maneras de mantenerlos en el candelero. ¿La más reciente? Pues una miniserie de Peter Jackson, el director de El señor de los anillos, que, con tres episodios y una duración total de ocho horas, le enmienda la plana a Michael Lindsay-Hogg, que nos ofreció Let it be hace un montón de años, y nos muestra el proceso de creación de dicho álbum con pelos y señales y montones de material inédito. La cosa se completa con un libro de acompañamiento para el que no tenga bastante con las ocho horas del documental. Y contribuye a la efeméride la hija de Paul, Stella McCartney, lanzando una serie de prendas relacionadas con los discos de los cuatro de Liverpool.

Antes de los Beatles, Occidente era un lugar mucho más aburrido, y no lo volvió a ser tras su disolución porque el rock se había adueñado de la escena juvenil y aún faltaban muchos años para que el género alcanzara su actual irrelevancia, destruido por las divas, los raperos y los devotos del reguetón (comentario viejuno donde los haya, pero inevitable en alguien de mi edad: ¡tengan compasión de mí y de los de mi quinta!). Les acompañaron en su momento los Stones y los Kinks, y a éstos muchos otros grupos que consiguieron fabricar una apasionante realidad alternativa sin la que habría sido muy difícil (sobre todo en la España de Franco) aguantar la oficial. Después de Sinatra, los Beatles fueron los principales reclutadores de fans en el mundo de la música popular: le gustaban a todo el mundo, y hasta había personas mayores que les reconocían el talento. Solo estuvieron juntos siete años, aunque ahora parezca que convivieron más tiempo que los Rolling Stones, pero con ese tiempo les bastó para sentar las bases de lo que sería la música pop en las décadas siguientes.

Me temo que ese Get back de Peter Jackson no está en ninguna de las plataformas a las que estoy suscrito, pero sé que acabaré viéndolo, aunque dicho cineasta no figure entre mis preferidos, lo cual no me impidió darle conversación hace un montón de años durante el festival de Sitges, donde presentaba la única película suya con la que me lo he pasado francamente bien, Braindead (título español: Tu madre se ha comido a mi perro), protagonizada por la española Diana Peñalver. Dudo que se acuerde de mí y casi mejor, ya que, tras cruzármelo en la barra de un bar y hallándome yo asaz cocido, preferí darle conversación a la guionista de la película, Fran Walsh, ignorando que era su esposa y sobreactuando de simpaticón, lo cual me granjeó algunas miradas de asco del señor Jackson que mi estado etílico me impidió interpretar correctamente.

Pelillos a la mar. Eso sucedió en 1992 y, como dicen los anglosajones, that was then and this is now. Y ahora lo que toca es tragarse las ocho horas de Get back y recordar al glorioso grupo que tanto me alegró la vida en su momento.