Imagen de la edición de 'El último virrey. Queipo de Llano', de Manuel Barrios / EL PASEO

Imagen de la edición de 'El último virrey. Queipo de Llano', de Manuel Barrios / EL PASEO

Manuscritos

Queipo de Llano, el virrey sangriento

La editorial El Paseo rescata el libro-crónica con el que el periodista y escritor gaditano Manuel Barrios abrió en 1978 la senda para desmitificar la imagen de uno de los generales golpistas

27 abril, 2023 15:35

El periodista y escritor gaditano Manuel Barrios (1924-2012) fue el primero que investigó a fondo la biografía de Gonzalo Queipo de Llano, el militar que traicionó a la República para sumarse –por interés personal– al golpe de Estado que provocaría la Guerra Civil, y cuyo papel dentro del grupo de militares alzados contra la legalidad vigente en 1936 sería esencial para el triunfo y la posterior entronización como caudillo de Francisco Franco. Queipo se hizo desde Sevilla con el control absoluto de Andalucía en los momentos determinantes del golpe. De esta forma facilitó no sólo el traslado de ejército africanista a la Península, sino que, gracias a su violenta conquista del Sur, hizo posible que los rebeldes no fueran reducidos en aquellos momentos inciertos por la República.

Desenterrado de la basílica de la Macarena hace unos meses, en aplicación de la ley de memoria histórica, donde su cadáver reposaba con honores que no merecía desde los años cincuenta, la figura de este sanguinario general, conspirador desde su juventud y primer responsable de la represión política y del régimen de terror impuesto por los golpistas en Andalucía, ha quedado en la historia como epítome de la crueldad y la intolerancia de los alzados, que fusilaron sin juicio y de forma arbitraria a cuantos se les opusieron e instauraron en España un régimen de corte feudal, nacional-católico y de inspiración fascista.

La editorial El Paseo, dirigida por David González Romero, recupera ahora El último virrey. Queipo de Llano, el libro crónica con el que Barrios abrió, tras un intenso y difícil trabajo documental, la senda para desmitificar al general golpista, señor de Andalucía hasta que cayó en desgracia ante Franco. La edición, revisada, puesta al día y acompañada de materiales fotográficos inéditos, cuenta con un prólogo de Francisco Espinosa Maestre, historiador especialista en la Segunda República y la Guerra Civil, director de iniciativas para devolver la dignidad a las víctimas del franquismo enterradas en fosas comunes, y un epílogo de Manuel Barrios Casares, filósofo, catedrático e hijo del autor. El Paseo devuelve así a las librerías un libro valiente y pionero, publicado por vez primera en 1978, cuando el hecho de cuestionar el relato hagiográfico de los vencedores de la Guerra Civil implicaba todavía riesgos, dada la inestabilidad de la democracia española, en pleno proceso de Transición.

Letra Global, por cortesía de El Paseo, publica los dos primeros capítulos del libro y el prólogo que su autor escribió para la primera reedición de 1990.

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DOS PALABRAS (PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE 1990)

No sé si este es mi mejor libro —ni siquiera si tengo un libro mejor—, pero sí que es el más pacientemente trabajado, no solo por el acopio documental en que se basa, sino por haber pretendido en él un equilibrio que condujera a una visión lo más imparcial y objetiva posible. Por supuesto, que en un país como el nuestro, de pasiones encontradas, resulta ilusorio cualquier empeño en este sentido, siempre entre dos fuegos : el de los que esperan una diatriba sin la más mínima concesión a la duda y el de quienes aguardan una apología encubridora de pecados capitales. Aun así, al escribirlo procuré en todo momento la ecuanimidad y por eso en esta edición —transcurridos diez años de la primera— he querido revisarla prescindiendo de ciertas adjetivaciones de apariencia partidista y de algún hecho insuficientemente contrastado.

El último virrey salió a la luz, por primera vez, en 1978 y, por fortuna, obtuvo una generosa acogida del público lector, así como de crítica, excepto en dos casos significativos : dos casos que, por razones inconfesables y rastreras, quisieron ahogar los elogios alegando que esta obra no aportaba nada al tema, cuando precisamente es la única que allega conclusiones y datos inéditos, con toda la dificultad que ello entraña, tales como el papel de la radio en la preparación del golpe, las razones de la enemistad Queipo-Franco, la torcida intención de Mola enviando a Queipo de Llano al fracaso, la revelación del misterio Villa-Abrille, la verdad sobre los efectivos con que contó el general para el levantamiento, la secreta identidad del cerebro gris, Cuesta Monereo

Por otra parte, no creo que de esta crónica deba extraerse el juicio conducente a la sentencia contra una persona, sino contra la guerra, como culpable primera y última de la sangre, capaz de despertar, no en un hombre, sino en todos los hombres, la fiera que llevamos dentro. Finalmente, este libro plantea algunas hipótesis que, como tales, pueden ser más o menos discutibles. Solo añadiré al respecto que, informado de fuente muy directa y rigurosa, me consta cuáles fueron las palabras del general Cuesta Monereo al acabar la lectura de El último virrey : «La obra de Barrios es un libelo, pero tiene razón en lo que dice».

Quiera Dios que hoy, superado el medio siglo de tragedia, quien se acerque a estas páginas lo haga sin rencor ni malas pasiones, con la mano abierta y el corazón limpio.

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PRELUDIO EN EL PARDO

Sus dotes de valor personal, y su espíritu de militar y de patriota, han sabido escribir la página gloriosa de los momentos más críticos, cuando Sevilla representaba el primer escalón del triunfo…Y eran horas en que Queipo de Llano actuaba de Guzmán el Bueno.

