Paul Viejo Barcelona
Paul Viejo: "Si la ciencia-ficción que escribió Ray Bradbury todavía interesa es porque habla de nuestra realidad"
Páginas de Espuma reúne en una antología los relatos del escritor norteamericano, ordenados de forma cronológica, en una edición al cuidado del editor y traductor vasco, que en esta entrevista reflexiona sobre su literatura y la ciencia-ficción
Traductor y editor. Ha traducido a Chéjov y Olga Knipper. Y es el editor de los Cuentos completos de Chéjov, del Diario de un escritor de Dostoievski y de la poesía completa de Ana Rossetti. Todos títulos publicados en Páginas de Espuma, que ahora incorpora a su catálogo de clásicos contemporáneos a Ray Bradbury. La editorial de Juan Casamayor acaba de sabar una antología de los cuentos del escritor norteamericano al cuidado de Paul Viejo y con traducción de Ce Santiago. Se trata de un volumen que permite recorrer la trayectoria del autor de Crónicas marcianas, que fue mucho más que un escritor de ciencia-ficción.
¿Quien haya leído Fahrenheit 451 o Crónicas marcianas qué descubrirá leyendo estos relatos?
Los lectores interesados en Bradbury tienen la suerte de haber podido leerlo prácticamente al completo. Casi toda su obra era accesible. Este volumen no descubrirá una parte desconocida de sus relatos al lector más veterano que, sin necesidad de ser un estudioso, haya podido ir leyendo muchos de sus libros. De hecho, existen antologías de Bradbury, tanto en inglés como en castellano, en las que se reúnen sus cuentos; lo que sucede es que son antologías temáticas. Hasta ahora, y esta es la novedad, no existía una que reuniera sus cuentos de manera cronológica en vez de temática. Al leerlo de esta manera uno se da cuenta de que no escribió en compartimentos. Desde los años cuarenta hasta el final todos sus temas se fueron mezclando. El hecho de estar ordenada cronológicamente hace que esta antología permita contemplar la trayectoria de Bradbury de manera panorámica.
Paul Viejo Barcelona
En efecto, en una carta a Bernard Berenson, Bradbury escribe: “No puedo rebelarme contra lo que llevo en las venas: las películas, las máquinas y la naturaleza, todo mezclado con magos, ferias y demás”.
Es así. Su método de trabajo era curioso en el sentido de que se basaba mucho en la reescritura de sus propios cuentos; volvía a ellos, aunque hubiera pasado mucho tiempo, y los modificaba. Había algo de perfeccionismo en este gesto, pero no solo. Actualizándolos podía volverlos a vender, así que cambiaba algunas cosas y ya está. Este ejercicio de reescritura hacía que volviera a determinados temas que, por tanto, se han ido repitiendo durante tu carrera. Así que te puedes encontrar un cuento de fantasmas al inicio y reencontrártelo muchos años después, con algunas modificaciones.
¿Entendía la escritura como reescritura y relectura de sí mismo?
Diría que sí, aunque no sé si detrás de estos ejercicios había una conciencia literaria; es decir, no sé si hay una expresa voluntad literaria en tanta reescritura. El corpus publicado se compone de algo más de 400 cuentos, pero se sabe que la cifra llega hasta los 650 si tenemos en cuenta las versiones que Bradbury hacía de un mismo relato o que publicaba en fanzines, por ejemplo. Él regresa a sus libros publicados, coje algún cuento, le cambia el título y alguna cosa más y lo vuelve a publicar en una revista o en una antología.
Bradbury contó que comenzó a escribir con solo doce años y que era muy disciplinado.
