Letra Clásica
Donés, 'La Flaca' y la máquina del tiempo
La conexión con el público es esencial para un músico, y Donés, por cuestiones que también tienen relación con el azar, lo consiguió y nos evoca ahora momentos fundacionales
10 junio, 2020 00:00“Puede que hayas, nacido en la cara buena del mundo, yo nací en la cara mala, llevo la marca del lado oscuro…” Hay canciones que, por mucho tiempo que pase, se te quedan grabadas en la memoria y te catapultan al pasado con tan solo oír los primeros acordes. Se te hace un nudo en el estómago, empiezas a canturrear la letra de memoria y vas dejándote llevar por la nostalgia y los recuerdos del pasado, ignorando por unos segundos lo que ocurre a tu alrededor. Por lo menos, eso es lo que me ocurre a mí cada vez que escucho El lado oscuro, mi canción favorita de Jarabe de Palo, cuyo cantante, Pau Donés, murió ayer después de una dura batalla contra el cáncer. Tenía solo 53 años.
Recuerdo como si fuera ayer lo emocionada que estaba el día que con mis amigos fuimos a escucharlo cantar en directo en La Cova, la mítica sala de conciertos de rock de Mataró. Era la primavera de 1997, quedaba poco para terminar el COU y todos sabíamos que en poco tiempo cada uno se iría por su lado e igual no volvíamos a vernos. Así que allí estábamos, todos juntos, apretujados entre el gentío, fumando un cigarrillo tras otro, esperando a poder corear con Donés la letra de La Flaca. Nos sabíamos la letra de memoria. El mejor momento, sin embargo, fue cuando el grupo empezó a entonar El lado oscuro y Edu, el chico que me había gustado a lo largo de todo el curso, empezó a cantármela al oído: ¿Cómo ganarse el cielo, cuando uno ama con toda el alma? Y es que el cariño que te tengo, no se paga con dinero, como decirte que sin ti muero”.
Veinticinco años después, escucho esta canción y vuelvo a tener diecisiete años y a soñar que tengo mil historias de amor por vivir por delante. La de Edu y yo no funcionó (lo típico, me gustaba cuando salía con otra, y cuando la dejó para estar conmigo, entonces ya no me gustaba), pero no importa, porque cuando escucho la canción estoy segura de que hoy seguiría cantándome “habías sido sin dudarlo la más bella, de entre todas las estrellas, que yo vi en el firmamento”.
Bailando hasta el amanecer
Pau Donés tuvo el éxito del público, una complicidad que no tuvieron otros artistas mejor considerados por la crítica. Y, seguramente por eso, por esa conexión que sólo unos pocos pueden conseguir, debido a fórmulas seguidas en el Pop que se califican de repetitivas, por cuestiones del azar, o porque sus letras llegaban a los corazones, la banda de Donés acabó influyendo en una generación entera de músicos, con una mezcla de sonidos que bebían del rock, de lo afrolatino, de la música brasileña o del funk. Y, tras un tercer disco muy elaborado, De vuelva y vuelta, de 2001, la influencia fue masiva: cómo no emular los sonidos latinos que conectaban tanto con el público.
La crítica especializada seguía, sin embargo, más de cerca los pasos de Santiago Auserón, que investigaba esos mismos sones latinos, con trabajos como Mr.Hambre, de 2000; o Cantares de Vela, de 2002. Era Juan Perro, el otro yo de Auserón, siempre el más querido y el más añorado, desde sus tiempos de Radio Futura. El público, en todo caso, es caprichoso, y la música llega y conecta en momentos muy delicados y especiales. Y Donés lo consiguió, con colaboraciones con artistas consagrados, como Peret, La Vieja Trova Santiaguera o Elíades Ochoa.
Los amores no correspondidos y los corazones rotos son una fuente inagotable de inspiración, Donés estaría de acuerdo conmigo, pero él probablemente añadiría que mejor no caer en dramatismos e intentar ser feliz con aquello que nos llevamos de las personas que se cruzan en nuestro camino. Ese parece ser el mensaje de sus canciones. ¿Quién sería esa “tremendísima mulata” que conoció en La Habana y “solo” le brindó caricias el primer día? “Por un beso de la flaca daría lo que fuera, Por un beso de ella, aunque sólo uno fuera”.
Cuando sonaban los primeros acordes de La Flaca, el chiringuito entero empezaba a corear la canción. Tiempos mejores, cuando no había límites horarios y podíamos quedarnos bailando en la playa hasta el amanecer. La Flaca, sin duda, fue la guinda del pastel de mi dulce verano del 97. El año siguiente, 1998, Donés nos regaló otro hit: Depende. “Que bonito es el amor, más que nunca en primavera, que mañana sale el sol, y que estamos en Agosto… Depende, ¿de qué depende?”, canción que sigue en mi lista de favoritos de Spotify y que consigue animarme en cualquier día triste.
Conversaciones existenciales
Hace cuatro años, la música de El lado oscuro me sorprendió muy lejos de Barcelona. Estaba en una cafetería de Zrenjanin, una remota ciudad serbia, en la frontera con Rumanía, donde había ido a pasar una temporada para documentarme para una novela: “Puede que hayas, nacido en la cara buena del mundo, yo nací en la cara mala, llevo la marca del lado oscuro…” Asombrada, le pregunté a Vuk, el camarero, de quién me había hecho amiga, de dónde había sacado esa canción. Vuk me explicó que era un amante de la música hispana y se pasaba el día descubriendo grupos nuevos en YouTube. “La música española está llena de pasión”, me comentó, mientras la niebla asomaba tras los ventanales del local. Vuk soñaba con irse a vivir a España y ganarse la vida como entrenador de futbol, pero los años pasaban y su vida seguía anclada a la barra del Vremeplov, que curiosamente en serbio significa “máquina del tiempo”.
Nostálgica perdida, le confesé a Vuk los bonitos recuerdos que me transmitía escuchar El lado oscuro, aunque fuera en medio de Serbia, y le expliqué que dos meses antes el cantante del grupo había anunciado en las redes sociales que padecía un cáncer de colon, obligándolo a cancelar la gira de conciertos que tenía programada por España y los Estados Unidos. Recuerdo que Vuk y yo teníamos grandes conversaciones existenciales --los dos estábamos en un momento de estancamiento vital y de no saber por dónde tirar-- y coincidíamos en que demasiadas veces tienen que ocurrir este tipo de cosas: un cáncer, la muerte de un familiar cercano, un accidente de coche.., para que los humanos reaccionemos y nos demos cuenta de que la vida es un regalo. Que hay que quejarse menos e intentar disfrutar de cada minuto que uno tiene el privilegio de estar en este planeta. Algo que tuvo siempre muy claro Donés. Lo decía en sus videos de Facebook, y lo decía en sus canciones: “Hace tiempo alguien me dijo, cuál era el mejor remedio, cuando sin motivo alguno, se te iba el mundo al suelo; Y si quieres yo te explico, en que consiste el misterio: que no hay cielo, mar ni tierra, que la vida es un sueño”. (De Grita, 1996)