Música
The Beatles según Peter Jackson
El director de ‘El Señor de los anillos’ estrena en Disney+ un documental sobre los últimos días felices del grupo británico, de cuya separación se cumple medio siglo
26 noviembre, 2021 00:00Cuando un triste 10 de abril de 1970 Paul McCartney comunicó de forma oficial al mundo la disolución de The Beatles, millones de fans se sumieron en un profundo estado de shock. Incredulidad total. Nadie podía aceptar que algo así estuviera sucediendo. Nadie era capaz de asimilar que el grupo más querido e idolatrado del planeta, los indiscutibles número uno del rock y el pop, desapareciera de súbito, en la cima del éxito, tras haber creado tantas canciones irrepetibles. El sentimiento fue de desamparo y orfandad. Una sacudida brutal. Durante semanas, meses, solo se habló de eso. Y de los motivos que les habían llevado a tomar esa decisión. Un mes después, el 8 de mayo, se publicó Let it Be –el primer nombre iba a ser Get Back– y todos pensamos que era un título maldito, premonitorio.
El LP es considerado oficialmente el último álbum de la discografía de The Beatles por su fecha de edición, a pesar de que las sesiones de grabación del mítico Abbey Road, publicado con anterioridad, el 26 de septiembre de 1969, son posteriores; motivo por el que este disco, y no Let it Be, es para muchos el glorioso testamento de Paul, John, George y Ringo, los Fab Four, el cuarteto que revolucionó la música popular del siglo XX y entró en la leyenda.
Los cuarenta y dos minutos de la película filmada durante su sorpresiva actuación en la azotea de Apple, en Londres, rodados en 30 de enero de 1969, constituyen oficialmente la última actuación del grupo, que ya había abandonado las giras y los conciertos multitudinarios en 1966 por muy diversos motivos, que iban desde el cansancio hasta los problemas técnicos de sonido que suponía tocar en grandes estadios.
La práctica totalidad de Let it Be ya había sido grabada cuando ofrecieron este concierto desde las alturas de su sede discográfica –aunque en 1970 Phil Spector trabajaría con el material del disco en dos sesiones finales, a fin de redondear las mezclas y la producción del álbum con su célebre wall of sound– y la tensión entre ellos era más que evidente. Paul McCartney seguía interesado en la continuidad del grupo y en la calidad del material que salía de sus manos; John Lennon y Yoko Ono pasaban buena parte de su tiempo flotando en una nube feliz y despreocupada, consumiendo marihuana; George Harrison, compositor de extraordinario talento, no ocultaba su frustración al sentir que sus compañeros no valoraban su contribución al grupo, y Ringo Starr, el amigo de todos, el bonachón, no sabía con qué broma poner paz en medio de lo que parecía una pelea de gallos de corral.
Harrison, harto de ese estado de cosas, fue el primero en anunciar su intención de tirar la toalla y abandonar el grupo, tras una pelea con McCartney –de hecho dejó las sesiones durante una semana, enojado por el comentario irónico de Lennon, que ante su conato de deserción se encogió de hombros y aseguró que le reemplazarían sin problemas llamando a Jimi Hendrix o a Eric Clapton–; pero las aguas volvieron a su cauce cuando aceptaron como condición a su regreso su propuesta de trasladar la grabación a los estudios de Apple en Savile Road, más cálidos y amables, y contar con el respaldo del gran Billy Preston a los teclados durante el resto de sesiones y también en el concierto en la azotea.
Lo cierto es que el anuncio de la ruptura de The Beatles aventó un interminable listado histórico de desencuentros pasados, aunque en absoluto comparables en importancia al papel jugado por Yoko Ono, señalada como la responsable de haber sembrado la discordia en el seno del grupo. La pugna por el liderazgo del cuarteto, con dos machos alfa de asombroso talento –McCartney y Lennon– disputándose el control de cuanto hacían, no era nada nuevo. Pero la presencia de Yoko, la japonesa taimada y silente, y su influencia en el comportamiento de John, perturbaba a todos. Ella y Linda Louise Eastman –Linda McCartney tras su boda con Paul el 12 de marzo de 1969, ocho días antes de que John y Yoko se casaran– mantenían una relación tirante. Apenas se toleraban.
La década de los setenta puede y debe ser entendida, por lo tanto, como la era post-Beatle. Años durante los que las cuatro personalidades alcanzan su máxima concreción. Paul, el insuperable baladista, el compositor exquisito, y sus Wings, triunfaron en la arena del pop mundial; John se reafirmó en su papel de rocker contestatario, antisistema y apóstol de la paz; George, el místico, se reveló como un artista formidable –de hecho, su exquisito álbum All Things Must Pass es considerado la mejor obra post-Beatle, por encima del Imagine de Lennon y el Band on the Run de McCartney”, que pulverizaron las listas de éxito de la época–; y Ringo, bueno... Ringo fue capaz de demostrar que era algo más que el batería al que ocasionalmente dejaban cantar. Tras debutar en solitario grabando dos excelentes discos de country y blues triunfó en el pop, si bien de forma no comparable al resto.