Francisco de Cossío

Toda la personalidad, cruel, bufonesca y satírica, pero maravillosamente viva y auténtica, llegaba a través del micrófono… Pero hay que explicar, como justificación de sus retransmisiones —las cuales, además, debido al miedo y a la indignación que causaban, contribuyeron tanto a provocar represalias en el otro lado—, que Queipo, con un puñado de tropas de dudosa lealtad, estaba conteniendo a una población hostil y se sentía obligado a gobernar por el terror. Pero no le disgustaba hacerlo, porque era un sádico por naturaleza, y las ejecuciones continuaron durante meses sin interrupción cuando su posición estaba asegurada.

Gerald Brenan

La carta, fechada el 18 de julio de 1950, es demasiado extensa y no hay tiempo que perder en sus veladas acusaciones cuando apenas faltan cinco minutos para que llegue, como todas las tardes, el eficiente y puntualísimo Lorenzo Martínez-Fusset, teniente coronel auditor, con su voluminosa carpeta bajo el brazo.

Se ensancha, comprensiva y servilona, la sonrisa del ayudante eterno, Franco Salgado-Araujo. La mano blanda, siempre sudorosa, del Centinela de Occidente reclama con un ademán desmayado los diez folios, cosidos con una grapa en el ángulo superior izquierdo.

Mi querido general y amigo :

Aun cuando mi cabeza no esté firme todavía…

La mirada recelosa del Caudillo se detiene en algunos párrafos. La breve lectura, a saltos, dibuja un esguince agotador en sus labios de aldeana :

… Mi determinación comenzó a formarse en mí el día en que me convencí de que la justicia inmanente en España no había de modificarse con respecto a mí y, sobre todo, que no se aplicaría en mi caso la justicia distributiva, que previene que las recompensas y los castigos deben ser aplicados en proporción a los méritos contraídos o a las faltas cometidas. Abrigo la creencia que ninguno de tus inferiores tuvo la suerte de encontrar ocasión para realizar hechos semejantes a aquellos que tuve la suerte de poder realizar…

Es la hora del café. Los habituales del rito guardan un reverente silencio ante el hombre providencial, a quien conversos como Pérez Madrigal definen «libertador de la Patria, restaurador del Derecho, distribuidor de la Justicia, regulador tutelar de la riqueza, del amor, del bien, el Vencedor, el Fundador, el Justiciero y el Magnánimo».

Serrano Suñer —«Jamón Serrano» en los femeninos coros casamenteros de Zaragoza— recordará, muchos años después, la sonámbula liturgia :

Martínez-Fusset despliega su cartera y va extrayendo las sentencias que ya en ultimísima instancia se elevan a Franco. La famosa petición de clemencia al Caudillo. El misterioso militar jurídico va leyendo nada más que el nombre, la edad y la profesión del condenado. A veces Franco, sin levantar la cabeza de los papeles que repasa con Serrano Suñer, pregunta :

—¿ Partido político ?

Tras la respuesta de Martínez-Fusset, el propio Caudillo apunta :

—Garrote o fusilamiento.

Y firma, desentendiéndose del tema.

Lo normal, sin embargo, es que escriba en el margen : «Garrote y prensa», para que la difusión del castigo resulte ejemplar. Y también, confirmando una última pena, el lacónico : «Enterado». El capellán de Su Excelencia, José María Bulart, se permite un chiste, macabro y escueto : «¿ Enterado ? Enterrado».

Pero el pensamiento del «Caudillo por la Gracia de Dios» ( según Ley de 27 de diciembre de 1947 ) no está en el pliego que firma ni en la apostólica ocurrencia del padre Bulart, sino en esa carta esperada durante años, satisfacción íntima de una venganza casi satisfecha :

Creo que el delito cometido por el general Varela, del que hablo anteriormente, lo cometió para vengar desde el ministerio, agravios que decía recibidos de mí. No debía tener tal creencia muy arraigada, porque, en otro caso, tenía, para reivindicarlos, el ancho campo que ofrecen los tribunales de justicia, o aquel otro, mucho más ancho, al que concurrían los caballeros…

Y al final :

Te ruego creas en la sinceridad con que agradezco tu deseo de honrarme con la concesión del título y quedo tuyo, incondicional buen amigo y subordinado.

Queipo de Llano 

El Caudillo reprime un rictus crispado. El desprecio con que Queipo «agradece» el título nobiliario viene, en cierto modo, a malograr la sutileza de su desquite. Claro es que siempre ríe mejor quien ríe el último.

Lo que Franco —«la espada más limpia de Europa»— no sospecha es que no será él, sino Queipo, el último en reír. Aunque nadie pueda oír esa risa, ahogada bajo una losa en la basílica de la Esperanza Macarena — Sevilla estremecida aún en el temblor de tierra—, el 10 de marzo de 1951.

EUV 3

TOQUE DE VÍSPERAS

Dejó en Sevilla una huella imborrable y de signo muy distinto en unos y otros.

Crónica de la guerra española

17 de julio de 1936. El diario ABC —el de los monárquicos que, melancólicos y encogidos de hombros, dejaron al rey Alfonso XIII camino del destierro— publica en su página 32 :

Cuando examinaba una pistola en el polígono de la isleta el comandante militar [de Las Palmas], general Balmes, se le disparó el arma y el proyectil lo hirió en el abdomen. Inmediatamente fue asistido por los médicos de la capital, los cuales calificaron la herida de pronóstico gravísimo. Poco después fallecía el general, a consecuencia de la herida. El entierro se verificará mañana y será presidido por el general Franco.

