Elogio y compendio del periodismo temprano
La Biblioteca Nacional expone más de un centenar de relaciones de sucesos de los siglos XVI y XVII, textos informativos donde ya aparecen la propaganda, la manipulación y el sensacionalismo
24 mayo, 2022 20:05Alrededor del periodismo brincan varios asuntos recurrentes que van y vienen según el oleaje. Pero, quizás, sólo uno de ellos se mantiene intacto desde los orígenes del oficio: la necesidad de contar (y conocer) qué está ocurriendo. De esa voluntad –y, también, de ese destino− hay abundantes huellas en las relaciones de sucesos, aquellos papeles noticieros que circularon, principalmente, entre los siglos XVI y XVII por Europa y que contenían el ánimo de dar un golpe de luz al mundo. Porque estas primeras hojas de novedades ya demuestran que el ejercicio de la información surgió a modo de respiradero por el que saber de qué estaba hecho el aire turbio del presente.
Las relaciones de sucesos –cuyos títulos incluían los epítetos de fiel, exacta, verdadera o verísima para remarcar su ligazón con la realidad− proliferaron durante la Edad Moderna. Estos pliegos de noticias se vieron favorecidos por la expansión de la imprenta, la regularización del sistema de correos y el surgimiento de un público amplio y diverso, preferentemente urbano, “el curioso lector”, que acabó por relegar al ámbito privado la difusión de información manuscrita, generalmente, la fórmula epistolar. Sin ir más lejos, las cartas de Colón que daban noticia de su llegada a las Indias fueron el ejemplo más rotundo de difusión masiva y de negocio editorial en España antes del triunfo de la impresión mecánica.
Por su cercanía la actualidad, estos papeles efímeros, que daban cuenta desde guerras y asuntos políticos y diplomáticos a modas, fiestas y fenómenos climatológicos, han resultado esenciales para el conocimiento de la vida cotidiana y del espacio sociocultural de su tiempo, constituyendo, en el ámbito español, una fuente fundamental para el estudio de la sociedad y la cultura del Siglo de Oro. Aunque un buen número de ellos se han perdido –se calcula que en torno al 80%– a causa de la fragilidad del soporte y la inmediatez de su contenido, la Biblioteca Nacional de España (BNE) custodia un importante fondo con alrededor de 4.000 ediciones, identificadas, descritas y digitalizadas a lo largo de las dos últimas décadas.
Fruto de esa labor se propone ahora la exposición Noticias verdaderas, maravillosos prodigios, que muestra un nutrido conjunto de los ejemplares más representativos de la colección de la BNE. Hasta el 12 de junio, la institución madrileña exhibe más de un centenar de piezas –acompañadas por mapas, planos, lienzos, grabados y vestuarios– que permiten conocer qué sucesos alcanzaron relevancia informativa en la Edad Moderna. Así, pueden descubrirse, entre esos papeles, las nuevas provenientes de la batalla de Lepanto, el interés que despertó la llegada del príncipe de Gales a Madrid en 1623, y la historia de Catalina de Erauso, la monja alférez que participó, como soldado, en diversas acciones militares en suelo americano.
“Son los periódicos antes de los periódicos”, señala la profesora Nieves Pena, una de las comisarias de la exposición, quien define las características de estos documentos: “Daban noticia de uno o dos hechos en pocos pliegos, salvo las relaciones de fiestas, que podían llegar al formato libro, y estaban mal impresas en amplias tiradas que permitían venderlas a precios modestos y, al tiempo, dejar notables beneficios a los impresores”. “El destino que les aguardaba a estos papeles era la desaparición y su rescate permite conocer mejor la época en la que surgen y realizar un viaje al nacimiento del periodismo”, recalca Adelaida Caro, responsable también de la muestra y jefa de la sección de Impresos Menores de la BNE.
De este modo, Noticias verdaderas, maravillosos prodigios propone una travesía por la historia de la comunicación y de las noticias, mostrando desde pequeñas piezas anónimas, impresas en hojas sueltas o en pliegos de cordel, hasta los noticieros redactados por los primeros relacioneros (Andrés Almansa y Mendoza), humanistas (Álvar Gómez de Castro, Juan Cristóbal Calvete de Estrella o Juan López de Hoyos) y escritores (Quevedo y Lope de Vega). Asimismo, según explican las comisarias, se ha procurado que estuviesen representados los principales lugares de edición, no solo en la Península Ibérica (Barcelona, Sevilla, Madrid y Lisboa), sino también los principales centros internacionales, como Amberes, Lyon, Lima, Manila y México.
