Un grabado de 'Visboek', de Adriaen Coenen, con una imagen de mar

Un grabado de 'Visboek', de Adriaen Coenen, con una imagen de mar

Letra Clásica

Narraciones de Mar, ensueños de la Tierra

Un libro recoge los testimonios de más de cincuenta grandes viajeros desde el siglo XV hasta nuestros días a través de sus diarios de navegación y cuadernos de bitácora

31 octubre, 2019 00:00

La historia de los navegantes es siempre fascinante, pero aún lo es más si podemos asomarnos a sus pruebas y fuentes de primera mano, como sus diarios y cuadernos de bitácora. Dice el artículo 78 de la ley de Navegación Marítima que todo buque nacional deberá llevar un diario de navegación y, en el caso de que vayan dos o más oficiales de puente, un cuaderno de bitácora, siendo este donde se registran las vicisitudes náuticas y meteorológicas. Así, las experiencias de los viajes quedan registradas y los descubrimientos y las aventuras, sean de la época que sean, validados. 

Los diarios son práctica común entre los navegantes, una manera de combatir el aburrimiento y los peligros. Desde los cuadernos de bitácora a los blogs, estos registros se utilizan para informar y documentar sucesos. Del Ártico al Pacífico Sur, artistas y exploradores dan forma a sus observaciones con lápiz, pintura y tinta, bien sea en pequeños cuadernos, en las relaciones de los barcos o en libretas para bocetos. A los navegantes al servicio de gobiernos se les pide que registren sus itinerarios. Escribir un diario personal y de a bordo forma parte de las actividades del día a día. Son documentos de alto valor que registran secretos, pues narran nuevos territorios y las posibilidades de comercio en la época de las exploraciones mundiales. Sin embargo, otros muchos se publican y son muy populares, como los de James Cook.   

El libro Navegantes. Diarios y cuadernos de bitácora (geoPlaneta, 2019) recoge un compendio de estas historias de navegantes de todos los tiempos. Es un trabajo erudito y original que ha buceado en profundidad en colecciones y archivos para presentar testimonios textuales y visuales de más de cincuenta viajeros desde los siglos XV al XX. Huw Lewis-Jones, su antólogo, avanza así en la historia del viaje por mar incidiendo en tres elementos definitivos: la curiositas o el motor del itinerario, la aventura o los sucesos nuevos y extraños, y la pintura o el registro visual de los acontecimientos. La investigación supone además el conocimiento de muchos navegantes que aún quedaban por recuperar, entre ellos, grandes exploradores con sus historias íntimas, viajeros orientales y las experiencias de varias mujeres.

Navegantes (geoPlaneta)

Navegantes (geoPlaneta)

El libro encomienda la introducción de los capítulos a siete grandes aventureros contemporáneos. Como muestran sus biografías, el viaje no ha muerto y aún quedan territorios por explorar y formas distintas de hacerlo. Sus testimonios reflejan el deseo de aventuras del hombre contemporáneo, que viaja más allá de uno mismo (enfrentándose a los peligros) y dan cuenta de sus expediciones en textos e imágenes que son el avance de una investigación aún por hacer, como la relación entre el viaje y la pintura.

Al igual que los primeros cronistas llevan escribas para narrar el viaje, los navegantes (sobre todo a partir del siglo XVIII) llevaban un artista oficial. En las travesías se fomenta el arte de la observación, el detalle y la atención. Desde la época ilustrada, saber dibujar será una habilidad a tener en cuenta a la hora de contratar a los marineros. Los oficiales de Marina aprenden en sus escuelas y en algunas de ellas, por ejemplo la de Portsmouth, deben ilustrar los diarios con perfiles y vistas de las costas cuando ascienden de guardiamarinas a tenientes.