Sí, su interés por la escritura fue muy temprano. Siempre fue un lector voraz, y no solo de ciencia-ficción, si bien fue uno de los géneros que más leyó. Empezó a escribir pronto, pero también a publicar pronto, en parte porque en el mundo de la ciencia-ficción, al menos en Estados unidos, la publicación aficionada es un hecho común. Existen revistas como World Tales o Stone Dings, pero hay muchas más en las que los escritores que comienzan publican sus textos para abrirse camino y poder dedicarse a escribir. Desde muy pequeño, junto con otros amigos, algunos de los cuales también se convertirían en autores de ciencia-ficción, Bradburycomienza a enviar cuentos a estas revistas. Evidentemente, no los publicaban todos ni todos eran buenos, pero fue así como comenzó a escribir y a convertirse en el escritor que finalmente fue.
Paul Viejo Barcelona
¿A través de sus cuentos se puede percibir su progresión literaria?
Desde luego. Nosotros no hemos recogido los relatos y textos publicados en los fanzines, sin embargo, sí recogemos sus primeros cuentos, en los que se puede ver, no tanto torpeza, cuando una cierta imitación de los autores a los que admiraba, como William S. Burroughs. En la medida en que la lectura avanza se percibe cómo Bradbury va desprendiéndose de las influencias y se van articulando sus temas, puesto que, en la medida en que la sociedad avanza, y también el desarrollo tecnológico, Bradbury cambia sus especulaciones. Los temas son siempre los mismos; podemos encontrar relatos de juventud donde ya se nos describe una casa llena de tecnología, pero el gran relato sobre la casa domótica no lo escribirá hasta después de los años sesenta. Es decir, sus ideas están ahí, pero se van actualizando con los años en relación con los cambios de la sociedad.
A Bradbury no le interesaban demasiado las etiquetas.
No. Tampoco le interesaba ser encasillado como un autor de ciencia-ficción. Y tenía razón, porque una de las cosas que descubrirá el lector con esta antología es que Bradbury no se limitó a este género. Es cierto que este es el formato en el que más trabajó, pero tiene también relatos que están en sus antípodas: la infancia, Irlanda … Es injusto no tener en cuenta estas otras temáticas.
¿Porque, aunque sea desde la ciencia ficción le interesaba hablar de su mundo?
Absolutamente. Mientras que algunos de sus compañeros de ciencia-ficción partían de una hipótesis o de una idea tecnológica que después desarrollaban, él siempre partía de situaciones reales que, más tarde, transformaba. Por esto, por muy extraño o –como me gusta decir– por muy marciano que sea lo que nos va a contar, en el fondo, siempre nos está hablando del mundo real y de su tiempo. Por esto recurría a símbolos y metáforas, que apelaban a estas dos dimensiones: la real y la fantástica. Si la ciencia-ficción que escribió Bradbury todavía interesa es porque habla de nuestra realidad.
Paul Viejo Barcelona
¿Cree que el novelista ha ensombrecido al cuentista?
Bueno, bueno… A ver cómo lo digo: el novelista Bradbury era algo tramposo. En realidad, Fahrenheit 451 y La feria de las tinieblas son novelas cortas. En el fondo sus novelas se construyen a partir de cuentos. En la antología encontrarás cuentos que, si te fijas, con algunas modificaciones corresponden a capítulos sueltos de novelas como El vino del estío o De las cenizas volverán. Lo quiero decir es que sus novelas nacen de relatos, en parte por iniciativa de los propios editores que, al ver que habían funcionado muy bien en revistas y que eran literariamente buenos, le decían que no estaría de más convertirlos en novelas. Así nacen las Crónicas marcianas, título en torno al cual siempre existe la confusión de si es una novela o un conjunto de relatos cohesionados por interludios. De hecho, si lees los capítulos de manera no ordenada verás que se pueden leer como cuentos. Y esto sucede con Crónicas marcianas, pero también con muchas otras de sus novelas.
Por tanto, sus novelas nacen por una cuestión de mercado y de consolidación literaria.