Estructurada en ocho espacios temáticos, la exposición atiende, por ejemplo, a los hechos políticos, con especial atención a los acontecimientos bélicos. Las guerras de religión consecuencia de la Reforma y la Contrarreforma, la guerra de los Ochenta Años y los sucesivos conflictos con el Imperio otomano fueron objeto de una gran cantidad de publicaciones menores, con frecuencia de uno o dos pliegos de escasa calidad material. De igual forma, dieron cuenta de visitas de embajadores, en ocasiones procedentes de tierras lejanas como Persia, y de sonadas traiciones, como la de Rodrigo Calderón, mano derecha del duque de Lerma, quien fue ejecutado en Madrid bajo acusaciones de asesinato y brujería.
Permiten descubrir estas hojas informativas el temprano interés del poder en ellas para convertirlas en transmisores de ideas y propósitos. Controladas, a menudo, por las autoridades, contribuyeron a crear una imagen determinada de la realidad política y social del momento, tergiversando incluso la suerte final de los combates. Sucede así que el sitio de Tarragona (1641) tiene distinto final según la procedencia del noticiero o que, incluso, se den por ciertas victorias que nunca llegaron a producirse, como ocurrió con la Armada Invencible, la expedición militar marítima proyectada por Felipe II para invadir Inglaterra que, según recogió en algún impreso, llegó a lograr su propósito.
Con tono político, también se daba difusión a las noticias de martirios de misioneros franciscanos o jesuitas, localizados con frecuencia en tierras lejanas, desde Japón, China, el Pacífico y el Sudeste Asiático hasta la América meridional. En opinión de las comisarias de la muestra, “la barbarie mostrada constituye, en el discurso oficial, una justificación para posibles pretensiones imperialistas en los territorios citados y legitima la presencia europea en ellos”. Junto a los martirios son frecuentes las noticias de conversiones al catolicismo, necesarias en un contexto de constantes guerras de religión en el seno del cristianismo y de enfrentamientos recurrentes con los otomanos.
Otro punto de interés de estas relaciones fueron los autos de fe, situados a caballo entre los textos histórico-políticos, religiosos o incluso festivos, que se publicaron tanto en versiones breves como extensas, estas últimas principalmente dedicadas a los casos de gran repercusión. De igual manera, las catástrofes naturales (volcanes, terremotos, tempestades e inundaciones) son habituales en estos papeles informativos, donde el relato de la tragedia se entremezcla, a menudo, con una visión moralizante. Del terremoto de Lisboa, ocurrido el 1 de noviembre de 1755, se conservan, por ejemplo, tanto las descripciones detalladas de los daños como textos en verso que transmiten una cosmovisión fuertemente influida por la fe.
Asimismo, son abundantes las informaciones sobre eclipses o estrellas fugaces, en ocasiones entendidas como “señales” o “portentos” que llamaban fuertemente la atención de la población hasta el punto de concebirlos como signos premonitorios de futuros acontecimientos de índole política o militar. Entre los avistamientos de cometas se conservan, además, notas que probablemente correspondan a fenómenos astronómicos relevantes, como la que narra la visión de una estrella en octubre de 1682 –que “dió tanta de lumbre en la tierra y aire que mató los rayos y claridad de la luna”–, curiosamente en fechas próximas al paso del cometa Halley.
Por último, hay relaciones que describen con detalle presuntas apariciones de monstruos y seres fantásticos, creando un capítulo singular dentro de la producción noticiera de la Edad Moderna. Abundan los casos de “humanos extraordinarios” (que recogen desde siameses a gigantes o hermafroditas e, incluso, seres totalmente fantásticos como niños con cuernos o cubiertos de conchas), junto a los de animales prodigiosos, muchos de ellos marinos, como peces parlantes o con características humanas. Estas hojas iban, con frecuencia, acompañadas de grabados xilográficos destinados a ilustrar los fenómenos, convirtiendo estas relaciones en productos especialmente atractivos. Casi sin querer, acababa de nacer el sensacionalismo.