Fernando Pessoa / DANIEL ROSELL

Fernando Pessoa / DANIEL ROSELL

Poesía

Pessoa, 40 años de desasosiego

El gran libro en prosa del poeta portugués, un enigma literario encerrado bajo la falsa biografía de Bernardo Soares, uno de sus heterónimos, cumple cuatro décadas en 2022

27 noviembre, 2021 00:10

Ejercen las efemérides su dictadura sobre los años como un legado que obliga a los herederos a encargar unas misas periódicamente, al obligado recuerdo, al eterno retorno vislumbrado por Nietzsche y estudiado por Eliade. Suele abusarse de ellas, las efemérides, pero también es cierto que sirven para consolidar los movedizos terrenos de la memoria, puesto que son balizas que la demarcan y, si merece la pena lo que evocan, buenas ocasiones para revisitar, para releer, para replantearse cosas que, de otro modo, el correr de los días arrastraría en su riada como las tormentas cíclicas de verano, pero no para llevarlas con ella sino dejándolas atrás, sepultas bajo el cieno. Se cumple el año 2022 el cuarenta aniversario de un libro importante y singular. No de las cuatro décadas desde que se escribiera, que de esto el cómputo se remonta a decenios, sino del momento en que se pasara a limpio, armara, editara, publicara y comenzaran los primeros eslabones de la cadena aún no acabada de su presentación y traducción.

Las efemérides son, entonces, repeticiones en el mapa celeste de situaciones y coyunturas que se produjeron hace años, eco de imágenes de la astronomía. En el caso de alguien que prestó gran importancia a las estrellas (en la vertiente mágica de otras leyes del universo que atañen a la astrología y que, de creerla, vienen impuestas por ella), son relevantes. No importa que sepamos que el mapa del cosmos se mueve y varía imperceptiblemente en cada nanosegundo: también se mueve la obra de la que ahora se cumple la efeméride. 

Retrato de Fernando Pessoa pintado por José de Almada Negreiros

Retrato de Fernando Pessoa pintado por José de Almada Negreiros

El Libro del desasosiego, ese centón de anotaciones que vio la luz por vez primera en 1982, también ha ido mudando. Pudo haber sido editado antes por el poeta y profesor Jorge de Sena, a instancias del cuñado de Pessoa y con la asistencia de María Aliete Galhoz, que pasó a limpio los fragmentos, pero esta cayó enferma y los dos hombres murieron antes de ver completada la obra (también Pessoa había muerto bastante tiempo atrás, en 1935). Diferentes ordenaciones, resultados de la edición a cargo de distintos expertos, han ido modificando su fisonomía y también su alma. Pessoa desde su tumba no da reposo a sus estudiosos y traductores. Porque no habita un féretro el portugués sino un baúl, un arca cuajada de libros, la materia derivada del árbol que lo encierra no es ni puede ser la madera de su ataúd, sino la suma de papeles que lo contienen a él, innumerable, poliformo, casi ilimitado. “Tengo un mundo de amigos dentro de mí, con vidas reales, definidas e imperfectas”, escribió el autor de este Libro.

Siempre ha tenido muy buenos lectores el Libro del desasosiego: la edición italiana de Feltrinelli cuenta con un prefacio de Antonio Tabucchi, en el que este afirma que el libro de Soares es una novela (un romanzo, escribe). O mejor aún, una novela doble: Pessoa inventa un personaje, un ser de ficción al que encomienda la escritura de un diario, “la sutil ficción literaria de la autobiografía”. Y Octavio Paz aseveró en el texto que le dedicó en Cuadrivio que en el libro Pessoa “describe su paisaje moral”. Quizá mejor que esa aseveración un tanto vaga sea el título de la antología que dedicó a Pessoa: El desconocido de sí mismo.

libro del desasosiego

El Libro del desasosiego comenzó siendo de la autoría del auxiliar contable Bernardo Soares, uno de los semiheterónimos de Pessoa que a diferencia de Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro, los tres heterónimos indiscutibles, no distribuyó su genio por versos y versículos, sino en apretada prosa. Lo transcribieron la citada Aliete Galhoz y Teresa Sobral Cunha, y fue ordenado y prologado por Jacinto de Prado Coelho. Luego han venido varios otros. En tiempos más recientes la catedrática Teresa Rita Lopes ha revisado los endiablados manuscritos pessoanos (endiablados no por un halo demoniaco o espiritista por más que esto atrajera al rosacruciano Pessoa que llegó a corregir la carta astral del sí maléfico Aleister Crowley, sino por su caligrafía). Y de esa labor, solo posible tras muchos años de contacto con esa letra inextricable, ha emergido un libro distinto que ella ha venido en llamar Libro(s) del desasosiego, pasando de la autoría única de Soares a la tripartita (junto con Soares, el Barón de Teive y Vicente Guedes) que recoge en su edición y justifica en su estudio preliminar.

