Gabinete Caligari, en 1981, una de las bandas representativas de la Movida / EFE

Gabinete Caligari, en 1981, una de las bandas representativas de la Movida / EFE

Músicas

Mapa de la Movida

Ordovás y Godes trazan una guía de la Movida que refleja el Madrid de los años ochenta y que ahora una cierta izquierda cuestiona como seña de identidad del régimen del 78

30 septiembre, 2020 00:00

Jesús Ordovás y Patricia Godes fueron muy felices durante los años de la Movida madrileña (1980--1989, aproximadamente). Del primero me consta que así fue porque me crucé con él a menudo durante aquellos años, aunque también es verdad que su ánimo no parece haber empeorado lo más mínimo ahora que ha (hemos) entrado en una edad un pelín provecta. A Patricia Godes nunca me la han presentado, o eso creo, ya que no recuerdo con mucha claridad los años 80 --por los motivos que el querido lector se puede imaginar y sobre los que no me voy a extender-- y a lo mejor mantuve con ella largas conversaciones en El Sol o Rockola de las que no recuerdo absolutamente nada (mis blackouts no alcanzaban las cotas de los de Mark Lanegan o Shane McGowan, pero también se las traían). En cualquier caso, aunque no conociera de nada a ninguno de los dos, me bastaría con leer su último libro al alimón, Guía del Madrid de la Movida (Anaya), para comprobar que se lo pasaron pipa durante aquellos años en los que la capital del reino tomó el relevo de Barcelona a la hora de apuntarse a la vanguardia y a la modernidad.

Libros sobre la Movida hay ya unos cuantos. La gracia del de Ordovás y Godes es que se plantea como una guía de viajes que ofrece a quien la consulte una especie de inmersión en un pasado reciente. Si los que no vivieron la época ni el lugar quieren hacerse una idea mucho más que aproximada de lo que era el Madrid moderniqui de los 80, éste es su libro, y no es casualidad que los autores citen en el prólogo rincones londinenses hechos célebres por la música pop (el cruce de Abbey Road atravesado por los Beatles en la portada de su disco homónimo, la calle Heddon en la que Bowie se retrató cuando se convirtió en Ziggy Stardust…), ya que sus equivalentes madrileños figuran de manera destacada en esta Guía del Madrid de la Movida. Junto a barrios, locales, tiendas, bares, encantes y mercadillos y algunas de las personas que los ocupaban y que salpimentan el volumen con breves entrevistas que conforman una especie de puzle que el lector va completando por fases. Entre esas entrevistas y la narrativa social --intelectual, geográfica de Ordovás y Godes--, no es que el lector adquiera unos conocimientos enciclopédicos de lo que fue y significó la Movida, pero casi. Eso sí, que no busque el menor asomo de autocrítica en los textos --la Movida se llenó de tontos y de esnobs, pero, ¿qué movimiento interesante se ha librado de ellos?--, pues la actitud de los autores es de entusiasmo absoluto, como si ellos hubiesen compuesto la canción de Steve Harley The best years of our lives.

'Vagamundo', de Santiago Auserón

'Vagamundo', de Santiago Auserón

Acercamiento sentimental

En cualquier caso, no lo olvidemos, estamos ante una peculiar guía de viajes en el tiempo, no ante un sesudo ensayo sobre una época y un lugar. Y para ciscarse en la Movida ya hay gente a cascoporro; gente, en general, que no la vivió y que, para hacerse la interesante, la pone de vuelta y media como un elemento más del (supuestamente siniestro) régimen del 78. O sea, la versión socio musical del revisionismo de Podemos, partido especializado en haber llegado tarde a todo (la revolución rusa, la guerra civil española, Vietnam, mayo del 68…) y, presa de la nostalgia por lo no vivido, empeñarse en aplicar al presente recetas del pasado teñidas de un profundo desprecio a todo lo que hicieron sus mayores.

¿Y qué hicieron sus mayores en los tiempos de la Movida? Pues lo que pudieron en un entorno aún habitado por militares franquistas con hambre de golpe de estado y asesinos patrióticos con txapela. Y, pese al esnobismo y la tontería que Ordovás y Godes nos ahorran, Madrid fue en esa época de la que hablan una ciudad mucho más estimulante que la actual. Lo mismo puede decirse de Barcelona, machacada por los nacionalistas y la banda Colau, pero ésa ya es otra historia.

¿Es esta Guía del Madrid de la Movida un propulsor de la nostalgia? Algo de eso hay: a mí me ha hecho recordar las frecuentes visitas a Madrid de aquellos años, cuando no hacía falta llamar a los amigos porque te los encontrabas a todos en RockOla; y es evidente que sus autores cuentan aún con la inercia de aquellos tiempos para seguir adelante con sus vidas (a mí me ocurre lo mismo con la Barcelona underground). Pero lo importante, por lo menos para quien esto firma, es que estamos ante el primer acercamiento sentimental a un tratado de geografía e historia, ante la primera muestra de un nuevo género literario que puede dar mucho de sí. Absténganse de leerlo quienes se acerquen a él con el colmillo retorcido y la malsana teoría de que Radio Futura y La Mode fueron la banda sonora del repugnante régimen del 78. Vale, eso aún no lo ha dicho nadie, pero el concepto ya ronda por ahí y acabará plasmado en Twitter o Facebook un día de éstos. Como si lo viera.