Ha sido una muerte oportunísima. «Dios, con su eterna presencia para todas las cosas y para todos lo hombres, y después la Historia, saben a lo que Franco iba a Las Palmas».

S. G. Payne recordará que «Balmes, viejo camarada africanista de Franco, había sido sometido a insistentes presiones para que se uniera a los rebeldes. Al parecer, el general Balmes se negó a ello, y de ahí que circularan muchos rumores de que su muerte no había sido accidental, sino un suicidio o un asesinato».

España vive sobre un polvorín, desbordado el Gobierno del Frente Popular, ya que «el apoyo prestado a la calle continúa siendo negativo y no es interpretado más que como signo de impotencia. Las formaciones fascistas adoptan el método de los pistoleros… Naturalmente, los generales conspiran : no han cesado de hacerlo desde 1931. Pero cuando los comunistas piden que se detenga a los más sospechosos ( Goded, Franco ), el gobierno prefiere hacerles caer en desgracia, enviándolos el uno a Canarias y el otro a Baleares. ¡ Clásico precedente de todo pronunciamiento !».

El fuerte olor del verano acrecienta el enervamiento de las gentes, extenuadas por los continuos rumores de terribles sucesos, que las tienen en permanente sobresalto. Es, para muchas familias, la época del tradicional éxodo hacia las playas y montañas, pero este año son tantos los presagios anunciadores de desgracias que aquellas se resisten a la dispersión, a fin de afrontar unidas lo que sobrevenga.

Calor que reseca la garganta. Incluso para un profesional como Julio Estevarenas, veterano en lides radiofónicas, resulta difícil fingir el deleite exigido por el mensaje publicitario :

—¿ Hace calor ? ¡ Vaya a Cádiz ! ¡ Cádiz, la mejor playa del sur !

Cuarenta y dos grados ha alcanzado la finísima aguja del mercurio, aunque por estos meridianos siempre queda el consuelo de pensar en la ardentía de Écija —hondón, torres, sartén—, a ochenta y tres kilómetros de Sevilla. Claro que, en pugna de bochornos, poca diferencia habrá entre el caldeo astigitano ( Écija ilustra su escudo con el versículo de Isaías : «Una sola será llamada Ciudad del Sol» ) y el del locutorio de Unión Radio, aun al filo de la madrugada. «Esta emisora —proclama la lírica gacetillera— realiza una labor tan intensa como variada, porque la Ciudad de la Gracia, joya del folklore español y emporio de las artes, es, a la par, rica por su industria, apreciada por sus ganaderías, famosa por sus vinos. Y si la radio ha de ser espejo de la vida, debe recoger y difundir sus múltiples facetas».

Julio Estevarenas, el speaker, no cierra la emisión de esta noche con el habitual tatachín del himno de Riego, sino con el de la Exposición Iberoamericana, una música facilona y pedantesca del maestro Alonso, letra de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero ( probablemente en trance, los populares utreranos, de pleitos con las musas ) :

¡ Salud, americanos,

del mundo juventud !

¡ Salud, pueblos hermanos !

¡ Salud, salud !…

Algo tendrá que ver, con esta larga cambiada de solfas, la sublevación del ejército de África, «dominada al nacer», según «nota informativa» de Madrid :

Se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República. El Gobierno no ha querido dirigirse al país hasta conseguir conocimiento exacto de lo sucedido y poner en ejecución las medidas urgentes e inexorables para combatirlo…

( Repetidas ironías de toda tragedia : ¡ cuántas veces amenazará con esa palabra —«inexorable, inexorable, inexorable»— el general, desde su virreinato andaluz… ! ).

—¡ Vaya a Cádiz ! ¡ Cádiz, la mejor playa del sur !

Un clima ideal, enrarecido por la exaltación cenetista con música de La Madelon :

Con sangre del burgués

tenemos que regar

la calle Columela

y la Catedral…

Desde luego pintan bastos, pero no llegará la sangre al río, a pesar de que el director de la emisora —EAJ 5-Unión Radio Sevilla— haya aconsejado al personal de confianza «la máxima atención ante la eventualidad de serios acontecimientos».

El Gobierno —continúa la «nota» de Madrid— declara que el movimiento está exclusivamente circunscrito a determinadas ciudades de la zona del protectorado y que nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la península a este empeño absurdo. Por el contrario, los españoles han reaccionado de un modo unánime y con la más profunda indignación ante la tentativa reprobable y frustrada…

Unión Radio Sevilla. Su prehistoria se inicia en 1924. Sus credenciales incluyen desde los primitivos circuitos telefónicos hasta el primer boletín informativo de Europa. En 1926, transmisión de ópera desde el teatro San Fernando ; en 1930, con motivo del vuelo del Graff Zeppelin, la aventura pionera del «dúplex» ( EAJ de Sevilla-Süddeutscher Rundfunk de Stuttgart ) : un serio historial de doce años hasta hoy, 17 de julio de 1936, con cierre del himno quinteriano en placa de 78 revoluciones por minuto.

Hoy se truecan las carabelas

en monstruos gigantes

que asustan al sol.

Y los ecos de sus estelas

son cantos vibrantes

del mundo español.

Misión cumplida. Estevarenas se irá solo, porque el celo del técnico de baja frecuencia, Manuel Tierno Millán, impone «un trabajo extra», que mañana, por cierto, creará un pequeño conflicto. Es que, ante el temor de que suceda en Sevilla lo que hace seis días ocurrió en Valencia, Manuel Tierno va a desconectar «el punto de origen» —así le llaman los entendidos—, alimentado por batería. Con esto se reduce, prácticamente a cero, la posibilidad de que cualquier místico de la violencia — carca o rojo— pueda poner en funcionamiento la emisora.