A pesar del desarrollo de la fotografía y la cartografía, los navegantes continúan dibujando por placer y para ilustrar los diarios y las cartas a la familia. Sobresalen los dibujos de Louis Apol, miembro de la escuela de La Haya, que expone por primera vez a los 19 años, y viaja al Ártico en 1871. Su visión permite imaginar cómo es un viaje ártico mucho antes de la llegada del cine. Gabriel Bray realiza numerosas acuarelas en sus viajes por África Occidental y Jamaica como teniente de la fragata Pallas en el siglo XVIII. Edward Fanshawe, oficial de la Royal Navy, dibuja los principales cambios de su tiempo en la tecnología naval, de los barcos de vela al vapor, pasando por los albores de la guerra submarina. Else Bostelman pinta cientos de ilustraciones científicas, bocetos y pinturas del fondo del mar. La introductora del último apartado del libro es Kari Herbert, artista y escritora del mar y el hielo.

Grabado de James Cook de Nathaniel Dance (1775).

Grabado de James Cook de Nathaniel Dance (1775).

Los títulos de los capítulos del libro son significativos. Recogen la problemática actual del estudio del viaje por mar y la fascinación de su historia. “Viajes inverosímiles”, “Hielo y papel” o “Aguas desconocidas”, entre otros. La nómina de los viajeros recogida en la obra de geoPlaneta es extensa y la mayor parte de los cuadernos, maravillosos. No faltan los navegantes más conocidos (Piri Reis, Francis Drake, Vasco de Gama, etc.), pero la gran riqueza es el descubrimiento de historias extraordinarias.  

Veamos algunas. Por ejemplo la del ballenero Robert Weir, con unos diarios perfectamente equilibrados entre textos y dibujos que muestran los peligros, la soledad y la emoción de la pesca de las ballenas. O el sacerdote y gran navegante polinesio, Tupaia, cuyos dibujos representan las costas y nativos de Nueva Zelanda y Australia en la segunda mitad del siglo XVIII. Paul-Émile Pajot, artista y pescador, fue un extraordinario pintor de barcos admirado por Jean Cocteau. El pintor y explorador ucraniano, Louis Choris, quien se une como artista a la expedición del barco Rurik para explorar la costa de Alaska en 1815, es pionero en la técnica de la litografía para reproducir los dibujos de viaje. O Konrad Grüneberg, que viaja desde Venecia a Tierra Santa en el velero Jaffa y dibuja en un portentoso cuaderno de viaje las poblaciones de la costa.

Un dibujo de 'Mis aventuras' / PAUL ÉMILE PAJOT

Un dibujo de 'Mis aventuras' / PAUL ÉMILE PAJOT

Jean Baret, en cambio, es una mujer que se disfraza de criado para embarcar en el Étoile, el barco de suministros de Bougainville, y se encarga de recoger los especímenes botánicos en el estrecho de Magallanes. El pescador holandés, Adrian Coenen, confecciona una obra maestra de 800 páginas, Visboek (Libro de los peces) en 1577 con láminas magistrales. También están los dibujos del japonés Kumataro Ito, apasionado de la belleza del mundo submarino, que se embarca en el vapor Albatross de bandera norteamericana para explorar los recursos de Filipinas en 1907 o la historia de Erik Hesselberg, amigo de Pablo Picasso y Georges Simenon, que publica los diarios y dibujos de la aventura de 4500 millas desde Perú a Polinesia en la balsa Kon-Tiki. Sin olvidar los extraordinarios diarios de Georg Müller, que cuentan la vida colonial de Indonesia en el siglo XVII.

Susan Veeder describe en sus diarios el viaje de cinco años desde Nantucket a la Polinesia Francesa entre 1848 y 1853. Nicholas Pocock, el pintor más destacado de la Guerras Napoleónicas, es un maestro en representar en detalle los enfrentamientos marítimos. Y William Speiden, el tripulante más joven de la misión naval de Matthew Perry para obligar a Japón a comerciar con el mundo, que realiza un diario de viaje e incluye obras de arte japonés y dibujos de artistas chinos. Mil y un dibujos y textos que muestran las maravillas del mundo y recuerdan, como escribe Lewis-Jones en el prólogo, la necesidad urgente de conservar el planeta.