La escritora Belén Gopegui / MARTA CALVO

La escritora Belén Gopegui / MARTA CALVO

Letra Clásica

Belén Gopegui: "La dignidad no puede depender de que alguien te dé un trabajo"

La escritora, que acaba de publicar su novela 'Existiríamos el mar', reflexiona sobre la creciente precariedad laboral y propone un acuerdo social en favor del humanismo

13 diciembre, 2021 00:10

Las novelas de Belén Gopegui no dejan a nadie indiferente. Sus libros agitan, te interrogan y buscan construir una alternativa, imaginar que otro mundo es posible. Si algo define la literatura de Gopegui no es solo su compromiso político, indudable, sino su inconformismo y su condición disidente. En su última novela, Existiríamos el mar, (Random House) propone nuevas formas de relación social a través de cinco personajes que, a causa de la precariedad laboral, se ven obligados a compartir piso. La escritora indaga sobre la explotación laboral y los vínculos interpersonales más allá de la familia. 

–Existiríamos el mar dialoga con Acceso no autorizado o Quédate este día y esta noche conmigo. En estas novelas muestra su convicción de que existen otras formas de relación y organización social. ¿Es este aspecto lo que hace que su literatura sea disidente y no asuma la idea de que no existe una alternativa al sistema actual?

–Parte del sentido de la literatura pasa por hacer nuevos, o no naturales, los sentidos del lenguaje.  Expresiones como esto es lo que hay o no hay alternativa ¿qué significan realmente? Quienes las dicen no parecen aceptar que en la vida diaria, ni siquiera en la vida de los países, el destino esté escrito y no tengan libertad para decidir desde lo menor a hechos de consecuencias graves. Si no lo dicen desde ahí, ¿qué dicen exactamente? Acaso que no existe la posibilidad de modificar el sistema económico de modo que su centro de gravedad sean las personas y no el beneficio de las grandes corporaciones.

Hay –lo recordaba Jerry Mander– problemas de estructura en las grandes corporaciones que les impiden operar con otros fines, de modo que no se trata de cambiar a sus directivos, sino de cambiar las reglas que las guían, la forma que es su contenido, pero esto implica que es preciso cambiar a su vez la organización jurídica y social. ¿Por qué no ha de ser posible? Por eso importa la precisión: tal vez se quiera decir que es difícil, que el azar desempeña un papel importante, que no hay una alternativa sino varias distintas. De todo eso trata la literatura que me importa, de las ideas que alientan y las que oprimen. Los gestos menores que tienen consecuencias. Cuando se encadenan desencadenan algo.  

Belén Gopegui 3 ©Marta Calvo

Siguiendo lo formulado por Mark Fisher, ¿la literatura actual se define por la asunción de que no hay otra realidad social y económica fuera del capitalismo?

–Busquemos una imagen concreta: en un barrio de Madrid se hace una manifestación contra las casas de apuestas, acude gente joven; personas mayores, gritan persona enganchada, persona desahuciada, a su paso desde las ventanas y en las aceras algunas personas hacen gestos de apoyo, otras parecen pensativas. ¿Habría sido lo mismo no hacer nada? ¿Qué sucedería si en lugar de trescientas personas acudieran diez mil en cada barrio? Queda claro que para las casas de apuestas estas manifestaciones no son irrelevantes. Prefieren que su negocio pase inadvertido, que nadie lo cuestione, que nadie las ponga en evidencia y grite el daño que hacen. 

Desde su lado hay una presión constante para que no se resista, desde lo que hay se venden imágenes idílicas y se compra el silencio de los medios de comunicación mediante publicidad, y en países menos estructurados, y a veces en los nuestros, se ejerce la violencia directa contra quienes se enfrentan a la explotación de la miseria y la inseguridad y la vulnerabilidad que son negocios; desde su lado se sabe que las cosas pueden ser de otra manera e inquieta que la resistencia crezca. ¿Por qué dudamos desde este lado? 

Gopegui 1

Otro ejemplo: en este momento en el que la atención primaria necesita ser reforzada por las comunidades autónomas y por el Estado ¿es irrelevante que la gran mayoría de las personas que están en el gobierno y el parlamento, tanto como quienes tienen a su disposición los grandes medios de comunicación, no mencionen a su médica o médico de cabecera, que no los frecuenten ni conozcan sus nombres porque tienen convenios que les proporcionan una atención diferente a la que recibe la mayor parte de la población? No es irrelevante, y si cambiaran su conducta harían más creíbles sus discursos, aumentaría su conocimiento de la realidad y su comportamiento tendría consecuencias buenas para gran parte de la población. Mark Fisher describe muy bien los mecanismos que fomentan la resignación. Creo que sus análisis son mapas que, lejos de aplastarnos, ayudan precisamente a quienes en sus espacios de acción, también literarios, rechazan la trampa del fatalismo.