( ¿ Lo de Valencia ? : «Un grupo de falangistas comete una imprudencia que, sin duda, no agrada poco ni mucho a Mola [«el director» de la orquesta rebelde]. Tras apoderarse de la emisora Unión Radio de la capital valenciana, anuncia a bombo y platillo que dentro de unos días se producirá el movimiento nacional-sindicalista. El locutor de la estación, minutos después, aclara a los oyentes lo sucedido. Han entrado en la emisora cuatro jóvenes armados de pistolas, han inmovilizado al personal y han dado lectura a una cuartilla. La reacción de las izquierdas valencianas es violenta».

Imagen de la edición de 'El último virrey. Queipo de Llano', de Manuel Barrios / EL PASEO

El mensaje, radiado a punta de Parabellum, acusa un «talante» aun hoy superviviente :

«—Aquí Falange Española de Valencia, que habla desde el estudio de Unión Radio tomado militarmente por ella, así como las manzanas próximas. Dentro de breves días se llevará a cabo la Revolución Nacional-Sindicalista que nos redimirá a todos. ¡ Arriba España !

La conmoción de los radioescuchas es enorme. Pero la reacción no se hace esperar. Jóvenes socialistas intentan pegar fuego a los locales de Derecha Regional Valenciana y al bar Vodka, frecuentado por elementos de derechas» ).

En Sevilla, el técnico de Unión Radio está en todo. Por eso mañana, 18 de julio, a la hora en que debe iniciarse la emisión, nadie sabrá ponerla en marcha. No por un estudiado sabotaje, sino porque el único confidente del secreto —el operador de control Manuel Villegas— alegró más de la cuenta sus vísperas, de forma que los cordeles de la resaca lo amarraron al sueño, haciendo inútil la machacona insistencia del despertador.

Andalucía, Extremadura y el norte de África se quedarán sin su Curso de Educación Física —programado para las 8.15—, y sin las noticias del primer diario, La Palabra. Hasta que el ingeniero de telecomunicaciones adscrito a la emisora, Fernando Machado Cayuso, localiza el truco y, tras la inquietante espera, los radioescuchas podrán estimular sus problemáticos optimismos ( si bien con más de una hora de retraso ), gracias a los Discos Variados «que se dedican al Departamento de Orán» ( ! ! ), para gozo de los maestros Mostazo y Perelló:

Mi jaca

galopa y corta el viento,

cuando pasa por el puerto,

caminito de Jerez…

Todo esto —incluida la tonadillera a punto de alcanzar el cénit de la fama, Estrellita Castro, que «a la grupa va meciéndose, altanera y orgullosa»— queda para mañana. Porque hoy el programa ha discurrido como una balsa de aceite :

A las 2, emisión de sobremesa : sexteto con el siguiente repertorio : Guitarra hispana, Quisiera odiarte, Cómprame caña, Rosa, Napoleón, Rythm, Canción de cuna gitana, La romería del quintillo, Recuerdos, Al dorarse las espigas y En el parque.

A las 3 primer suplemento al diario La Palabra. Bailables. Noticias de última hora transmitidas desde Madrid…

Entre esas noticias de última hora no figurará la más importante : la presencia, en tierras del sur, de un hombre «que apoyaba su cabeza, más bien pequeña, sobre un cuerpo grande, que andaba a zancadas», estrecho de hombros, mirada azulenca, derrotada y ansiosa, bigote como para velar la amargura de una boca con huellas de resentimiento, la voz altanera de cantarle las cuarenta al lucero del alba.

También sabe callar. Por eso «una de las colaboraciones más valiosas que consigue Mola en los meses que preceden al movimiento es la más inesperada de todas : la del general don Gonzalo Queipo de Llano, que seis años atrás lleva la dirección del Comité Militar Republicano que prepara la sublevación de 1930. Exiliado en Francia tras la intentona de Cuatro Vientos, desempeña al triunfar la República los cargos de mayor confianza del nuevo régimen y ocupa, cuando se incorpora a la nueva conspiración, la Inspección General de Carabineros. Hombre decidido y audaz, Queipo desempeña un papel de primer orden en los preparativos del alzamiento por reunir condiciones que no se dan en ningún otro de los comprometidos. Puede moverse y actuar con absoluto desembarazo porque nadie desconfía de su ardiente y probado republicanismo. Tiene incluso una ventaja adicional : su enfrentamiento con el propio Mola, al que ataca duramente en su libro El movimiento reivindicativo de Cuatro Vientos…».

Queipo llega a Sevilla «después de haber dejado a su familia en un lugar que él estimaba seguro, en Málaga», mientras los más responsables han salvado tal contingencia —aparte una elevada cifra en el recaudo de un banco extranjero, por si el golpe fracasa— con absolutas garantías : «Mola había enviado pocos días antes del alzamiento militar a su familia a Biarritz ; Franco embarca a su esposa y a su hija a Francia, en un vapor alemán».

Don Gonzalo, en Sevilla, «con su ayudante, el comandante López Guerrero, y el capitán [sic] de Estado Mayor señor Cuesta, han sondeado posturas militares y civiles. La relación de nombres es extensa, tanto a favor como en contra de la causa. Todas las autoridades están al lado del Gobierno, otras se muestran indiferentes», escribe B. Félix Maíz sin excesivo rigor, pues si «todas» las autoridades están del lado gubernamental, difícilmente puede ocurrir que «otras» —además de «todas»— se muestren indiferentes. Pero ya sabemos que este alegre sistema de escribir la historia se da en las mejores familias del régimen.