Para Lopes, el libro es así un tríptico (y el tres era una cifra muy importante para Pessoa, atraído por la numerología como por toda doctrina secreta, la cábala, etc). según la compatriota del autor de Mensagem y gran estudiosa suya no es casualidad que los heterónimos pessoanos sean tres, como tres son los semiheterónimos (la expresión es de Pessoa) que componen el Libro del desasosiego (para ella, Libros). En un ensayo justificativo de la decisión de añadir La educación del estoico al proyecto, Lopes ha defendido esta como voluntad expresa de Pessoa. Por otra parte, defiende que este pensaba en una estructura cerrada, otra cosa es que no alcanzara a terminarla. De este modo, Lopes rechaza la idea de que el Libro sea como un mazo de naipes que se pueda barajar a antojo. No hay que confundir, se deduce, que al galimatías de la letra de Pessoa haya que añadir el otro galimatías de una desordenada adición de papelitos.

Azulejo dedicado a Fernando Pessoa en el Forte do Pico de la ciudad brasileña de Niterói / HALLEYPO

Azulejo dedicado a Fernando Pessoa en el Forte do Pico de la ciudad brasileña de Niterói / HALLEYPO

La traducción pionera fue de Ángel Crespo publicada en 1984, poco después de la aparición del libro en portugués. Crespo no se limitó a poner en excelente español la obra, también la fijó según su propio criterio. Fue la primera traducción a cualquier lengua y es la versión que más ha circulado entre nosotros desde entonces, aunque también hay que mencionar la de Perfecto E. Cuadrado en Acantilado, que sigue la edición de Edward Zenith, de 2007. Funambulista publicó en 2014 una edición reducida, a modo de antología, a cargo de Luis Morales: Libro del desasosiego. Un día en la (no) vida de Bernardo Soares

Otro de los editores del Libro del desasosiego, en 2010 y 2013, es Jerónimo Pizarro. Su ordenación es la que empleó Antonio Sáez Delgado para su traducción en Pre-Textos en 2014. El fuerte de esta edición es la datación de cada fragmento, para que sea la cronología la que guíe en la organización de la obra, a la que cuadra como pocas, por lo prolongado de la elaboración y su carácter inconcluso, el concepto de work in progress.

Libro del desasosiego (Alianza)

El escritor y traductor Manuel Moya tradujo el libro en su anterior encarnación para Baile del Sol (2014) y Alianza Editorial (2016): “El libro no es unitario ni responde a una sola escritura”, explica Moya. “Su primera fase es páulica (una especie de modernismo edulcorado) y consiste en unos cuentos que comienza firmando Fernando Pessoa para luego pasar a la autoría de Vicente Guedes: (1912-1915). Es la época vanguardista de Pessoa. Luego se sucede un parón y el formato y la textura de los textos cambia hacia un interseccionismo y sensacionismo (más cerca del cubismo y del futurismo para entendernos). Se entra en una fase de poemas en prosa firmados por Guedes. El proceso se corta en 1920 y no regresa hasta 1928, con el Barón de Teive, que escribe su Educación del estoico”. 

Para Moya, la novedad de la edición de Lopes es que incorpora este último texto al libro: “Luego, sobre 1929 comienza la última parte, ya con el semiheterónimo Bernardo Soares. Son los mejores textos, los de Rua dos Douradores, y tienen un tono reflexivo, autorreflexivo”. Se trata de la parte más conocida del libro, la que muchos recuerdan. Para contextualizar esta parte del El Libro del desasosiego, apunta: “Los poemas en prosa de Baudelaire y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge de Rilke, más el diario de Amiel darían la pista de por donde van los nuevos tiros”.