En 2014, el poeta Antonio Orihuela se lamentaba de que en literatura no aparecieran los desahucios, ni los parados, ni las huelgas o los indignados. ¿Están cambiando las cosas?

–Cada vez aparecen más, y eso es bueno. Al mismo tiempo considero importante no crear espacios separados, no compartimentar la literatura entre la llamada social y la otra, como si lo social no fuera todo. Y no compartimentar tampoco el estilo, como si no hubiera dragones agazapados en cualquier parte, como si lo realista fuera solo hablar de zapatillas desgastadas y no del huracán que se desata dentro de cada persona ante una situación inesperada. Las metáforas son también la realidad, la potencia del lenguaje pertenece a todas las narraciones, no solo a las que tratan de la pasión entre personas que recorren el mundo con los gastos pagados. 

En su novela la convivencia de cinco amigos permite repensar los lazos sociales. Sin embargo, la convivencia nace por necesidad. ¿Son personas a las que se les ha arrebatado la posibilidad de elegir dónde y con quién vivir?

–Elegir es limitado en cualquier vida; Adrienne Rich escribió: "Posicionarme en mi cuerpo significa algo más que comprender lo que ha significado para mí tener vulva y clítoris y útero y pechos. Significa reconocer esta piel blanca, los lugares a los que me ha llevado, los lugares a los que no me ha dejado ir". Cada persona nace ya envuelta por millones de determinaciones, condicionantes moleculares, hormonales, celulares, económicos, sociales, de espacio y tiempo. La cuestión es ver cuáles de esas determinaciones impiden el despliegue de una vida humana y de sus facultades, y averiguar cómo podrían evitarse, o cómo, aun sin evitarlas, podría recortarse contra ellas el perfil de una existencia grata y, a su manera, poderosa. 

Gopegui 2

La precarización es una realidad y así está presente en la novela, pero usted pone el foco en la explotación. 

–Sí, prefiero la palabra explotación. Es más clara y ayuda a la unión; la precariedad a veces establece separaciones entre unas personas y otras, y creo que las diferentes situaciones laborales o de paro obedecen a una misma causa y necesitan una respuesta común. Me parece acertado el lema nacido del ecologismo: Poner la vida en el centro.  Después están los pasos para llegar a eso, porque la lógica capitalista desprecia la vida y sitúa en el centro la reproducción del capital. No hay más que ver las personas dañadas sin que el capitalismo les ofrece atención y medios para protegerse. A menudo son la propia lógica de explotación, la competencia, el individualismo y el abandono las causas de ese daño.

–¿Y la autoexplotación?

–Autoexplotación puede ser una expresión confusa. Lo que explota es una organización que obliga a extraer la máxima rentabilidad incluso cuando una empresa, o una persona, quiera funciona de otra manera. Por otro lado, hay algunas, pocas, situaciones en que lo que se llama autoexplotación es parte de la tensión por el cambio. Pienso en pequeños espacios que luchan por mantener el sentido del trabajo que hacen y que practican, en la medida en que pueden, la democracia laboral. Lo que le pasa al personaje de Lena es que su vocación está siendo explotada sin que le permitan participar en el cómo y en el para qué investiga. A veces se construyen empresas menores que sí permiten esa democracia laboral, que luchan por no perder la perspectiva y el sentido de lo que hacen. Se trata de no olvidar que, si no cambia el entorno, a esos espacios les va a ser cada día más difícil existir; para que eso no pase se lucha dentro, pero también fuera, cuando se puede pues, como decía la canción de Krahe, es cansado. 

La novela plantea una reflexión sobre el trabajo. ¿Nos dignifica? 

–La dignidad no puede depender de que alguien te dé un trabajo, la dignidad va de suyo en una sociedad que se respete a sí misma. La nuestra no lo hace y pone precio a lo que no lo tiene. Y dice que es posible tratar a una persona enferma, parada, anciana, herida, con cualquier dificultad, como si fuera un bulto molesto. Por eso escribí una vez que la dignidad o es de muchas o no será. Porque tolerar que se trate a las personas como cosas envenena la dignidad. El trabajo, en este orden de cosas, no dignifica, sino que permite mantenerse, en el sentido de alimentarse y, quizá, seguir en pie, no caer; permite también a algunas personas desplegar sus facultades y aportar al común, lo cual tampoco dignifica, sino que simplemente forma parte de la vida. Lo inaceptable es que este poder mantenerse y poder aportar dependa de quienes tienen un poder no democrático para dar o quitar trabajo.

GOPEGUI

Leyéndola, recordé lo que comentaba Mateo, uno de los personajes de Quédate este día y esta noche conmigo: "La resignación empeora, como mínimo, los actos políticos". ¿Nos hemos resignado en exceso?