Por otra parte, era lógico que «los jóvenes oficiales, afiliados casi en bloque a Falange, vieran con sumo recelo, al frente de la sublevación en Sevilla, a un general tan poco falangista como don Gonzalo. Mola consintió en el «autonombramiento» de Queipo para Sevilla, en vista de que los comprometidos en las guarniciones deseaban librarse de la presencia de este, ante los recuerdos de 1930. El fracaso de Cuatro Vientos no era ninguna garantía para que Queipo capitanease con éxito, y precisamente en contra de la República, una sublevación sevillana donde sus posibles apoyos no tenían nada de republicanos».

Que nadie se fiaba de él, no ofrece dudas ; que se autonombrara jefe del levantamiento en Sevilla con escasísimas probabilidades de triunfar —cuando toda su vida ha sido una casi ininterrumpida sucesión de ambiciones derrotadas— parece, a las luces de una lógica elemental, un juicio discutible.

Precisamente el conspirador nato que es Queipo, al saberse entre la espada y la pared, en un putsch perdido de antemano por los torpes planes estratégicos del general Mola, asume su dilema : o caer ante el pelotón de fusilamiento, como rebelde sin causa, o presentar una batalla distinta, original y a ciegas, con un trío sobre el tapete : sorpresa, audacia y terror sin medida. Licencia para matar :

… os digo que a todo afeminado o invertido que lance alguna infamia o bulos alarmistas contra este Movimiento tan glorioso, lo matéis como a un perro ( «Charla» del 25-VII-1936 ).

O, por excepción, una sola medida, más escalofriante que el terror mismo :

Queipo tuvo que dar una orden para que no se fusilara a menores de quince años…

Francisco Franco y, detrás los generales Queipo Salgado y Araujo

Francisco Franco y, detrás los generales Queipo Salgado y Araujo

§

A las 6, emisión de tarde : fragmentos de óperas. A las 8, emisión de la noche : segundo suplemento al diario La Palabra. Cotizaciones de bolsa y mercados. Boletín meteorológico. Noticias de última hora transmitidas desde Madrid.

A las 8.35, sexteto : flamenco y bailables.

A las 12, fin de la emisión.

Después del último acorde del himno de la Exposición Iberoamericana, con que este 17 de julio Radio Sevilla da por terminada su emisión, aún trasnocha mucha gente. El calor —«las calores», como llaman en el meridiano del Giraldillo a las temperaturas con malas ideas— y los nervios. En el centro de Renovación Española ( calle Mateos Gago, 4 ), velan el luto por el líder de la derecha, José Calvo Sotelo —asesinado el 13—, impacientes por que su jefe, Servando Meana, les dé orden de colmar la represalia. Trasnochan los de Acción Popular, que tiene poco de popular y no mucho de acción, en su sede de calle Rioja. Trasnochan, en fin, quienes lo saben y quienes lo intuyen : que acaso mañana se abra una dramática cuenta que arrojará el balance de un millón de muertos.

( Ya, ya conocemos que la paciencia, un tanto macabra y puntillista, reduce la cifra exactamente a 296 793… Pero es que aquí incluimos los muertos de la inmigración y de la derrota —de dentro y de fuera—, y los de cuarenta años de cárcel, y los de la palabra fusilada ).

Y trasnocha —porque las calores han superado «la barrera del sueño»— cualquiera que, al aguardo de las cinco, hora fresca del gallo, se sabe de memoria las virtudes casi teologales de la loción Aqua Velva para después del afeitado. Oferta de aceite superior, de tres grados de acidez, a sesenta y siete reales la arroba. Fluctúa la bolsa —el capital, tan valiente como de costumbre—, con amenaza a la baja : el franco a cuarenta y ocho céntimos, la libra esterlina a treinta y seis con ochenta, el marco oro a dos con noventa y cinco, el dólar a siete con treinta y dos… Pero mejora, en cambio, don Sotero Castaño, herido en el suceso de la calle Alhóndiga ; la distinguida esposa de don Eduardo Ibarra y Osborne ( de soltera Socorro Hidalgo y Enrile, hija del marqués de Negrón ) ha recibido con toda felicidad un hermoso niño. De Punta Umbría, donde veraneaba en unión de sus hijas, ha regresado indispuesta la señora de don Juan Revilla García. En el Ayuntamiento se acordó ayer el contrato de cesión al Betis del estadio de La Palmera por diez años, firmando en representación del club su presidente, don Manuel Alonso Cueli, ante el secretario del municipio, señor Gallego Burín, los concejales García de Leániz y Magadán, y los directivos blanquiverdes Moreno Sevillano, Fernández de Pando, Wecelowsky, Barroso…

 Estoy por decir —escribía Antonio Burgos tres años antes de la Tromboflebitis— que el mito de un Betis popular, si bien surgió antes, se desarrolla después de la guerra. Cuando se haga la historia política del fútbol español ( una tarea, entre tantas, que habrá que emprender ese día que todos sabemos ), se verá que el club blanquiverde fue uno de los que más sufrieron en su carne la contienda. En la temporada del Frente Popular, el Betis se clasifica séptimo en la Liga, una Liga que ha terminado el 30 de junio. Cuando estalla la sublevación africana, la mayoría de los jugadores están de vacaciones. Repitamos ahora, de coro, que es el momento de recordarla, la alineación de «la gloriosa» : Urquiaga, Areso, Aedo, Peral, Gómez, Larrinoa, Saro, Adolfo, Unamuno, Lecue y Caballero.

