El asteroide Oumuamua

El asteroide Oumuamua

Letra Clásica

Cuando Oumuamua regrese

Podía ser una nave extraterrestre. Quizá “una vela de luz” flotando en el espacio interestelar; quizá un derelicto de algún aparato de avanzada tecnología

7 febrero, 2021 00:00

Un cuerpo luminoso y extraño, de apariencia ahusada, como una especie de cigarro de color rojo --como muchos asteroides, en eso era vulgar-- de unos doscientos metros de longitud máxima, procedente de más allá del sistema solar, pasó, sometido a extrañas aceleraciones, por el cielo cercano a la Tierra a finales del año 2017, y dejó atónitos y excitados a los astrónomos de todo el mundo. ¿Qué es eso?

Se publicaron algunas “fotografías”, en realidad dibujos basados en cálculos y suposiciones, que mostraban una gran piedra muerta, misteriosa, dando vueltas sobre su propio eje mientras avanzaba por el espacio. Se lo bautizó como “Oumuamua”, que en hawaiano –allí está el observatorio donde se lo detectó— quiere decir “explorador”. En seguida se le procuró encontrar explicaciones naturales a su forma, a su luminosidad diez veces superior a lo normal y a su comportamiento que no parecía el habitual en un cometa o un asteroide.

La falta de datos permitía no extraer conclusiones aventuradas a la mayoría de los astrónomos y físicos; pero no a Avi Loeb, astrofísico de Harvard (que cabe señalar que no es un iluminado, o si lo es viene, por lo menos, avalado por un distinguido currículo académico) que con Samuel Bialy publicó un artículo en el otoño de 2018 en el Astrophysical Journal Letters, postulando la tesis de que Oumuamua tiene un origen artificial. Podía ser una nave extraterrestre. Quizá “una vela de luz” (artefacto que se mueve convirtiendo en energía la luz del sol) flotando en el espacio interestelar; quizá un derelicto de algún aparato de avanzada tecnología, acaso procedente de una civilización extinguida ya. O incluso (¿por qué no apostar a la carta más alta, puestos a especular?) podría ser un ingenio plenamente operativo enviado intencionadamente a la cercanía de la tierra por seres ignotos. 

Tres años después de aquel controvertido artículo Loeb acaba de publicar el libro Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life beyond Earth, (edición española en Planeta, con el título Extraterrestre) reiterando sus convicciones sobre la naturaleza fabricada de Oumuamua que es además una diatriba contra los colegas físicos y astrónomos de Loeb, a los que acusa de que gastan enormes fortunas en teorías especulativas sobre la estructura del universo y sobre los multiversos, prácticamente indemostrables, mientras por falta de imaginación, pereza o temor a hacer el ridículo se niegan a focalizar esfuerzos en el descubrimiento de las formas de vida extraterrestre que vayan más allá de la vida microbiana. La cosa en sí es la vida inteligente, ¡y nadie la está buscando!, lamenta Loeb.

“Según los datos de la misión Kepler de la NASA, cerca de la mitad de las estrellas parecidas al sol tienen un planeta del tamaño de la Tierra y a la misma distancia aproximadamente que nuestro planeta lo está del Sol, de manera que puede haber en la superficie agua y los elementos químicos de la vida, tal como la conocemos. Ahora si tiras los dados sobre la vida, millones de veces, en la Vía Láctea ¿cuántas son las posibilidades de que estemos solos? Poquísimas”, asegura Loeb en una entrevista recién publicada en Scientific American.

“También podemos esperar a que se deje ver el próximo invitado interestelar”, agrega. Dentro de muy poco, el Large Synoptic Survey Telescope (LSST) [–o Vera C. Rubin, un potente telescopio con un espejo primario de 8,4 metros que se está construyendo en el norte de Chile y está previsto que entre en funcionamiento el próximo año] será mucho más sensible a la hora de detectar objetos parecidos a Oumuamua. Se espera que descubra muchos ya en el primer año de funcionamiento. Y si no encuentra ninguno, sabremos que Oumuamua era especial y que debemos perseguir a ese invitado calle abajo para tratar de averiguar su origen.”

Muy bien. Tras leer con máximo interés la entrevista de Scientific American, me he precipitado a mi escritorio para redactar una carta a Loeb, que he enviado a editorial Planeta, desde donde seguro que se la remitirán allí donde esté. La carta dice así:

“Estimado Avi,

Entre las diversas posibilidades que barajas, la de que Oumuamua sea un vestigio, un derelicto, pura basura espacial, me parece la más plausible. Ese pecio espacial sería, supongo, un ingenio o parte de un ingenio como esas sondas Voyager que también nosotros enviamos al espacio profundo y que al cabo de unos años dejan de emitir señales porque han entrado en un sueño profundo, o como aquellos primeros cohetes rusos que se alejaban con un perrito o un chimpancé aterrorizado que al cabo de unas horas se moría achicharrado o de un ataque al corazón. Yo tengo el pálpito, Avi, de que nunca llegaremos a establecer contacto con esa gente extraña y remota que tanto se nos parece. Gente que tiene buenos sentimientos. Que quisiera prosperar. Algunos empinan el codo un poquito más de la cuenta. Probablemente antes de establecer ese contacto con ellos nos hayamos extinguido, tanto nosotros como ellos. Eso sí, mientras tanto seguiremos enviando mensajes enlatados al vacío universal y quizá nuestros vestigios se cruzarán con sus vestigios, a medio camino entre nuestro planeta y el suyo; y entonces, aunque las naves espaciales en principio no tienen conciencia, el mero hecho de la excepcionalidad de su encuentro, incluso de un choque, será como un beso místico y astral, como un soneto de amor perfecto, y luego cada uno seguirá su rumbo, su deriva de perdición. Es lo mismo que le pasa a todos los seres que conocemos, como bien sabes. 

Pero atiende bien a lo que voy a decirte, Avi: en el muy improbable caso de que la tripulación de Oumuamua no esté muerta en sus literas hace ya eones; en el caso de que, después de dar una vuelta por el espacio, regrese hacia nosotros para echarnos otra miradita, o incluso sostener con alguno de nosotros una breve conversación antes de emprender el camino de vuelta a casa, házmelo saber, Avi, antes a mí que a nadie. Pues yo tengo algo muy importante que decir, un conocimiento terrible (sobre la estructura del universo, y ahí lo dejo, no puedo contar más) que solo a ellos puedo transmitir. Cuento contigo. Aprovecho para felicitarte por tu libro. Cordialmente, I. V-F.".