–Si existe una visión del mundo que fomenta la resignación es aquella que aparenta lo contrario, la que dice si quieres, puedes, la que pretende que se interprete la desigualdad como consecuencia de la conducta individual, como si tal cosa existiera. Como si haber nacido en un barrio o en otro, y las instalaciones y servicios públicos de ese barrio, fueran consecuencia de la conducta individual. Como si que una persona sin recursos económicos se abra camino significara que quienes han nacido con todos los privilegios también se han abierto camino. No: se lo han abierto otras personas agotadas día tras día. A partir de ahí, el cansancio, el dolor, el no puedo más, se convierten también en un problema individual. 

Gopegui 3El otro día leía una crítica de Sergio Chesán a la idea burguesa del arte que pone aduanas de paso, pues exigen una vida de rentista que permita tener tiempo para conocer y superar aquella tradición en la que el artista querría insertarse. Hay también, estimo, una idea burguesa de la política inscrita en la democracia formal que pone aduanas de tiempo y dinero para poder incorporarse a ella. Por eso la resignación no es un mal de la sociedad, sino un efecto selectivo de normas económicas y políticas concretas que afecta a una parte de la población: no parece que las eléctricas acepten con resignación devolver una parte de sus cuestionables beneficios, las eléctricas se pueden permitir ser rebeldes sin consecuencias, como vástagos de las clases adineradas. Se trata, me parece, de buscar procedimientos que posibiliten a cualquiera acceder a la militancia y a la política no meramente formal –ambas, lo contrario de la resignación– y modificar las condiciones de vida y las ideas que genera la falta de confianza en la acción organizada.

El otro día leía una crítica de Sergio Chesán a la idea burguesa del arte que pone aduanas de paso, pues exigen una vida de rentista que permita tener tiempo para conocer y superar aquella tradición en la que el artista querría insertarse. Hay también, estimo, una idea burguesa de la política inscrita en la democracia formal que pone aduanas de tiempo y dinero para poder incorporarse a ella. Por eso la resignación no es un mal de la sociedad, sino un efecto selectivo de normas económicas y políticas concretas que afecta a una parte de la población: no parece que las eléctricas acepten con resignación devolver una parte de sus cuestionables beneficios, las eléctricas se pueden permitir ser rebeldes sin consecuencias, como vástagos de las clases adineradas. Se trata, me parece, de buscar procedimientos que posibiliten a cualquiera acceder a la militancia y a la política no meramente formal –ambas, lo contrario de la resignación– y modificar las condiciones de vida y las ideas que genera la falta de confianza en la acción organizada.

–"El mundo de las historias que se cuentan no coincide con el mundo de las historias que suceden", leemos en su novela. Si asumimos que hay un retorno a lo político en la literatura más reciente ¿podemos pensar que tal divergencia va a disminuir? 

–No sé si asumiría que hay un retorno a la política. Diría que hay una proliferación de obras, tanto en cine como en literatura, que se ocupan de las llamadas, equívocamente, temáticas sociales. Es un significado tergiversado que remite más al ministerio de Asuntos Sociales que a lo que entendemos por política. Me permito disentir, no desde el enfrentamiento, sino desde la voluntad de que nos entendamos y de aprender, de esta declaración de Fernando León de Aranoa (quizá no fue exacta su reproducción): "Todos llevamos un buen patrón dentro".

Belén Gopegui 1 ©Marta Calvo

Creo que esta no es una frase política porque se puede decir quizás que todas las personas llevamos un cursi dentro, un individuo agresivo u otras expresiones, pero ser patrón es una posición, no un sentimiento, ni siquiera un sentimiento pensado. Exige tener medios de producción; la cuota de poder de quien no los tiene no es equiparable, ni siquiera metafóricamente, a la de quien sí los tiene. De este modo a veces se hacen análisis –hablo ahora de la literatura– que pueden ser moralistas, empáticos, descriptivos, pero no son lo que entiendo por políticos, porque esta exige precisión, establecer las coordenadas y no igualar lo que es no es igual. Esto no significa que no estén surgiendo obras literarias políticas en multitud de ámbitos, en particular indagaciones narrativas, sobre los mitos del malestar "individual", la maternidad, las relaciones de pareja o el arte, de gran potencia.

Es un artículo –¿Para olvidar qué olvido?– decía: "Empezamos a escribir porque no podía ser que una tarde fuese solamente una tarde, azul o lluviosa, porque nos creíamos capaces de encontrar la clave para hacer aparecer los recuerdos, los muertos, lo vivo, lo posible". Da la impresión de que su literatura sigue naciendo de esa misma idea con la que comenzó a escribir.

–Es una manera casi diré romántica de describir el impulso de escribir, en el sentido de exaltar los poderes de la literatura. Aunque hay un trasfondo de anhelo y terquedad que aún suscribo, diré: no, la literatura sola no tiene, estimo, esa capacidad. Necesita crecer junto con algo que está fuera de ella, criterios congruentes, actos compartidos. De lo contrario apenas logra hacer brotar algo pálido, momentáneo, una pequeña exhalación de olvido, un fuego fatuo aparente y, sin embargo, privado de toda energía, de la capacidad de producir calor, destrucción o amparo.