Pero, como diría Agustín de Foxá, «ya pasta Islero» —aquel miura en la corrida ceniza de Linares— con su muerte española preparada, negro toro de pelea a matar o ser matado. En marcha la conjura, todos los comprometidos en ella «son jefes u oficiales de las fuerzas armadas, con una curiosa excepción : el famoso matador de toros José García el Algabeño».

El torero Pepe el Algabeño, que es un salado, asegura que mil quinientos falangistas están dispuestos a colaborar con el Ejército, y un tal Barrau habla de movilizar requetés…

17 de julio. «No es solo una fecha, sino una consigna. El 17 a las 17 no quiere decir que deban ser estos la hora y el día del alzamiento, sino que a partir de ese momento las fuerzas comprometidas deben estar preparadas a toda eventualidad. Todo es posible a partir de las 17 del 17. Como en el poema lorqueño, son reiterativas estas cinco de la tarde. Un telegrama de diecisiete letras quiere decir que todo ha de empezar como estaba previsto : la contestación, otro telegrama con cualquier texto, pero igual número de letras, viene a responder que la orden va a ser obedecida inmediatamente o que ha sido obedecida ya».

El telegrama cifrado que se recibe en la división ( 2.ª, orgánica, Sevilla ), a las cuatro de la tarde, tiene más de diecisiete letras :

noticias procedentes de africa aseguran que se ha sublevado guarnición melilla al mando coronel solans con probable desembarco en costa sur españa

Este telegrama es comunicado al capitán Gutiérrez Flores, elemento clave, «quien lo puso inmediatamente en manos de sus compañeros Cuesta y Escribano, y del general de la División». ( El subrayado, que es nuestro, nos emplaza a unas dudas que expondremos más adelante ). «Dio éste orden de que se llamara a Algeciras, para confirmarlo o rectificarlo ( … ). Pasados los primeros momentos, el general de la División decidió marcharse al teatro».

Poco teatro —profesional, se entiende— podría ver el general don José Fernández Villa-Abrille. En el San Fernando, una película, La indómita, para exhibir el cabello platino y las enardecedoras curvas, enfundadas en satén negro, de Jean Harlow.

Mientras tanto, «Queipo de Llano tiene su mapa y su plan. Sabe los emplazamientos de Capitanía General, del cuartel del Carmen, del Gobierno Civil, de los barrios de San Vicente y Santa Clara. Conoce el peligro del barrio de Triana. Tiene adictos en el parque de Artillería y otros cuarteles. No va con las manos en los bolsillos. Como dice : “En Sevilla, con cien soldados tomo la División y a esperar a los de África”».

La frase responde al desplante innato de don Gonzalo, pero no a la circunstancia. Aceptar que le bastan cien soldados para tomar la División equivale a minimizar la hazaña, y pronto veremos con qué astucia conseguirá todo lo contrario. Desde luego —y no por ganas de aguar fiestas históricas a nadie— no es muy exigente consigo mismo el colaborador íntimo y devoto del «director» Mola, poco atento a los parámetros de la capital andaluza, donde la calle de Santa Clara dista un par de manzanas de la de San Vicente, y no son dos barrios que haya de conocer en mil parcelas el mando de una sublevación. De esta, las notas oficiales garantizan el sueño de una noche de verano :

El Gobierno de la República domina la situación y afirma que no ha de tardar en anunciar a la opinión pública que ha restablecido la normalidad…

La prueba de que lo publicado por el Gobierno legalmente constituido debe de ser cierto es que un hombre cualquiera —digamos, viajante de paños de Tarrasa—, anónimo en esta historia, está aquí, recreado en la nariz respingona de Myrna Loy, cuando William Powell afronta el durísimo trance de solicitar, como fiscal incorruptible, la última pena para su íntimo Clark Gable, El enemigo público número uno, en la pantalla del cine Hispano. Remedio, este del cine al aire libre, para no asfixiarse en la noche sevillana después de un día de trotes y obligadas zalemas, con el maletín del muestrario rindiéndole el hombro.

Ahora se nota voluptuosamente relajado, cercana la brisa de la Barqueta ribereña del Guadalquivir. Cuando Clark Gable va en marcha lenta, cínica y fatal hacia la silla eléctrica, el viajante de paños no advierte el soplo de luto que acaso le lleve a él mismo al muro de los Navarros —restos de muralla romana, que volverá a ser famosa inmediatamente antes de los treinta y cuatro años de paz—, con la espalda en la piedra venerable y, frente a él, cinco fusiles fijos en sus ojos…

Pero ahora es nada más que la película en el cine Hispano de la Alameda de Hércules, donde la encantadora sonrisa de Myrna Loy ha desplazado la popularísima murga de Manolín, Escalera, Oliveira, Pepineti… :

Fueron dos chicas al cine

una vez en Salamanca,

a ver proyectar El negro

que tenía el alma blanca.

Le decía una a la otra :

«Por mucho que tú te empeñes,

si es que tiene el arma blanca,

es preciso que la enseñe».

Al encenderse las luces —novios hartos del atracón, tierra de albero, puntas de liaíllos ( que así se llaman los cigarros más baratos ), pipas de girasol, cascos de gaseosa de bolita… ( y el piropo amenaza : «Te voy a dar un beso más apretado que el tapón de una gaseosa de bolita» ), el abanico con la Rueda de la Fortuna, celofán amarillento de los altramuces ( el pregón : «Chochitos, salaítos y durses» ), platas y oros verdes de chocolatines, bombones y caramelos…—, todos ignoran lo que están a punto de estrenar dentro de unas horas.