Es la cuestión de siempre y que perdura todavía. Tiene que ver con el prestigio literario y comercial de una novela. Si tienes un agente lo primero que te va a preguntar es: ¿para cuándo la novela? El éxito de Bradbury fue más o menos temprano, es decir, se convirtió en un escritor profesional siendo joven y, por tanto, tuvo casi de inmediato un agente. En su vida, solo tuvo dos. El segundo fue con quien hizo gran parte de su carrera y estuvo con él hasta el final, pero el primero le permitió convertir la escritura en su profesión. El segundo agente es el que hoy sigue gestionando sus derechos y, hasta hace no mucho, no se permitía publicar a Bradbury de otra manera que no fuera respetando la forma en la que él –en vida– había publicado sus textos.
¿Cómo ha sido el trabajo a la hora de elaborar la antología?
Lo primero que teníamos claro es que no se podía renunciar a sus textos más conocidos. Crónicas marcianas tenía que estar sí o sí, pero para mostrar que el tema ahí planteado era mucho más amplio introdujimos otros cuentos de marcianos. Eso sí, no queríamos obsesionarnos con los inéditos y con los textos desconocidos: queríamos que todos los cuentos presentes tuvieran calidad y fueran legibles. No tenía sentido introducir piezas de juventud de escaso valor simplemente porque ser inéditas. A veces esta obsesión lleva a publicar cosas malísimas. Empezamos a seleccionar sus cuentos a partir de 1943 y hasta el final, donde encontramos cuentos con menos fuerza narrativa, aunque, entre estos últimos textos, también hay cosas maravillosas.
Los 'Cuentos' de Ray Bradbury
Queríamos mostrar todos los temas que había abordado Bradbury para que el lector no tuviera la impresión de que solo escribía de ciencia-ficción. Así introdujimos relatos en los que habla de su infancia o del amor tratando siempre de buscar un equilibrio y que ningún tema predominara en exceso sobre los otros. Si lo piensas, Bradbury hubiera podido encasillarse y, como tantos otros autores cuyos nombres hemos olvidado, quedarse en un único registro, pero no lo hizo. Y una cosa que percibes en algunos cuentos es que era un escritor con amplias lecturas al que le interesaba pensar y conversar sobre literatura.
En alguna ocasión confesó que del único escritor del que sentía celos era de Sturgeon.
A los dos se los conocía como los poetas de la ciencia-ficción porque ambos estaban muy interesados en el aspecto formal. En él existía una clara voluntad estilística. No todos, pero muchos de sus textos los pensaba como un poema: los comenzaba a plantear como versos en prosa que, luego, convertía en relatos. En su escritura son muy importantes las imágenes. Escribe a partir de ellas y así va más allá de la trama y de la peripecia con la que narra. Él escribía poesía y sus poemas está publicados en Cátedra, en la misma colección en la que podemos encontrar a Miguel Hernández.
Paul Viejo Barcelona
Ahora ustedes lo sitúan, cerca de Poe o de Joyce, por citar dos nombres.
Sí, nosotros lo hemos querido llevar a la colección de clásicos, al lado de Chéjov y de Joyce y junto a los futuros clásicos contemporáneos que editemos. Si bien él vivió el reconocimiento de su obra, este gesto tiene algo de reivindicativo, como sucede también con Ursula K. Leguin y su obra. Por suerte, se van rompiendo muchos prejuicios de la misma manera que también va cambiando la idea de los géneros como algo cerrado. Cada vez hay menos miedo o menos reparo a la hora de leer sobre cosas raras. Nos hemos dado cuenta de que ya no son tan raras.
¿Y usted con qué Bradbury se queda?
En mi opinión, por muy manoseado que esté, es indudable que Crónicas marcianas es su mejor obra. Es una brutalidad de libro. Sus textos sobre la familia me interesan mucho. Sin embargo, si bien el tema a priori no es de mi interés, me fascinan los cuentos en los que se acerca a la infancia, puesto que lo hace desde una perspectiva tenebrosa, extraña y fantástica. Es capaz de emocionarte y de provocarte miedo. De cierta manera, Bradbury nos dice que, en realidad, no hay que tenerle miedo ni al futuro ni a los alienígenas, sino al presente y a lo que nosotros mismos somos capaces de hacer.