El músico y productor musical Phil Spector / CONTACTOPHOTO (EP)

El músico y productor musical Phil Spector / CONTACTOPHOTO (EP)

Músicas

Phil Spector

Todo parece indicar que el músico y productor nunca estuvo muy bien de la cabeza, pero su legado es glorioso y como 'self made man' que conquista el sueño americano es impecable

23 agosto, 2021 00:00

Al chiflado de Phil siempre le había gustado jugar con pistolas. Lo contaba John Lennon, al que le sacó una mientras grababan un disco. O Debbie Harry, la cantante de Blondie, a la que le hizo algo parecido, pero en su casa, sin mediar disco alguno. O los Ramones, a los que les produjo un álbum estupendo, aunque en este caso se la quitaron de las manos a bofetadas. Su amor a las armas, sobre todo cuando había bebido, le acabó buscando la ruina una noche de 2003, cuando se llevó a su mansión a una camarera de un bar, Lana Clarkson, que ya había fracasado como actriz, y le voló la cabeza sin que a día de hoy se sepa muy bien por qué. Tras un juicio que hubo que repetir porque los miembros del jurado no se aclaraban, le cayeron diecinueve años en el penal de Stockton, California, una condena que no acabó de cumplir porque murió por culpa del coronavirus a principios del 2021. Antes tuvo que aguantar a un molesto compañero de presidio, Charles Manson, empeñado en que le produjera un disco desde el talego que compartían.

Phil Spector nació en el barrio neoyorquino del Bronx en 1939. Diez años después, su padre se suicidó, y la frase de su lápida, To know him is to love him (Conocerle es amarle) le sirvió para titular su primer éxito en 1958, cuando era el guitarrista y principal compositor de The Teddy Bears, un grupo que no duró mucho porque nuestro hombre pensaba a lo grande y ya tenía en la cabeza lo que él definía como su acercamiento wagneriano a la música pop y que acabó tomando la forma de su célebre Wall of sound (Muro de sonido), ideado a medias con Jack Nitzsche, al que siempre ninguneó todo lo que pudo. El señor Spector dejó enseguida de dar la cara y de actuar en público para concentrarse en escribir, componer y producir. De hecho, fue el primer productor discográfico que alcanzó la categoría de estrella, aunque sus discos salieran a nombre de las Ronettes, los Righteous Brothers o Ike & Tina Turner. Sus apabullantes arreglos marcaron el pop norteamericano de principios de los 60 y hasta acabaron llegando a gente que no los veía muy claros, como los Ramones o Leonard Cohen. Ni los Beatles se libraron del Muro de sonido, aunque hace unos años se reeditó su Let it be desprovisto de los bombásticos arreglos orquestales que se le habían ocurrido a nuestro hombre.

La fama de excéntrico e intratable se la fabricó muy pronto. A principios de los 70, cuando sus colaboraciones con Lennon, ya era considerado un friki. Poco a poco, se fue retirando de una industria que se le estaba quedando estrecha –como decía Gloria Swanson en Sunset Boulevard, “Yo sigo siendo grande: es Hollywood el que se ha hecho pequeño”– y empezó a salir en la prensa más por sus jaimitadas que por su trabajo musical. La muerte de la pobre Lana Clarkson fue la jaimitada definitiva y el principio de su final: Dominick Dunne escribió unas crónicas sensacionales del juicio para Vanity Fair y Al Pacino le prestó su cara para una biopic algo escasa de presupuesto que produjo HBO.

Harvey Philip Spector disfrutó de unos años espléndidos, en plena forma creativa, y le sacó todo el jugo posible a su fantástico muro de sonido (siempre sin darle ni agua al pobre señor Nitzsche, quien llegó a producir, entre otros, al gran Willy de Ville). Se casó dos veces (la primera con Ronnie, del grupo vocal femenino The Ronettes, que él mismo lanzó a la fama con la impresionante Be my baby, que en España triunfó en la versión de Les Surf, un grupo de Madagascar que rebautizó el tema como Tú serás mi baby), tuvo cinco hijos, se pasó un montón de años entrando y saliendo de la industria discográfica y acabó haciendo mutis por el foro de una manera tan espectacular como indigna (lo suyo con Manson en la trena daba para una sitcom hilarante, pero nadie tuvo la idea de hacerla).

Todo parece indicar que nunca estuvo muy bien de la cabeza, pero su legado es glorioso y como self made man que conquista el sueño americano es impecable: su abuelo judío llegó de Ucrania, su padre se quitó de en medio y él lo tuvo todo hasta el día en que decidió meter la pata a fondo y enviar su gloriosa carrera al carajo. Eso sí, como diría Sinatra, lo hizo todo a su manera.