Ecos de cantes apagados en unos bares de flamenquerías y putas lívidas que sueñan con bañarse un día en colonia Tabú : la Sacristía, Eureka, Casa Murillo, Parrita… Desde mañana desfilará ante estas puertas cerradas una procesión fantasmal de camiones, iniciando el rosario de escenas como la que describirá Antonio Bahamonde, jefe de Propaganda del general Queipo :

Cuando estuvieron dentro de los camiones los cuarenta y siete detenidos que había aquella noche, los guardias bajaron arrastrando a cuatro que había en el piso superior, tirándoles dentro del último camión. Yo volví la cabeza para no verlos : estaban ensangrentados, con la ropa hecha jirones. Los camiones llevaban en el suelo una espesa capa de serrín. Al preguntar para qué ponían este serrín, me contestó el guardia civil conductor : Pues nada, estos canallas, como son unos cobardes y no tienen cojones, algunos arrojan o hacen otras necesidades. Así se limpia más fácilmente.

el paseo el ultimo virrey vertical

Los moros subieron a la camioneta, marchando detrás de los camiones. Los coches de turismo con la escolta cerraban marcha.

Llegamos al lugar de las ejecuciones, unos metros antes de las puertas del cementerio. Los camiones se desviaron enfocando con los faros la pared de la izquierda, a la que se llega por un sendero marcado por arena nueva, todos los días renovada para evitar que se vean las manchas de sangre…

—Bajen dos —dijo el teniente Povil—. Bajen dos —volvió a repetir.

Dentro del camión nadie se movía ; se oían quejidos y algunas exclamaciones angustiosas. Dos moros subieron y a culatazos los hicieron bajar de dos en dos. Nosotros les decíamos :

—Sigan, sigan por el sendero.

Antes de llegar a la tapia, los moros hicieron una descarga, matándolos. Los moros que estaban dentro del camión tiraron abajo otros dos que se negaron a ponerse en pie. Povil nos ordenó retroceder unos pasos. Los moros que estaban dentro del camión los bajaron, matándolos allí mismo. Uno de ellos quedó con la cabeza destrozada ; el otro tardó unos momentos en morir ; yo vi sus convulsiones. No pude más. Me retiré enfermo, metiéndome dentro del coche. No sé explicar la sensación que experimenté.

Húmedas las sábanas, de su propio sudor, el viajante procura adormecerse releyendo noticias, artículos, anuncios ; sin el menor interés, porque ninguno se relaciona con la industria textil. Según el reclamo, toda mujer puede ser guapa gracias al Jugo de Loto Intea. En un desafío al turismo vanguardista, el balneario de Ledesma ofrece el último grito del confort : «Comedores independientes para los que comen por su cuenta». El presidente de la Generalitat, Companys, asegura : «No hay motivos de alarma». Se arriendan pisos, de ciento veinticinco a trescientas pesetas. Camión Chevrolet, tres mil. Máquinas de escribir, garantizadas diez años, pagaderas siete cincuenta semanales…

En el coso y acoso de los Madriles se han presentado las jóvenes toreras Maruja Padilla la Canaria —que debe de estar impresionante, pero sin traje ; ni de torera ni de nada—, Julita Alcocén y Luisa Gallego. En la iglesia sevillana del Santo Ángel se celebró, como de costumbre, la misa en honor al patrón de los procuradores. «Esta semana, en Blanco y Negro, todos tendrán la oportunidad de saborear las delicias literarias de una novela titulada Lobos contra lobos, de Charles-Robert Dumas».

Lobos contra lobos.

La paz ha terminado. Por muy relativa que fuera esa paz.

Bajo estos nublados «circulaban rumores de un movimiento fascista. Los fascistas, aun siendo en Andalucía numerosos, no contaban con suficientes adeptos para constituir por sí solos un peligro… El deseo de unos, y el temor de los demás, era una sublevación militar. Por ahí se vislumbraba el peligro. En las vallas de la ciudad, por todas las esquinas, las organizaciones obreras fijaron estos pasquines : “Camaradas, el fascismo acecha. Que cuando llegue el momento cada cual cumpla la consigna recibida”».

( Y cuando llegó el momento, cada cual —en una inmensa mayoría bajo los postulados mal digeridos de cnt-fai— tuvo la luminosa idea de derrotar al fascismo quemando iglesias. De seguro no se refiere a esta táctica Antonio Padilla cuando alude a un «anarquismo humanista, de profunda raíz senequista», preguntándose, con optimismo notorio, si «sabrán entenderlo, valorarlo y desarrollarlo hasta sus últimas consecuencias las futuras generaciones que pueblen el viejo solar ibérico» ).

En la mañana del 18 de julio, el general Queipo de Llano, de nuevo en el hotel Simón de Sevilla, no tendría tiempo de contar su peripecia. Ayer «por la tarde continuó viaje a Huelva ; allí escucha a la salida del cine los primeros rumores sobre los sucesos de África. Madrid ordena inmediatamente la busca y captura del general, seguramente ante algunas alusiones captadas por Fernández Gil ( delegado gubernativo de Melilla )… Es también posible que las urgentes llamadas de Madrid, la tarde del 17, tuviesen como finalidad la mediación de Queipo entre el Gobierno y los sublevados de África. El caso es que, para evitar complicaciones, sale subrepticiamente de Huelva en la misma noche del 17, la cual pasa en un hotel de Sevilla trazando los imposibles proyectos de su inmediata actuación».

