Caricatura del presidente Joe Biden / PIXABAY

Caricatura del presidente Joe Biden / PIXABAY

Poesía

Joe Biden, lector de poesía

El presidente de Estados Unidos, católico de ascendencia irlandesa, es un gran lector de poesía y aficionado a los bardos de la Isla Esmeralda, cercanos a la religión y el mito

10 noviembre, 2020 00:00

You carried your own burden and very soon / your symptoms of creeping privilege dissapeared” (“Uno acarreaba su propio lastre / y muy pronto desaparecieron sus síntomas de creciente privilegio”). 

En enero de 2017, durante la ceremonia en la que Barack Obama, aún presidente, le concedió por sorpresa la Medalla de la Libertad, Joe Biden, en su discurso de agradecimiento, citó estos versos de Seamus Heaney, pertenecientes al poema “From the Republic of Conscience” (“Desde la República de la conciencia”). Heaney describe ahí el tránsito que se opera en el espíritu, si uno madura, desde la identidad individual y nacional a la experiencia plural, el espacio donde la humanidad vive en un exilio común, sin el lastre de sus raíces ni los límites de su origen y donde “el relámpago representa el bien universal”. 

Poco antes, Obama, en su propio parlamento, había citado a W. B. Yeats, diciendo que era imposible hablar de su vicepresidente sin citar a un poeta irlandés. Así fue cómo muchos supieron que Joe Biden, católico de ascendencia irlandesa, es un gran lector de poesía, especialmente aficionado a los bardos irlandeses, a los que considera los mejores del mundo. Aquella ceremonia –que tuvo lugar el 12 de enero de 2017, una semana antes de que Donald Trump jurara su cargo– fue un melancólico acto de despedida y homenaje a un ciclo político que no iba a tener continuidad y que había terminado abruptamente.

Biden citó el verso de Heaney para definir lo que había inspirado su trayectoria como servidor público y que se oponía al credo del entonces presidente electo, un nacionalista furibundo que además había hecho de la ignorancia una de sus banderas. De la república de la conciencia –como ideal, al menos– se iba a regresar a la república de la identidad, la exclusión, la xenofobia y el desprecio a la verdad. Cuatro años después, aquel vicepresidente que parecía estar entonces a punto de retirarse ha conseguido derrotar la palabrería grosera, violenta y avasalladora de Trump y ganar las elecciones, siendo el candidato más votado de la historia

Seamus Heaney Sean O'Connor

El poeta Seamus Heaney / SEAN O'CONNOR

La influencia que su pasión por la poesía ha tenido en la victoria es sin duda irrelevante y no garantiza por supuesto nada, pero tampoco es baladí que alguien que ha logrado elevarse por encima de la brutalidad y la devastación de estos tiempos sea un lector sofisticado. La literatura irlandesa es una de las mejores de Europa y la preponderancia de la poesía es uno de los símbolos de su cultura. Los poetas irlandeses, siempre muy cerca de la religión, el mito y la leyenda, son los más líricos del ámbito anglosajón, mientras que los ingleses son más racionales y discursivos. “En Irlanda este mundo y el mundo al que vamos después de la muerte no están muy separados”, como dijo Yeats en El crepúsculo celta (1893), un libro que sigue siendo imprescindible para entender los fundamentos de ese universo poético. Los poetas ingleses siempre han despreciado un tanto a sus colegas irlandeses, a los que acusan de cantar sin pensar, pero, como dijo Robert Graves, un escritor que sintetizó en su obra las dos culturas, en realidad la poesía irlandesa es la fuente de la inglesa. 

W.  B. Yeats

El escritor W. B. Yeats

Joe Biden nunca pierde oportunidad de citar a uno de esos poetas favoritos suyos, puesto que ha crecido con ellos. Como ha contado él mismo, siendo niño logró superar su tartamudez –de la que aún le queda un resto cuando a veces se traba en los discursos– leyendo en voz alta poemas de Yeats, como recientemente le ha recomendado que haga a un niño con el mismo problema. A nadie sorprendió, por tanto, que al final de su discurso de nominación como candidato del Partido Demócrata a la presidencia, Biden citara de nuevo unos versos de Seamus Heaney que luego se convirtieron en uno de los reclamos de su campaña:

History says, don’t hope / on this side of the grave. / But then, once in a lifetime / The longed-for tidal wave / Of justice can raise up / and hope and history rhyme”. (“La Historia dice / no tengas esperanzas / a este lado de la tumba. / Mas luego, por una vez en la vida, / la ansiada marea / de justicia puede alzarse / y la historia y la esperanza riman”)