Raúl Leal, António Botto, Augusto Ferreira Gomes and Fernando Pessoa en el Café Martinho da Arcada (1928) / MARTINHO PESSOA BOTTO.

Raúl Leal, António Botto, Augusto Ferreira Gomes and Fernando Pessoa en el Café Martinho da Arcada (1928) / MARTINHO PESSOA BOTTO.

¿Podrá haber una edición definitiva del libro? No parece posible. Las anotaciones sueltas nadie sabe cómo las habría ordenado finalmente Pessoa de haber tenido tiempo y ánimo. Zenith se siente capaz de interpretarlo y Moya aboga por la libertad del editor a la hora de tomar decisiones. En cuanto a la trascendencia de este proyecto en el que a Pessoa se le fue la vida, no lo duda: “Es el libro más pessoano de todos, es el Fernando Pessoa sin caretas, es el hombre aposentado, nihilista, cansado de vivir, conocedor del fin y maduro en su expresión y en su vivir. A pesar de escribirse a través del semiespejo de Bernardo Soares, es Pessoa (y Campos) quien está detrás”. Es el Zibaldone lusitano, agrega, refiriéndose a ese íntimo cajón de sastre que escribió Leopardi como cuaderno de notas y diario.

También traductor de esta obra disputada, Zenith acaba de publicar en Estados Unidos y Gran Bretaña la que, si no definitiva, es la más completa y monumental biografía de Pessoa hasta la fecha, Pessoa. An Experimental Life, titánico esfuerzo saludado por autores de la talla de William Boyd, Antonio Muñoz Molina o Alberto Manguel. Allí, lógicamente, se ocupa del Libro del desasosiego, y pertinentemente, llama la atención sobre el hecho de que el “ermitaño urbano” Guedes (posteriormente Soares) constituyó “un modelo predictivo de aquello en lo que al final se convertiría de manera resuelta el propio Pessoa”. También llama a Soares “una expresiva réplica en versión reducida” de Pessoa. Habiendo tanto del autor en su personaje, este es una fuente que utiliza a menudo Zenith para analizar a Pessoa en las más de mil páginas de la biografía, dado que de continuo Soares se analiza a sí mismo. 

Pessoa. An Experimental Life

La edición portuguesa del Libro del desasosiego de Zenith, de 2014 y reimpresa varias veces (hay otras ediciones suyas anteriores), señala en la cubierta que se trata de la “versión integral”, y como título y subtítulo ostenta en la portada lo elegido por Pessoa: Livro do dessassossego composto por Bernardo Soares ajudante de guarda-livros na cidade de Lisboa. No deja ahí hueco, pues, para los coautores del Libro (aunque se ocupa de ellos en la introducción y en el apéndice). Sí, para subrayar que el “desasosiego” del título se refiere tanto a “la angustia existencial del narrador” como a la inquietud, a no quedarse quieto, siempre yendo de un lugar a otro por calles y plazas lisboetas. Y da en la diana en este juicio que no requiere traducción: “É natural que um livro que representava algo tão complexo como a alma humana não pudesse encontrar uma forma serena, uma organizaçao pacífica”.

Traducido a una treintena de lenguas, el Libro del desasosiego es, aunque se escriba en singular, plural, poliédrico, complejo. Está cuajado de frases que podrían ser aforismos o máximas (como vio José Luis García Martín, que recogió un buen número en Fernando Pessoa, Aforismos, Renacimiento, 2012). Pero sobre todo, está lleno de observaciones de un hombre interior desazonado, que puede ser pasto de interminables glosas y comentarios desde el campo no ya de la literatura, sino de la psiquiatría, como este, por ejemplo: “Entre mí y la vida hay un cristal tenue. Por más nítidamente que vea y comprenda la vida, no la puedo tocar”. O esta esquirla de una frase: “La sanguijuela que es repugnante sin saberlo”. Pessoa ha dejado un legado altísimo de poemas firmados por él y por sus extraordinarios heterónimos. Son versos paladeados por los lectores de poesía, ese pequeño pueblo. Pero es en la gran ciudad de la prosa, como una Lisboa abierta a cualquiera, donde todo aquel que sepa leer se siente interpelado. ¿Acaso las dudas, las turbaciones, los malestares, no nos acometen a todos por igual?