Otros autores dan una versión distinta : «En la mañana del 18 de julio, Queipo de Llano se encuentra en Huelva. A las nueve se dirige desde el hotel Urbano al Gobierno Civil, donde toma conocimiento oficial del alzamiento militar ocurrido en Marruecos. Se pone a disposición del Gobierno, por medio de la autoridad local, y reitera su adhesión incondicional a aquel. Ofrece volver por la tarde, después de cumplimentar la misión que tenía en Ayamonte ( inspeccionar el puesto fronterizo ). Pero, avisado por Cuesta ( el comandante de Estado Mayor con destino en la ii División Orgánica ) de la necesidad de trasladarse a Sevilla urgentemente, poco después de las diez de la mañana y antes de mediodía se encuentra de nuevo en Sevilla».

Es la versión que parece más aproximada a la realidad, ya que antes de las doce, «aún vestido de paisano, después de una rápida conferencia con el comandante Cuesta y con el capitán Escribano, pasó Queipo al despacho del general Fernández Villa-Abrille, al que requirió que declinara el mando».

—¡ Esos hombres están locos ! —exclamó cuando el gobernador de Huelva le dice que se ha sublevado el ejército de África.

Es —roja y carca— una Sevilla de gente que, para la ocasión de unas rebajas, puede perder medio día arrimada al mostrador de almacenes Isacio Contreras, y donde, por Semana Santa, cualquier activista del PC le compra al hijo la bombonerita con forma de nazareno en confitería La Campana : un contrasentido que ya descubriría, en 1932, el Juncosa de Muñoz Seca :

—Yo soy laico ; pero la Semana Santa es aparte. A mí que no me hablen de religión, porque yo no creo en Dió ni  ; pero donde se ponga la Virgen de la Macarena —¡ Viva su madre !— a eso del amanesé por la calle Arcásares, con ese pasito de vaivén que le dan los que la llevan, me pego con mi padre que me diga que no hay Dió, porque la Macarena es la Madre de Dió, la Macarena es sevillana, Dió nasió en Sevilla, y yo soy paisano de Dió ( Anacleto se divorcia ).

Dándose de cara con el hotel Simón, el escaparate de Félix Pozo es todo un derroche de pulseras que las viudas comprometidas han ido dejando allí, poco a poco, a mitad de precio y entre suspiros. Rumbea por la calle de Velázquez un figurín con sombrero de Maquedano —esquina a Rioja—, y el viejo verde, que no se resigna a la nevada de los años, sigue calle de Tetuán arriba para comprar en la farmacia El Globo un milagroso Visogil —preparado por Gil Fernández—, embozo y tapujo que, si a los dos toques de pincel pone endrinas las canas, la verdad es que no sirve para enderezar entuertos biológicos.

Vienen al reparto de la leche los de Vaquerías Holandesas, desde la huerta de la Cruz. En Fermín Alfaro se planchan trajes por «procedimientos mecánicos». Hay «pianolas con altavoces» en el hotel Suizo, y rameras filarmónicas en el cabaret Zapico, regentado por Pepe Martínez.

Para la hora de la verdad, funeraria en Hernando Colón y en San Lorenzo, «especialidad en arcas de madera maciza»…

Se diga lo que se diga,

¡ qué bonito es un entierro,

con su cajita de pino

y su muertecito dentro !…

Y para la juerga larga, la Marina, el Pasaje de Europa, las Siete Puertas, el Pasaje del Duque : sitios donde, al paso de unos días, el delegado gubernativo nombrado por don Gonzalo —Manuel Díaz Criado— tachará con una cruz, todas las noches al filo de las doce, los nombres de quienes quedarían esa madrugada en las tapias del cementerio.

 Criado no iba al despacho hasta las cuatro de la tarde, y esto raras veces. Su hora habitual eran las seis. En una hora, y a veces en menos tiempo, despachaba los expedientes ; firmaba las sentencias de muerte —unas sesenta diarias— sin tomar declaración a los testigos. ( … ) Para acallar su conciencia, o por lo que fuere, estaba siempre borracho. Todas las madrugadas se le veía rodeado de sus corifeos en el restaurante del Pasaje del Duque, donde invariablemente cenaba. Era el cliente habitual de los establecimientos nocturnos. En las Siete Puertas y en la Sacristía, se le veía rodeado de amigos aduladores, cantaores y bailaoras y mujeres tristes en trance de parecer alegres. Él decía que, puesto en el tobogán, le daba lo mismo firmar cien sentencias que trescientas, que lo interesante era «limpiar bien a España de marxistas». Lo he oído decir : «De aquí en treinta años no hay quien se mueva». No admitía visitas ; solo las mujeres jóvenes eran admitidas en su despacho. Sé de casos de mujeres que salvaron a sus deudos sometiéndose a sus exigencias.

Don Gonzalo se afirma los briches, imprescindibles para entrar con paso firme en la Historia. Es día de san Camilo de Lelis, napolitano de juventud aventurera y licenciosa ; de san Francisco Solano —lo que parece lógico si se mira el termómetro— ; santa Marina, virgen y mártir ; san Federico, obispo ; santa Sinforosa, mártir y viuda del tribuno.

Esta tarde, con prédica a cargo del muy reverendo fray Rafael Rangel, la novena de Nuestra Señora del Carmen se celebrará —por rutina litúrgica o por predestinada ironía— en la iglesia del Buen Suceso.

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El último virrey. Queipo de Llano. Manuel Barrios. El Paseo, Sevilla, 2023. Prólogo de Francisco Espinosa Maestre. Epílogo de Manuel Barrios Casares. 256 páginas. 21,95 Euros.