The cure at Troy, Seamus HeaneyLos versos proceden de The Cure at Troy, la libre versión que Seamus Heaney hizo en 1990 del Filoctetes de Sófocles y que se inspiró, de un modo tácito, en el caso de Nelson Mandela. Heaney quiso traer a la escena moderna la reflexión sofoclea sobre el trauma personal y el destino colectivo, el rencor íntimo y el bien común. En la tragedia clásica, que recrea un episodio del ciclo troyano, Filoctetes ha sido abandonado por los suyos en la isla de Lemnos a causa de una herida ulcerosa y fétida en un pie. Hacia el final del sitio de Troya, sin embargo, un arúspice les revela a los griegos que no podrán ganar la guerra sin el arco que Heracles le había legado a Filoctetes. Por ello Ulises, en compañía de Neptólemo, hijo de Aquiles, desembarca en Lemnos y trata de robar el arma. Ulises diseña una trampa dialéctica para convencer a Filoctetes, pero Neptólemo acaba teniendo problemas de conciencia y se demuestra incapaz de engañar a aquel pobre hombre herido y lleno de odio hacia los suyos, a los que aún no ha perdonado que le abandonaran. Finalmente, cuando todo parece perdido, Heracles irrumpe y le ordena a Filoctetes que vaya a Troya con Ulises y Neptólemo, prometiéndole que así se curará su herida y se ganará la guerra

Los versos proceden de

Los versos que han acompañado a Biden durante toda la campaña están puestos por Heaney en boca del coro, muy al final: 

Human beings suffer, / They torture one another, / They get hurt and get hard / Nor poem, play or song / Can fully right a wrong / Inflicted and endured. / History says, don’t hope / on this side of the grave. / But then, once in a lifetime / The longed-for tidal wave / Of justice can rise up, / and hope and history rhyme. / So hope for a great sea-change / On the far side of revenge. / Believe that a further shore / is reacheable from here. / Believe in miracles / and cures and healing wells. / Call miracle self-healing / The utter, self revealing / Double take of feeling. / If there is fire on the mountain / Or lightning and storm / And a god speaks from the sky / That means someone is hearing / The outcry and birth-cry / Of new life at its term”.

(“Los seres humanos sufren, / se torturan entre ellos, / son heridos y se endurecen. / No hay ningún poema, drama o canción / que pueda del todo remediar un mal / infligido y soportado. La historia dice, no tengas esperanzas / a este lado de la tumba. / Mas luego, por una vez en la vida / la ansiada marea / de esperanza puede alzarse / y la esperanza y la historia riman. / Así que ten fe en una gran cambio abismal / en la lejana orilla de la venganza. / Debes creer que otra costa / puede alcanzarse desde aquí. / Cree en milagros / y en sanaciones y en fuentes curativas. / Milagroso es curarse a uno mismo, / el puro y revelador / doble tamiz del sentimiento. / Si hay fuego en la montaña / o tormenta y relámpagos / y un dios habla desde el cielo / eso significa que alguien está oyendo / el clamor y el llanto natal / de una nueva vida en su plazo”).

El crepúsculo celta : W.B.YEATS

A diferencia de lo que ocurre en otros pasajes, aquí Heaney no parece seguir el texto de Sófocles, entre otras cosas porque la idea que subyace a estos versos es completamente extraña al mundo trágico griego, en el que no se puede hablar de esperanza tal y como la entendemos nosotros. La elpís de los griegos era más bien lo que nosotros llamamos expectación ante algo inevitable, siempre con un punto ominoso o de ilusión. La esperanza de la que habla Heaney, en cambio, es de raíz mesiánica y por tanto hebrea y cristiana. La tragedia ática –y en especial la de Sófocles– no propone nunca una salvación –que es otro concepto hebreo– sino más bien una aceptación de los designios divinos, que en sí mismos resultan incomprensibles para el hombre, ciego frente a ellos. El hombre debe asumir lo divino pero sin tratar de entenderlo ni rebelarse. Esa es la explicación que nos da la tragedia del sufrimiento. Eso es lo trágico, además de la tensión constante entre los contenidos naturales y la abstracción del Estado. 

Cada vez que durante esta campaña ha citado estos versos de Heaney, Joe Biden, en medio de la algarabía y el estruendo de la publicidad y la disputa, ha deslizado algo esencial de la cultura de Occidente y que inspiró además a los padres fundadores, buenos conocedores del legado greco-latino. En virtud de la interpretación, Heaney actualizó una de las grandes preguntas de la tragedia griega a través de su personal visión de raíz católica, hablando del dolor y la curación, de la fe y la posibilidad de redención. Y Joe Biden, concediendo importancia pública a la gran poesía, ha llevado a cabo un gesto especialmente trascendente y vinculante, sobre todo en un época de dispersión, degradación educativa y banalidad institucionalizada. Si tenemos en cuenta, además, algunos de los conocidos episodios trágicos de su biografía, la cita adquiere aún más vibración. En su primer discurso como presidente electo, Biden no citó, por una vez, a ninguno de sus poetas irlandeses, sino que, pensando en la pandemia que nos asola, prefirió la Biblia, con alusiones al Eclesiastés y a los Salmos, es decir, a los ciclos recurrentes de los tiempos y a la alabanza y el consuelo, que son en el fondo el verdadero cometido de toda poesía.

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