Tras la separación del cuarteto, durante años, Paul y John mantuvieron una guerra fría de baja intensidad. Las puyas, invectivas y declaraciones intempestivas fueron la tónica habitual entre ellos. Si en la portada de su disco –Ram– McCartney se fotografiaba sujetando a un carnero por los cuernos, Lennon le respondía regalando en el interior de su Imagine una foto en blanco y negro en la que él agarraba, a su vez, a un cerdo por las orejas. Su resentimiento hacia Paul quedaba reflejado, sin ambages, en la dura letra del tema How Do You Sleep? en la que le decía: “Lo único que hiciste fue ‘Yesterday’, y desde que te fuiste solo eres ‘un día más’ (en alusión a Another Day)”. Ringo, que se acercó al estudio, al oír la letra le gritó irritado: “¡Ya está bien, para de una vez, John, ya basta!”.
El anuncio de que Jackson trabajaba en una trilogía documental de casi ocho horas de duración sobre The Beatles se hizo hace dos años, medio siglo después del concierto de despedida en la azotea de Apple. Poco a poco se fueron filtrando noticias. Jackson contaba con 55 horas de película inédita, en 16 milímetros, y 140 horas de audio. Semejante tesoro, cuidadosamente preservado, fue filmado y grabado por el director Michael Lindsay-Hogg durante las sesiones Let it Be con destino a la ya película documental de 1970 (de idéntico título) de la que los Beatles renegaron y se desentendieron en su día.
Aquel documental recibió un Oscar a su banda sonora, pero ninguno de los músicos quiso recogerlo. Tras revisar esa impagable fuente documental, Jackson declaró: “El extraordinario material de Michael Lindsay-Hogg logró capturar múltiples historias. La historia de amigos y de personas. La historia de las debilidades humanas y de un grupo maravilloso. Se trata de un relato detallado del proceso creativo, donde vemos de cerca la elaboración de canciones icónicas en un ambiente donde imperaba una gran presión, en medio del clima social de principios de 1969. Pero no es nostálgico. Muy al contrario, es veraz, honesto y humano. En estas horas conoceremos a The Beatles con una intimidad jamás imaginada”.
El negativo de esas 55 horas inéditas ha sido meticulosamente restaurado hasta alcanzar una calidad de imagen prístina, de absoluta pureza. Jackson ha utilizado técnicas audiovisuales que ya implementó en otro documental sobre la Primera Guerra Mundial, en 2018, llamado They Shall Not Grow Old, al verse obligado a trabajar con película filmada un siglo atrás. Ese metraje, más entrevistas actuales, fotografías inéditas, clips y vídeos de archivo, y los 42 minutos, también restaurados, del concierto en la azotea, conforman los tres documentales, que serán emitidos durante los próximos tres días en este canal de pago. Disney adquirió los derechos de explotación de la trilogía documental a comienzos de 2020.
En el documental se puede ver a los Fab Four pasándoselo en grande, como críos con zapatos nuevos, en el estudio: bromean ante la noticia publicada por la prensa de que George podría ser encarcelado en Francia; canturrean guasones entre dientes; intercambian instrumentos; bailan y hacen el payaso; boxean entre ellos, y hasta John le cambia el nombre al grupo anunciando, mirando a cámara, que ahora podrán ver a los famosísimos The Bottles. Todo rebosa, en definitiva, amistad y buen rollo a raudales, haciendo añicos la leyenda negra de que el ambiente de esos días se podía cortar con cuchillo. Ringo, encantado con el proyecto de Jackson, lo explicó así: “Había horas y horas en las que reíamos y tocábamos música; nada que ver con la película (documental) ‘Let it Be’ (de 1970). Había mucha alegría y creo que Peter logra plasmarlo”.
Se trata del mayor acontecimiento musical del año. Adelantándose al estreno del documental la editorial Libros Cúpula ha sacado a la calle el libro conmemorativo de la trilogía –con idéntico título: The Beatles: Get Back”, lujosamente encuadernado en tapa dura, 240 páginas con las mejores fotografías (incluyendo material de Ethan A. Rusell y Linda McCartney), una transcripción de las conversaciones del cuarteto durante las sesiones de grabación y un prólogo de Peter Jackson. Regresamos así a los psicodélicos y maravillosos campos de fresas de los que jamás debimos salir... ¡Para quedarnos en ellos forever!