Filosofía

El signo más tonto del zodíaco

11 enero, 2020 00:00

Escribo esta crónica la mar de contenta. Acabo de leer el Horóscopo. Es un día de principios de enero, y resulta que “Marte vuelve a Sagitario, tras dos años de ausencia, avivando sus energías y alentando el que emprenda un cambio personal”. En efecto, soy Sagitario. Y por defecto (sospecho que tiene algo que ver con la edad), creo cada vez más en estas cosas del zodíaco y en el impacto que tienen los astros en nuestras vidas.

Mi primer contacto "serio" con el mundo de la Astrología fue la lectura de Los signos del zodíaco y su carácter, de Linda Goodman, una de las astrólogas americanas más famosas de los años 70.  El libro de Goodman, que llegó a ser un bestseller, me lo descubrió un amante (Géminis, para mi desgracia) hará unos diez años. El amante en cuestión era un hombre muy cultivado, buen músico y ávido lector, no se crean, y por eso me sorprendió tanto que alguien como él dijera que ese libro era “lo más”. Al día siguiente me envió por email una copia en PDF y lo devoré en un día. La lectura fue reveladora: desde entonces, justifico todos mis fracasos amorosos (incluido mi amante Géminis) con este valioso documento: “Claro, era Aries, les gusta mandar y tú no lo aguantas ”. “Es un Tauro, imposible, quiere que vayas siempre bien arreglada y que cocines para él. Les gusta el buen comer”... De esta forma, voy descartando posibles hombres con quien casarme e intento dar con el signo que pueda aguantar a una mujer sagitario como yo.

 “Es que un tío para ti tiene que tener mucha conversación”, me intentaba consolar un amigo la pasada noche de fin de año. Me reí. "En 2020 voy a aprender a cocinar croquetas y ya verás", pensé, terminándolo la copa. Volví a casa a las cuatro de la mañana destrozada, pero, como buena Sagitario, optimista con los objetivos que me había marcado para el nuevo año: cocinar más, escribir más, seguir descartando a los hombres que no me inviten en la primera cita. "Eso no es muy feminista", me insisten algunas amigas. Me da igual si no es feminista. A mí me gusta que me inviten y que me abran la puerta.  Además, estas Navidades he descubierto que para sentirme empoderada como mujer solo necesito vestirme con una americana. “Ni sesiones de coaching, ni manifestaciones, ni cuentos de brujas, me pongo una americana y siento que tengo el poder", dije yo muy orgullosa. "Lástima que sea una prenda de hombre", respondió mi primo Teo, muy serio. Teo es Libra: "Con este hombre tendrás un consejero gratuito. Tendrá la solución perfecta para todos tus problemas, y una respuesta para cada pregunta que le hagas. Pero será inútil que esperes de él la respuesta a todos tus sueños de doncella: algunos te los cambiará, y te discutirá los otros", escribe Goodman.

Mi creencia en el horóscopo puede parecer una tontería, pero no estoy sola. Un reportaje publicado en octubre pasado por The New Yorker aseguraba que la Astrología goza actualmente de un nivel de aceptación cultural tan alto como en los años 70, en pleno boom del espiritualismo New Age. El creciente interés por la Astrología coincide primero con la llegada del P.C, más tarde con la llegada de Internet, para pegar su acelerón más fuerte con la entrada de las redes sociales. Según un estudio del Pew Research Center, al menos un 30% de los americanos cree en la Astrología, pero el porcentaje sea probablemente superior.

En España, la Astrología también está de moda: en Barcelona, sin ir más lejos, hay teterías que organizan ceremonias del té bajo la luna llena, asociaciones de runners que salen a correr bajo la luna llena, yoga bajo las estrellas, lectura de tarot, cartas astrales online, constelaciones familiares, terapias astrológicas…

Mi asignatura pendiente es hacerme una carta astral (mi madre no consigue recordar la hora exacta en qué nací y me da demasiada pereza acudir al Registro Civil a solicitar mi registro de nacimiento), así que por ahora me conformo con Goodman y el horóscopo del diario que como buena catalana suelo hojear por las mañanas, mientras desayuno, procurando no manchar de yogur las sabias palabras escritas por el astrólogo de susodicho medio, de quien se sospecha desde hace tiempo que sea el mismo que se encarga de la previsión meteorológica. Sus predicciones suelen ser poco fiables, y por lo general, negativas: "Sagitario: debe cuidar las relaciones personales y las cuestiones de dinero. No se fíe de la estabilidad en su trabajo”.

Por suerte, a los Sagitario las desilusiones y enfados nos duran poco. Siempre he creído que somos el signo más tonto del horóscopo: optimistas, alegres, simpáticos, incapaces de mentir. Pero también bocazas, impertinentes, impulsivos y metedores de pata. Somos el típico amigo que va siempre a su bola y dice que “no” para llevar la contraria; el empleado que contesta al jefe y suelta impertinencias sin querer. Somos aquella persona que consigue sacarte de quicio, te hace rabiar, pero a pesar de todo, no sabes muy bien porqué, te cae bien.

La creciente popularidad de la Astrología suele explicarse por el declive de la religión y el auge de la precariedad laboral. Según The New Yorker, también tiene que ver con el "pánico político": en tiempos de crisis, la humanidad busca algo en lo que creer. No es casual, pues, que la primera columna de Astrología publicada en un periódico apareciese en agosto de 1930 en Inglaterra, con una economía hundida tras el crac del 29. Fue exactamente en el tabloide británico Sunday Express, con la excusa del nacimiento de la Princesa Margarita, donde apareció la columna titulada: “What the Stars Foretell for the New Princess” (Qué nos dicen los astros sobre el futuro de la nueva princesa). Lo mismo ocurrió tras la crisis de 2008, cuando las llamadas de ansiosos banqueros de Wall Street a los astrólogos online se multiplicaron: "¿qué está pasando con mi vida? Nada tiene sentido", querían saber.

Diez años más tarde, la inseguridad laboral, el miedo a que se terminen las pensiones o la victoria de políticos populistas, como Donald Trump, han allanado aún más el terreno a la Astrología y la Espiritualidad. “En la era Obama, a la gente le gustaba la Astrología, en la era Trump, la necesita”, opinaba en The New Yorker Aliza Kelly, la astróloga millennial que más triunfa en Nueva York estos días. Kelly es autora de varios libros, organiza eventos y talleres online, tiene miles de seguidores en Instagram y una popular columna sobre el horóscopo en la revista Cosmopolitan, que no he podido evitar chafardear: “Sagitario en 2020: un eclipse lunar en Cáncer el 10 de enero realzará tus finanzas y tus emociones se alinearán con tus objetivos económicos (... ) Tu relación con el dinero ha ido cambiando desde que empezaron los eclipses en julio de 2018. Pronto observarás el impacto en tu vida”. Vamos bien.